Indur¨¢in rechaz¨® la tradicional visita al Lido
, ENVIADO ESPECIAL, Miguel Indur¨¢in falt¨® a una de las tradicionales citas en la historia moderna del Tour de Francia: la visita al Lido de Par¨ªs, donde el campe¨®n acostumbraba a posar para la posteridad con una vedette en cada brazo. El flamante ganador opt¨® por ba?arse en multitudes en el Colegio Espa?ol para acudir despu¨¦s a una cena organizada por Banesto y perderse finalmente en una discoteca de corte ¨¢rabe hasta altas horas de la madrugada acompa?ado de su novia, sus familiares y los corredores de su equipo.
La curiosa caravana, compuesta por un par de autocares, varios coches lujosos y gente diversa, con especial representaci¨®n de banqueros, pol¨ªticos, diplom¨¢ticos, agricultores y periodistas, recorri¨® con presteza las calles de Par¨ªs. Ninguna pista delataba el sentido de la misma, salvo el nexo de uni¨®n de tan dispar grupo: un mocet¨®n alto y tostado por el sol que sobresal¨ªa entre las solapas de un traje de lino y que portaba el inevitable ramo de flores. Su nombre, Indur¨¢in.Una rubia de ojos azules, empapada en sudor, como todos, busc¨® los del ciclista, pero tuvo que conformarse con su recio perfil. Pudo, al menos, tocarle el brazo, todo un ¨¦xito, porque las m¨¢s de 500 personas api?adas en el patio exterior del Colegio Espa?ol se contentaron con corear su nombre y armar la marimorena. "Espa?a entera se. va de borrachera" y "la emigraci¨®n est¨¢ con Miguel¨®n" fueron las frases m¨¢s acertadas en, la primera parada de la caravana, la m¨¢s bullangera, la m¨¢s divertida.
Bronceado tambi¨¦n como Indur¨¢in, aunque de forma m¨¢s cuidada, Mario Conde, el presidente del Banesto, comparti¨® durante un buen rato la comandancia del festejo en el lujoso restaurante que su Banco reserv¨® para la cena de homenaje al campe¨®n. "Cuando nos metimos en el ciclismo, pens¨¦ que hab¨ªa comprado publicidad. Veo, sin embargo, que lo que he comprado son emociones", coment¨®.
Conde fue el m¨¢s locuaz de cuantos intervinieron. Habl¨® de protagonistas individuales: Indur¨¢in ("ha vencido y convencido"), Pedro Delgado ("hace falta lo que hace falta para hacer lo que ha hecho"), Jean Fran?ois Bernard ("no sab¨ªa qui¨¦n era, pero la comisi¨®n ejecutiva del Banesto par¨® de trabajar cuando subi¨® a Alpe d'Huez") Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri ("hay que ser muy bueno para dirigir bien a corredores de tanta calidad"). Conde entreg¨® al padre de Indur¨¢in el maillot amarillo de la victoria.
Gabriel Urralburu, el presidente del Gobierno navarro, no falt¨® a la cena. "?l es lo m¨¢s navarro que hay en estos momentos en el mundo", dijo. El corredor respondi¨® a tanto agasajo con su habitual comedimiento, aunque, en esta ocasi¨®n, se atrevi¨® a dar a sus palabras un toque ir¨®nico: "Bueno, hemos estado paseando unos d¨ªas por Francia y todos estamos muy contentos y cansados".
Consumidos los postres, el grupo parti¨® hacia una discoteca pr¨®xima a la Bastilla, llamada La Cashba, de estilo ¨¢rabe. La madrugada fue el ¨²nico momento en que Indur¨¢in, entre sevillanas, rumbas y algo de m¨²sica-disco, pudo conversar con sus familiares, sus amigos y su novia, Marisa.
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