"El objetivo de consolidar la estabilidad esta cumplido"
Pregunta. Presidente, en el paso del ecuador de su Gobierno, y apelando a su sentido de autocr¨ªtica, ?qu¨¦ es lo que no repetir¨ªa?Respuesta. Sigo pensando que pod¨ªamos habernos organizado mejor para garantizar una inversi¨®n p¨²blica mayor. Habr¨ªa hecho un esfuerzo mayor para evitar un conflicto que se dio entre el poder judicial y no exactamente el Gobierno, sino el problema que se plante¨® en el Congreso entre los partidos que apoyan al Gobierno y el poder judicial. No fue bien llevado, no fue un hecho positivo para el pa¨ªs, aunque comprensible porque forma parte de la transici¨®n democr¨¢tica. Creo que todos hemos aprendido.
P. ?Cu¨¢les son los objetivos para la segunda parte de su mandato?
R. Est¨¢ claro que la estabilidad, ese objetivo inicial de consolidarla, est¨¢ cumplido. Para la segunda etapa, sigue planteado el objetivo del crecimiento, pero de una manera m¨¢s organizada en el desarrollo social y la modernizaci¨®n del Estado.
P. Usted plante¨® la tesis coca por desarrollo con relaci¨®n al narcotr¨¢fico y ahora casi se podr¨ªa hablar de coca por coca¨ªna, porque Bolivia pasa a ser un pa¨ªs productor de coca¨ªna.
R. Eso no est¨¢ probado.
P. El ministro del Interior parece que reconoci¨® esto.
R. No... Es decir, lo que s¨ª parece ser es que en Bolivia se est¨¢ empezando a producir m¨¢s clorhidrato de lo que se produc¨ªa antes, pero todav¨ªa nadie puede saber las dimensiones. Se hizo un operativo importante hace un par de semanas en Santa Ana, donde todo el mundo cre¨ªa ver la meca del narcotr¨¢fico boliviano, y all¨ª, la verdad, nos hemos encontrado con un mundo muy artesanal, muy primitivo. En efecto, ha habido un cambio y Bolivia no es s¨®lo un pa¨ªs productor de materia prima, pero tampoco debemos pensar que se haya puesto en la primera fila.
Narcotr¨¢fico y econom¨ªa
P. ?No teme que la persecuci¨®n del narcotr¨¢fico tenga una repercusi¨®n negativa para la econom¨ªa?
R. La ha de tener, sin lugar a dudas, porque se ha de consumir menos hoja de coca. El precio de la coca ha de bajar, el campesino ha de cultivar menos y no hay que olvidar que la hoja de coca es el 20% de nuestra producci¨®n agr¨ªcola, que a su vez es el 22% de nuestro PIB. El hecho de reducir la producci¨®n de coca se siente en la econom¨ªa, pero, gracias a Dios, esto viene en un momento en que la econom¨ªa boliviana est¨¢ recibiendo muchas inyecciones financieras internas y externas. En otro momento, tal vez habr¨ªa sido fatal.
P. Est¨¢ muy candente el tema de la entrega de los narcotraficantes. Aqu¨ª se esboza un cambio de pol¨ªtica. Usted no vacil¨® en entregar al ex coronel Luis Arce a Estados Unidos, incluso dejando de lado la Constituci¨®n, y ahora parece que est¨¢n dispuestos a entenderse seg¨²n el modelo colombiano.
R. No, no el modelo colombiano, porque en Colombia se maneja la no extradici¨®n para terminar con la violencia y en Bolivia se maneja la extradici¨®n para evitar que comience la violencia. ?sa es la diferencia. Ahora, en el hecho de aquella extradici¨®n [la de Arce G¨®mez] yo dir¨ªa que, m¨¢s que por razones de narcotr¨¢fico, fue una especie de... justicia nacional. Se dijo que se hac¨ªa como decisi¨®n pol¨ªtica y no tanto dentro de un marco jur¨ªdico. Era una cabeza que el pueblo boliviano ped¨ªa casi como simbolismo de 20 a?os de dictadura.
P. Esto toca el tema del papel de Estados Unidos y del DEA [departamento estadounidense antinarc¨®ticos], que es muy criticado en Bolivia. En la intervenci¨®n del DEA en el operativo de Santa Ana parece que han golpeado a un oficial de la Armada. Eso fue muy criticado.
R. Es cierto que en casos de guerra siempre hay abusos, desde Bolivia al golfo P¨¦rsico y en donde sea. Sin embargo, no son justificables y, por tanto, hemos tomado mucha nota. Hemos tenido mucho cuidado de que en los casos que se han denunciado los asesores norteamericanos -que seg¨²n las leyes bolivianas no son m¨¢s que eso, asesores hayan podido ejecutar otro tipo de acciones. Estamos investigando, pero eso no tiene que entorpecer las buenas relaciones que hay con Estados Unidos.
P. ?Respir¨® usted con la marcha del embajador Gelbard?
R. [Se r¨ªe]. Eso es una pregunta... Indudablemente, respir¨¦ un tanto, en la medida en que not¨¦ que, por distintas razones, el embajador se hab¨ªa ganado en los ¨²ltimos d¨ªas de su gesti¨®n una imagen un tanto negativa ante el pueblo boliviano. Sin embargo, le debo decir que al mismo tiempo lo lamento, porque, sin lugar a dudas, ha sido un embajador que no ha perdido su tiempo, que ha trabajado intensamente. El es el art¨ªfice de una serie de aumentos en los programas econ¨®micos de cooperaci¨®n de Estados Unidos. El mismo d¨ªa en que ocurri¨® lo de Santa Ana [incidente con un teniente de la Marina boliviana] ¨¦l firmaba por 120 millones de d¨®lares para el desarrollo alternativo.
P. ?Dir¨ªa usted que la designaci¨®n de Rico Toro para conducir la lucha contra la droga fue desafortunada?
R. No, fue una excelente decisi¨®n, que no la entendieron. Yo conozco mejor que nadie qui¨¦n es qui¨¦n en Bolivia. El problema es que en un pa¨ªs en el que todav¨ªa estamos en una transici¨®n hacia la democracia tenemos muchos estereotipos. Este hombre ten¨ªa un cierto prestigio de hombre duro durante los Gobiernos militares, porque ¨¦l quiso ser presidente de este pa¨ªs a trav¨¦s del golpismo, pero nunca se le ha probado que hubiese sido un delincuente. El pa¨ªs ya lo estaba absolviendo, porque ¨¦l, en r¨¦gimen democr¨¢tico, hab¨ªa sido la primera autoridad c¨ªvica de uno de los principales departamentos. Pero, a la hora en que se trat¨® de una tarea delicada como aqu¨¦lla, hubo reacciones internas y externas, pero yo creo que, sobre todo las externas, desmesuradas.
P. ?C¨®mo la que llev¨® tener que renunciar a su ministro del Interior [Guillermo Capobiancol, tambi¨¦n por unas acusaciones de corrupci¨®n o narcotr¨¢fico?
R. El ministro del Interior [Capoblanco] es un boliviano de buena cepa y no fue necesario que el presidente le dijera absolutamente nada. Cuando ¨¦l vio la situaci¨®n que se hab¨ªa creado, a iniciativa propia plante¨® alejarse del ministerio. No me oblig¨® a que yo tuviese que dec¨ªrselo pero, efectivamente, creo que su actitud fue oportuna. Le hizo bien al pa¨ªs, porque las dudas que se hab¨ªan puesto sobre su actividad, en especial en la Prensa norteamericana, eran da?inas para el Gobierno.
P. La ¨²ltima vez que hablamos dijo usted sobre el acuerdo patri¨®tico [MIR-ADN] que los matrimonios de conveniencia a veces duran m¨¢s que los matrimonios por amor. ?Este es hasta que la muerte los separe?
R. M¨¢s que matrimonio es lo que en Bolivia llamamos sirwi?akuy.
P. ?Qu¨¦ es?
R. Sirwi?akuy es una instituci¨®n muy boliviana, del altiplano y de los Andes, donde los c¨®nyuges conviven de manera absolutamente libre hasta cuando creen conveniente que deben vivir juntos. Es una instituci¨®n muy moderna y muy civilizada, aunque de antigua data en toda la cultura nuestra. Es un matrimonio de facto, pero muy respetable y con la plena libertad. No existe la figura del divorcio, pero tampoco la del matrimonio como tal. Es una convivencia donde incluso hay hijos, etc¨¦tera, pero de plena libertad para, en un cierto momento, marcharse, y tambi¨¦n la plena libertad para, si todo funciona bien, seguir, pero sin necesariamente casarse. Es una instituci¨®n muy interesante y yo dir¨ªa que es el mejor modelo para explicar lo que est¨¢ ocurriendo con el acuerdo patri¨®tico.
P. ?Este acuerdo patri¨®tico soportar¨ªa un fracaso en las elecciones municipales de diciembre?
R. No veo por qu¨¦ tiene que venir el fracaso, pero si viene yo creo que tiene toda la capacidad pol¨ªtica para soportarlo.
P. ?El MIR va a renunciar a presentar un candidato propio en la elecci¨®n presidencial del 93?
R. No, vamos a renunciar a nada, sino que la voluntad del MIR es elegir candidato conjunto dentro del acuerdo patri¨®tico. El candidato del acuerdo patri¨®tico va a ser del MIR tambi¨¦n. Por tanto, no vamos a renunciar a nada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.