Viaje hacia la normalidad
LA VISITA de los Reyes al Pa¨ªs Vasco ha transcurrido en unos niveles de normalidad, respeto y cortes¨ªa que no pudieron impedir ni las previas declaraciones amenazantes de los dirigentes de Herri Batasuna ni, en el transcurso de la misma, los gritos megaf¨®nicos y los intentos de boicoteo de algunos cientos de seguidores de la coalici¨®n abertzale.
No cab¨ªa esperar que la presencia de los Reyes en Euskadi resultara c¨®moda. Son el s¨ªmbolo m¨¢ximo del actual Estado constitucional y auton¨®mico y, por ello, punto de referencia especial de cuantos cuestionan este modelo de Estado y, sobre todo, de los sectores extremistas que acatan y justifican la acci¨®n terrorista que lleva a cabo ETA para destruirlo. Pero la presencia de los Reyes en Euskadi es plenamente congruente con los compromisos hist¨®ricos y las funciones constitucionales de la Corona.
La vuelta de los Reyes al Pa¨ªs Vasco, en el marco de la conmemoraci¨®n del quinto centenario del nacimiento de Ignacio de Loyola, no ha podido desprenderse del amargo recuerdo dejado por los incidentes registrados en la Casa de Juntas de Gernika durante la primera visita real a aquellas tierras, en los primeros d¨ªas de febrero de 1981. Una d¨¦cada despu¨¦s de aquel lamentable suceso, servido en bandeja a los golpistas que en aquellas fechas preparaban la, frustrada intentona del 23-F, muchas cosas han cambiado a mejor en Espa?a y en Euskadi. Los ¨²nicos que no han cambiado son quienes entonces dieron pretexto al golpismo y ahora persisten con su irresponsable apoyo al terrorismo de ETA en un cruel juego que se ha revelado est¨¦ril, sin perspectivas pol¨ªticas y, en definitiva, con una exclusiva vocaci¨®n victimista. Todo, antes que la brega cotidiana desde la tolerancia.
En este tiempo, el sistema democr¨¢tico, garante de las libertades individuales de los espa?oles y del autogobierno de las nacionalidades y de las autonom¨ªas, se ha consolidado a pesar de las dificultades. La excepcional contribuci¨®n del Rey a la preservaci¨®n de la democracia en momentos cr¨ªticos ha proseguido con una impecable funci¨®n mediadora y de representacion de los ciudadanos y los pueblos del Estado que encabeza -al margen de las concretas opciones pol¨ªticas-, y con un esfuerzo en la creaci¨®n de un clima general de distensi¨®n y concordia en la sociedad.
Este clima se ha hecho especialmente visible en la evoluci¨®n experimentada en estos a?os en el Pa¨ªs Vasco. En este tiempo, la sociedad vasca ha dado pasos importantes hacia su cohesi¨®n, ha superado ambig¨¹edades que sobreviv¨ªan desde los a?os de la transici¨®n a la democracia y ha marcado con m¨¢s nitidez los l¨ªmites entre quienes, impert¨¦rritos, siguen apostando por la violencia terrorista y quienes, aceptando los cauces de la democracia, hacen del di¨¢logo y de la participaci¨®n los instrumentos para resolver los problemas del pueblo vasco. De otro lado, las instituciones auton¨®micas han conseguido niveles de competencia estatutarla hist¨®ricamente jam¨¢s alcanzados, como lo demuestra el reciente acuerdo sobre el despliegue de la Ertzairitza y la paralela reducci¨®n de los efectivos de la Polic¨ªa Nacional y de la Guardia Civil.
Los Reyes habr¨¢n podido ver y sentir los aires de cambio en la sociedad vasca a la vez que la tozudez de quienes se empe?an en una visi¨®n est¨¢tica y un¨ªvoca de la realidad, como si ¨¦sta fuera la misma que la de hace 10 o 15 a?os. A ellos ha debido referirse, sin duda, don Juan Carlos cuando, en el llamamiento a la paz y a la tolerancia hecho en el ¨²nico discurso que pronunci¨® durante su visita, afirm¨® que "quien quiera situarse fuera de la democracia y de la paz no s¨®lo se habr¨¢ situado ya fuera de la nueva Europa, sino que se habr¨¢ colocado tambi¨¦n al margen de la corriente hist¨®rica de su pueblo".
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