El escaparate de Castro
La revoluci¨®n forma parte de los Juegos Panamericanos
Cuando Agust¨ªn Marrero Ferrer cay¨® en la Bah¨ªa de Cochinos, llevaba una fotograf¨ªa de Fidel Castro en su cartera. ?sta se halla ahora expuesta en el peque?o museo que se levanta en el lugar donde se produjeron los combates en abril de 1961. El propio Castro contin¨²a en el poder, escuchando en pie con atenci¨®n el himno de EE UU en los Juegos Panamericanos, despu¨¦s de 30 a?os de hostilidad entre los dos pa¨ªses. El deporte sirve de propaganda para la isla y para su presidente; mientras, los periodistas estadounidenses descubren la realidad cubana.
Todo lo que ocurre en estos Juegos, la hospitalidad y la seguridad, las esperanzas y los temores, y algunos de los participantes, deben ser vistos a trav¨¦s del prisma de lo sucedido en 1959, que deriv¨® en la invasi¨®n de Bah¨ªa de Cochinos por exiliados cubanos con patrocinio de EE UU."Cuando se pregunta a Castro c¨®mo Cuba ha podido organizar tan bien estos Juegos, ¨¦l dice que todo se ha hecho por la revoluci¨®n", comenta Evie Dennis, jefe de la delegaci¨®n estadounidense.
La revoluci¨®n es parte de los Juegos. Un inmenso mural del Che Guevara ocupa una pared del pabell¨®n de baloncesto; el aeropuerto toma su nombre de Jos¨¦ Mart¨ª, el m¨¢rtir de una de las primeras batallas; y muchos de los escenarios deportivos llevan los nombres de h¨¦roes y m¨¢rtires cubanos. Algunas veces ves la consigna es El deporte es un derecho del pueblo. Otras, Patria o muerte. En algunas ocasiones se las puede ver juntas.
La competici¨®n de hockey sobre patines se disputa en el Centro Ra¨²l D¨ªaz Arg¨¹elles, llamado as¨ª en honor a uno de los dirigentes del movimiento estudiantil anterior a 1959. Durante las 72 horas de lucha cerca de Bah¨ªa de Cochinos, D¨ªaz Arg¨¹elles era el comandante de una unidad llegada al frente desde La Habana. En 1975, mor¨ªa como general en Angola, convirti¨¦ndose en el militar cubano de m¨¢s alta graduaci¨®n que ha ca¨ªdo en aquel pa¨ªs africano.
Lo que va de ayer a hoy
Su esposa, Mariana Ram¨ªrez Corria, es una de las mujeres m¨¢s completas de esta isla: cantante, actriz, escritora, feminista, hemat¨®loga durante a?os para su padre, neurocirujano. Ahora es una madre, abuela, viuda y patriota que nunca ha sentido la necesidad de abandonar su pa¨ªs.
El s¨¢bado acompa?¨® a unos pocos periodistas por el escenario de la invasi¨®n. "Mi marido y yo pase¨¢bamos por aqu¨ª", nos cuenta. "Pod¨ªamos ver d¨®nde cayeron las bombas, d¨®nde fue asesinada la gente. Era espantoso. Supe que hab¨ªa algunos chicos de la universidad entre los mercenarios. No pude hablar con ellos, pero mi marido s¨ª. Su propio primo fue capturado, y le pregunt¨®: '?Qu¨¦ est¨¢s haciendo aqu¨ª?". No he regresado hasta hoy". Ahora hay modernas casas de campo para alquilar a los trabajadores en vacaciones, y una bonita playa llena de cubanos que pudieron conseguir gasolina.
Los ni?os que juegan en la arena de Bah¨ªa de Cochinos ayudan a explicar por qu¨¦ los cubanos instan a los visitantes a salir de la marchita ciudad de La Habana, la causa de que ellos digan: "Espera hasta que veas los cambios en el campo. Entonces comprender¨¢s la revoluci¨®n".
Es importante llegar hasta aqu¨ª para comprender por qu¨¦ el pa¨ªs ha desviado la poca gasolina y la comida que se destinan a los atletas y la prensa. Claramente, el deporte es un buen camino para canalizar las energ¨ªas y las lealtades de una isla seriamente da?ada por el embargo econ¨®mico estadounidense, la ca¨ªda de la ayuda sovi¨¦tica y, seg¨²n algunos, tres d¨¦cadas de su propia econom¨ªa centralizada.
Siempre que es entrevistado Alberto Juantorena -el robusto atleta que gan¨® las medallas de oro en 400 y 800 metros de los Juegos Ol¨ªmpicos de Montreal en 1976-, rinde homenaje a la revoluci¨®n. Tambi¨¦n lo hace Ana Fidelia Quirot, la notable deportista que dice haber levantado piedras con sus manos para ayudar a construir el estadio, y que acumula medallas de oro en estos Juegos Panamericanos.
"Hablamos de la revoluci¨®n porque siempre nos sustenta", dijo Juantorena el otro d¨ªa. "Ana Fidelia y yo procedemos del campo. Tenemos la oportunidad de competir. Nosotros se lo debemos todo a la revoluci¨®n".
Derrotas
La revoluci¨®n tiene 32 a?os, la vida entera para mucha gente. Fidel Castro, que cumpli¨® ayer 64 a?os, est¨¢ en todas partes, un icono viviente de color verde oliva, volando a Santiago, entregando medallas. Visto a pocos metros, muestra un semblante cansado. No sonr¨ªe ni cuando estrecha la mano a los cubanos.
Ha pasado mucho tiempo desde abril de 1961, cuando proclam¨®: "En este d¨ªa, el imperialismo yanqui ha sufrido la primera gran derrota en el continente americano". Ahora, las derrotas estadounidenses se producen en levantamiento de peso y balonvolea, aunque EE UU est¨¢ empezando a ganar medallas de oro en otros deportes.
Lo realmente sorprendente es que Estados Unidos est¨¦ aqu¨ª, en estos juegos, mientras en el museo de la bah¨ªa de Cochinos contin¨²an insistiendo machaconamente con aquellas 72 horas de 1961: soldados y civiles tendidos en su propia sangre.
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