Fastuoso entierro de Federico II el Grande en Potsdam
Federico II el Grande de Prusia ser¨¢ enterrado hoy, 205 a?os despu¨¦s de su muerte, en el palacio de Sanssouci, en Potsdam. A la ceremonia, a la que asistir¨¢ el canciller Helmut Kohl, se espera que acudan m¨¢s de 100.000 personas. La fastuosa ceremonia oficial y la presencia en la misma M jefe del Gobierno alem¨¢n han levantado una gran pol¨¦mica en este pa¨ªs, que, desde la pasada unificaci¨®n, se debate en una confusa b¨²squeda de se?as de identidad en los entresijos de una historia donde no escasean los tenebrosos fantasmas del pasado y secuencias hist¨®ricas que todav¨ªa preocupan.
Para el historiador Golo Mann se trata de "una absoluta falta de delicadeza". El tambi¨¦n historiador Sebastian Haffner va a¨²n m¨¢s lejos y compara la ceremonia de hoy con la del 21 de marzo de 1933, el llamado d¨ªa de Potsdam, cuando el reci¨¦n nombrado canciller Adolf Hitler se arrodill¨® ante la tumba de Federico el Grande reclaman do para su r¨¦gimen la legitimidad prusiana. La oposici¨®n socialdem¨®crata tampoco ha desaprovechado la ocasi¨®n de atacar a Kohl. Para Bjorn Engholm, el presidente del SPD, la presencia del canciller "y las trampas militares de la ceremonia levantan la preocupaci¨®n de que el acontecimiento tome un simbolismo impresentable, especialmente en el extranjero".
Si para la izquierda se trata de un s¨ªmbolo inequ¨ªvoco del militarismo prusiano cuyas consecuencias todav¨ªa sufre la Alemania actual, para el canciller y para los conservadores se trata de todo lo contrario. El militarismo est¨¢ muerto en Alemania, dice Kohl, y Federico el Grande fue un "d¨¦spota benevolente", un fil¨®sofo, amigo personal y protector de figuras como Voltaire, un hombre del Siglo de las Luces que aboli¨® la tortura, protegi¨® la libertad religiosa dando cobijo a los hugonotes franceses y a los jud¨ªos europeos que sufr¨ªan persecuci¨®n. Amante del arte y mecenas de artistas; en resumen, un progresista en su ¨¦poca.
Un largo peregrinaje
La ceremonia de hoy cierra un largo peregrinaje de los restos del rey ilustrado. En 1943 fue ron sacados de su tumba en la capilla militar de Potsdam, junto con los de su padre, Federico I, "el rey soldado", por el mariscal del Reich Hermann Goering, quien los instal¨® en los s¨®tanos de su cuartel general para protegerlos de los bombardeos aliados. Acabada la guerra, unos soldados norteamericanos descubrieron los sarc¨®fagos en una mina de cal cerca de Bersterode, en Eichsfeld. De all¨ª pasaron a la Elisabethkirche de Marburg, hasta que en 1952 el heredero de la dinast¨ªa Hohenzollern, Louis Ferdinand, se los llev¨® a la sede de la familia, en Hechingen.
Durante el d¨ªa de ayer, ocho oficiales de gala montaron guardia de honor en el castillo de Hechingen. A media tarde, al sonido de los tambores y el repique de las campanas, mientras rend¨ªa honores una formaci¨®n de gala de la Bundeswehr, los oficiales pusieron los ata¨²des en el antiguo tren del kaiser Guillermo, que se dirigi¨® a Potsdam, adonde llegar¨¢ esta ma?ana. All¨ª, en la estaci¨®n de tren, ser¨¢n cargados en carruajes f¨²nebres del siglo XVIII que se dirigir¨¢n a Sanssouci a paso lento, precedidos por la banda de la divisi¨®n de carros de combate de Hannover.
Una vez en Sanssouci, durante toda la tarde, quienes acudan podr¨¢n entrar en el patio del palacio para despedir al rey ilustrado. Habr¨¢ dos funerales, y a media noche, siguiendo sus deseos, ser¨¢ enterrado. Se espera la asistencia de m¨¢s de 100.000 personas y la polic¨ªa no descarta que se produzcan incidentes. Al menos 10. 000 pacifistas efectuar¨¢n acciones de protesta. Tambi¨¦n es segura la asistencia de grupos de neonazis, muy numerosos en la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, que se han apropiado de toda la simbolog¨ªa y parafernalia prusianas.
Pompa y ceremoma para un rey que pidio discrecion
"He vivido como fil¨®sofo y quiero ser enterrado como tal, sin pompa, sin fastos y con las m¨ªnimas ceremonias. Si muero en Berl¨ªn o Potsdam no quiero ser expuesto a la vana curiosidad del pueblo. Quiero ser enterrado al tercer d¨ªa a medianoche. Que me lleven a la luz de una linterna, sin que nadie me siga, a Sanssouci y que me entierren all¨ª en un mausoleo que he mandado construir". Estas ¨®rdenes dadas por Federico el Grande ya no se cumplieron hace 205 a?os.Su sucesor, Federico Guillermo II, ni siquiera le enterr¨® en su amado Sanssouci, sino junto a su padre Federico I en la capilla militar de Potsdam, y convirti¨® el sepelio de su t¨ªo en uno de los mayores espect¨¢culos de la ¨¦poca. A partir de hoy, por lo menos, los restos de este d¨¦spota benevolente descansar¨¢n, como ¨¦l lo deseaba, junto a los de sus 13 galgos en una terraza de este Versalles alem¨¢n, la gran obra de amor que se hizo construir y que ahora sufre cuarenta a?os de abandono. Pero sus deseos de discreci¨®n tampoco ser¨¢n cumplidos. El protector de Voltaire no quiso ser enterrado con pompa, pero por dos veces "la vana curiosidad del pueblo" ver¨¢ pasar su ata¨²d al son de marchas militares y bajo la orgullosa mirada de las autoridades.
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