Un enorme disparate
El acuerdo entre el diputado general de Guip¨²zcoa y la Coordinadora Lurraldea en torno a la modificaci¨®n del trazado de la Autov¨ªa de Leizar¨¢n ha provocado una importante y, por otro lado, l¨®gica convulsi¨®n social. Vaya por delante que tal acuerdo constituye, en mi opini¨®n, un grave error que es preciso rectificar a la mayor brevedad, tratando de paliar en la medida de lo posible alguna de sus consecuencias ya inevitables.Considero que en este conflicto entran en juego, cuando menos, tres grandes valores, a saber: la ecolog¨ªa, la pacificaci¨®n de Euskadi y la credibilidad del propio sistema democr¨¢tico. Veamos c¨®mo afecta el principio de acuerdo adoptado a cada uno de ellos.
Desde el punto de vista ecol¨®gico, la Diputaci¨®n baraj¨® en su momento varias alternativas de trazado. Previo rechazo de otras varias, la elecci¨®n qued¨® reducida a dos de ellas conocidas t¨¦cnicamente como A-4 y A-2. Tras diversos estudios, opt¨® por la A-2, por considerar que la A-4 provocaba un mayor impacto medioambiental. El acuerdo ahora adoptado entre el diputado general y Lurraldea consiste en abandonar el trazado menos da?ino en opini¨®n de la Diputaci¨®n, y sustituirlo por el A-4, de mayor impacto medioambiental. Los diversos movimientos ecologistas han mantenido una actitud de rechazo frontal a todas y cada una de las alternativas oficialmente barajadas por la Diputaci¨®n, por considerar que todas ellas provocaban un impacto medioambiental grave. Ninguno de estos movimientos ha defendido en ning¨²n momento la alternativa A-4, ni tampoco ha cuestionado las afirmaciones de la Diputaci¨®n en el sentido de considerarla ecol¨®gicamente m¨¢s perjudicial. As¨ª, pues, desde el punto de vista estrictamente ecol¨®gico, el trazado ahora acordado resulta peor que el oficialmente previsto.
El segundo argumento esgrimido en favor del acuerdo consiste en considerarlo como un importante paso en favor de la pacificaci¨®n de Euskadi. Aqu¨ª cabe resaltar dos aspectos, uno formal y otro de fondo. Todos los partidos democr¨¢ticos vascos vienen manteniendo desde hace tiempo una estrategia com¨²n y unitaria en torno a la pacificaci¨®n, reflejada en el Pacto de Ajuria Enea. Admitamos la probabilidad de que la estrategia seguida hasta ahora fuera incorrecta. Desde el punto de vista formal, un m¨ªnimo de lealtad democr¨¢tica exige que, antes de adoptar una decisi¨®n antag¨®nica, tanto con la letra como con el esp¨ªritu del Pacto de Ajuria Enea, el diputado general, o el partido que representa, hubiera consultado y obtenido el consenso de todos y cada uno de los partidos componentes del Pacto. Ahora bien, entrando en el fondo, ?es m¨¢s adecuada la estrategia adoptada por el diputado general que la mantenida hasta ahora por las fuerzas democr¨¢ticas? Dicho de otro modo, ?supone realmente el acuerdo que nos ocupa un paso en favor de la pacificaci¨®n? Creo que la respuesta es negativa.
Existe un consenso generalizado, corroborado por datos reales, en considerar que ETA est¨¢ atravesando uno de los peores momentos de su historia. De las dos v¨ªas posibles para su desaparici¨®n definitiva: la aniquilaci¨®n, o el acuerdo / negociaci¨®n, me parece mucho m¨¢s adecuada la segunda por considerar que puede permitir una pacificaci¨®n m¨¢s real y aut¨¦ntica. Ahora bien, ETA puede ser legitimada como sujeto de la negociaci¨®n, ¨²nicamente si al mismo tiempo es objeto de la misma. Dicho de otro modo: la negociaci¨®n s¨®lo es v¨¢lida y oportuna en la medida en que vaya dirigida a la desaparici¨®n de ETA.
Pues bien, el acuerdo entre el diputado general y Lurraldea es un ejemplo evidente de lo que no debe ser una negociaci¨®n, y ello por varios motivos:
1. Legitima a ETA como sujeto (en este caso, a trav¨¦s de Lurraldea y HB) y no como simple objeto de negociaci¨®n.
2. Le otorga el car¨¢cter de interlocutor en paridad, cuando no en detrimento, de las instituciones democr¨¢ticas.
3. Cede ante objetivos pol¨ªticos no referidos a la situaci¨®n de la propia ETA.
4. Otorga con ello un espaldarazo oficial a la raz¨®n de ser de ETA, en cuanto instrumento de consecuci¨®n de Fines pol¨ªticos, al margen y en contra del propio sistema democr¨¢tico. Por todo ello considero que este acuerdo no s¨®lo no favorece la pacificaci¨®n, sino m¨¢s bien es un obst¨¢culo para ella, al reforzar y legitimar la presi¨®n de ETA. Valga como bot¨®n de muestra la premura con la que Lurraldea ha exigido a continuaci¨®n el cambio de trazado en Navarra.
Quisiera realizar una ¨²ltima y breve, pero no por ello menos importante, reflexi¨®n que se refiere no tanto al contenido y consecuencias del acuerdo que nos ocupa, sino, sobre todo, al aspecto formal de comportamiento, de actitud, de estilo en la actuaci¨®n del diputado general de Guip¨²zcoa, o en su caso del PNV, en todo este asunto. Un estilo que por ser desgraciadamente generalizable al conjunto de los partidos vascos y espa?oles en general, afecta de modo directo a la propia credibilidad de nuestro sistema democr¨¢tico.
En un sistema democr¨¢tico como el nuestro, los representantes elegidos por los ciudadanos son titulares de un mandato representativo, y por tanto deben tener una amplia capacidad de maniobra para negociar, pactar, consensuar, e incluso cambiar de opini¨®n, en b¨²squeda del inter¨¦s general. Pero es preciso no confundir tal mandato con el derecho de hacer de su capa (en este caso, la capa de todos los ciudadanos) un sayo. Hemos sido testigos estos ¨²ltimos meses de ins¨®litos acuerdos y pactos de gobierno en los que, eludiendo programas, ideolog¨ªas, objetivos, etc¨¦tera, ha actuado como ¨²nica herramienta la suma de votos y esca?os, y como ¨²nico fin la consecuci¨®n del poder a cualquier precio. Se da as¨ª una situaci¨®n kafkiana en la e que una misma persona gobierna por la ma?ana en Vitoria, se opone por la tarde en San Sebasti¨¢n y se abstiene por la noche en Bilbao, manifestando siempre que su oposici¨®n no impedir¨¢ que siga gobernando, o que su participaci¨®n gubernativa no impedir¨¢ que siga oponi¨¦ndose, con lo que parece que, a falta de resolver el Problema de la violencia, s¨ª hemos logrado la cuadratura del c¨ªrculo. Diagn¨®stico perfectamente aplicable, por otra parte, al conjunto de la vida pol¨ªtica espa?ola.
El hecho es sumamente grave, ya que de aquellos polvos nos llegan ahora estos Iodos. Eli Galdos, o el PNV en su caso, nunca podr¨ªan imaginarse que lo el que para ellos era una "operaci¨®n perfecta, y sobre todo muy rentable", se haya convertido, por mor de los designios insoncables de la democracia en una sonora bofetada pol¨ªtica. Cualquier d¨ªa puede ocurrir lo mismo en cualquier otro partido pol¨ªtico. Son los riesgos de actuar en democracia al margen, cuando no en contra, de los sentimientos, creencias y convicciones de los ciudadanos.
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