Un salto hacia atr¨¢s
En noviembre de 1987 le preguntaba a una joven ciudadana sovi¨¦tica, descendiente de una figura revolucionaria espa?ola, qu¨¦ opinaba de Gorbachov. Ella me respondi¨® que la juventud de la URSS era muy esc¨¦ptica porque hab¨ªa aprendido que los sucesivos. dirigentes pol¨ªticos pod¨ªan pasar de ser elogiados a la defenestraci¨®n o la cr¨ªtica despiadada (como demuestran los ejemplos de Stalin, Jruschov, Breznev, etc¨¦tera). Y ahora puede suceder lo mismo con Gorbachov y quiz¨¢s con lo que representaba. Ya han aparecido las opiniones de los que aseguran que ¨¦ste era un golpe anunciado, de los que imputan una buena parte de las culpas del mismo a Gorbachov, incluso de los que minimizan los efectos del golpe.No creo que se trate ahora de centrar en un solo personaje, Gorbachov, el destino de la historia; pero s¨ª es momento de calibrar lo que significa su pol¨ªtica y las posibles repercusiones de su desaparici¨®n.
Por m¨¢s errores que hubiese cometido Gorbachov, ¨¦l era quien representaba una pol¨ªtica de reformas profundas, la perestroika. Su formulaci¨®n signific¨® una novedad, un atrevimiento. Se trataba de un proceso de fondo ante enormes dificultades. Era un proceso lento y contradictorio por definici¨®n dados los grandes desequilibrios estructurales de la URSS. Y, como se demuestra hoy con el golpe, no era irreversible en todas sus dimensiones.
Existe una caracterizaci¨®n de la perestroika que seguramente reunir¨¢ el mayor consenso en su entorno: que se trata de un proceso que nos ha afectado a todos. Ha afectado a la URSS, al Este, a los equilibrios internacionales, y a los grandes retos de la humanidad. Y ¨¦sto es lo que puede alterarse justific¨¢ndose en motivaciones internas, algunas de las cuales podr¨ªan tener incluso base de descontento popular.
El discurso inicial de Gorbachov sobre la perestroika marcaba una necesidad profunda de cambios sustanciales, mucho m¨¢s all¨¢ de la simple correcci¨®n de errores (un ejemplo son sus ¨²ltimas propuestas sobre los cambios a realizar en el programa y en la estructura partidista). Su propuesta era atrevida en lo que afecta al desarme o al nuevo orden econ¨®mico internacional. Pero de entrada estaba falta de cuerpo te¨®rico y de impulso pol¨ªtico ante dos retos: la democratizaci¨®n de la URSS y la soluci¨®n de sus graves problemas econ¨®micos.
El golpe se autojustifica precisamente aludiendo al caos pol¨ªtico y a las dificultades econ¨®micas. Y, como se ha se?alado desde fuera, se debe a?adir otra motivaci¨®n, aunque a ¨¦sta no se aluda oficialmente, como es la cuesti¨®n de las nacionalidades y la prevista firma del Tratado de la Uni¨®n.
La gran paradoja del golpe est¨¢ en que comete el mismo error hist¨®rico de avatares anteriores: busca la soluci¨®n de los problemas que quiere afrontar agravando sus causas. La larga etapa brezneviana de represi¨®n, autoritarismo y creciente burocratizaci¨®n fue un buen ejemplo de c¨®mo se agravan los problemas pol¨ªticos, se deterioran las condiciones sociales y se sofocan las tem¨¢ticas nacionales.
Ahora se ha optado por la v¨ªa del pasado. Y a primera vista los que parecen beneficiarios del golpe son los sectores m¨¢s reaccionarios de la URSS, y de fuera de la URSS (no han transcurrido muchas horas para que se escuchen de nuevo peticiones de mayor armamentismo y presencia militar, peticiones realizadas por destacados mandos militares occidentales).
Todo ello, si se consolida, va a tener graves repercusiones en la URSS y en el contexto mundial. La URSS da un salto atr¨¢s que puede agravar las incertidumbres sobre aspectos fundamentales del sistema econ¨®mico. A ello se a?ade el intento de reconstrucci¨®n de un sistema autoritario de restricci¨®n y prohibici¨®n del ejercicio de libertades democr¨¢ticas. Y no se puede olvidar que se sit¨²a en peores condiciones la soluci¨®n democr¨¢tica de las aspiraciones de diversas rep¨²blicas a sus libertades nacionales.
En el contexto mundial se puede dudar sobre las formas de contribuci¨®n de la URSS al fomento de la distensi¨®n. Si bien es verdad que no ser¨¢ f¨¢cil para los halcones de uno y otro lado replantear la instalaci¨®n en el equilibrio del terror, s¨ª que de inmediato se puede producir un par¨®n en las expectativas de liberar energ¨ªas positivas derivadas de la distensi¨®n, y se pueden dar nuevos argumentos a arcaicas estructuras militares como la OTAN.
Me interesa particularmente indicar un efecto negativo sobre el debate de las izquierdas hoy. Puede darse el caso de que se intente resucitar un enemigo, una excusa para. distraer la atenci¨®n sobre los problemas reales que debe afrontar la humanidad y el papel que le toca jugar a una izquierda (le transformaci¨®n. La perestroika ayudaba a clarificar el panorama internacional y a situarnos con urgencia ante cuestiones como: el paso del armamentismo a los dividendos de la paz, del posible infarto ecol¨®gico a un modelo de crecimiento equilibrado, de la expoliaci¨®n del Sur a la aut¨¦ntica cooperaci¨®n internacional.
La respuesta, tanto en la URSS como fuera de la misma, no deber¨ªa partir ni desde la reacci¨®n ni desde la debilidad. No es f¨¢cil que un sistema con tantos decenios de falta de sociedad civil y tan acostumbrado al autoritarismo, como es el sistema sovi¨¦tico, facilite una respuesta masiva al golpe. Pero ser¨ªa fundamental como prueba de vitalidad. Tampoco es f¨¢cil que desde fuera destaquen las posiciones progresistas, aquellas que planteen de nuevo los grandes iretos conjuntos que tiene la humanidad. De ah¨ª la enorme irriportancia de que la URSS reemprenda su transformaci¨®n dernocr¨¢tica.
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