Recuerdos de Finisterre
?,C¨®mo no creer que el mundo es plano cuando se ve el mar de Finisterre? Aguas chatas -el d¨ªa que las vi-, apenas tocadas por el viento, como contenidas a lo lejos por -un mundo que nunca se ver¨¢. Es cierto que la tierra termina aqu¨ª. Lo dem¨¢s ocurri¨® por milagro: por ejemplo, Am¨¦rica, distra¨ªda de su destino roto.En esa lengua hay vetas, tal vez cicatrices de naufragios, sombras de nubes que se han ido. Es agua que cambia de color, como si se encontraran all¨ª dos d¨ªas o dos noches: una que vino del muro occidental y otra de Europa, que es Oriente en Finisterre.
Me gustar¨ªa deconstruir lo que se deconstruy¨® cuando se supo que el mundo continuaba m¨¢s all¨¢ de Finisterre. Quisiera tocar los elefantes -?eran cuatro?- que sosten¨ªan el mundo por entonces. Como sentir, he sentido que ese mar, desnudo como un ni?o, ten¨ªa entra?as de horror que su belleza pisa.
Todo se fue de aqu¨ª, menos el mar. Salirse de uno por esas aguas muchas es tentaci¨®n inaguantable. Mar lleno de presagios, ?qui¨¦n soporta tus l¨ªmites? M¨¢s all¨¢ habr¨¢ una isla, lo otro, lo perdido, una aventura que naufragar¨¢ para volver y partir otra vez a la aventura.
Miro este final de tierra entrando a mar y me siento en el tiempo que es, ni celta ni romano. ?No herrios llegado acaso hasta otrofinis terrae? Se ha derrumbado el Este, pero el Este sigue all¨ª, al Este del Oeste, tal vez a modo (le consuelo. ?Qu¨¦ pasar¨¢? Un torvo belicismo se respira en Europa. Se habla de Europa unida, pero en sus entra?as crepitan nacionalismos impensados, guerras civiles que ya abren sus fuegos. El se?or de apellido japon¨¦s que decret¨® el fin de la historia, ?se habr¨¢ hecho el haraquiri? En todo caso, la historia que se mueve en estos d¨ªas ha decretado el fin del se?or de apellido japon¨¦s.
Al otro lado de este Finisterre palpitan islassin descubrir. Ojal¨¢ Europa repita su Col¨®n, hecho improbable a todas luces. Pero ?qui¨¦n puede profetizar? ?Habr¨¢ otra R¨¢bida hoy en d¨ªa? ?D¨®nde queda, si la. hay? ?En Espa?a o en otro lugar? ?O en ning¨²n lugar? Lo cierto es que el mundo est¨¢ por rehacerse. Por este fin de siglo en que vagan los fantasmas positivistas del siglo anterior vagan as¨ªmisnio los que ser¨¢n fantasmas el fin de siglo que viene. Este finis terrae tambi¨¦n se cruzar¨¢. As¨ª lo dicta la condici¨®n humana. No s¨¦ lo que vendr¨¢. Me da cobijo pensar que siempre habr¨¢ un l¨ªmite al que se ha de regresar para volver a partir y escuchar el canto de aves canoras sin nombre conocido, pero otras. Siempre otras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.