Impresentable
El jard¨ªn de FalerinaLa palabra "lata", en el sentido de "discurso o cosa fastidiosa", deriva de cuando significaba vara, o palo. Dar la lata ser¨ªa primero golpear, aturdir: y de ah¨ª, aburrir. Lo aprendo de Corominas-Pascual y lo uso para describir El jard¨ªn de Falerina, de Calder¨®n, representado por alumnos de la Escuela de Teatro Cl¨¢sico, dirigida por quien es director del Centro Nacional de Nuevas Tendencias: una lata, un palo al aire libre, en la Olimpia. Relativamente libre, ese aire: no s¨®lo por el calor, que lo hac¨ªa de plomo, sino porque no dejaba la libertad de huir, que tanto apetec¨ªa.No hay que respetar a Calder¨®n: su enredo carolingio es completamente t¨®pico, cuando se llega a comprender entre una muestra de vocabulario conceptuoso, alusivo a todas las mitolog¨ªas y leyendas posibles, y sin que Ana Rossetti echara una mano al espectador en su adaptaci¨®n. Su labor mejor ha sido la de cortar, como ha podido y por donde ha podido; y queda entenebrecido por la ignorancia de la prosodia y el asombro de los actores al decir el verso.
Calder¨®n de la Barca
Adaptaci¨®n de Ana Rosetti. Direcci¨®n: Guillermo Heras. Int¨¦rpretes: alumnos de la Escuela de Teatro Cl¨¢sico, de la Compa?¨ªa Nacional. Escenograf¨ªa: Javier Navarro Zubillaga.Olimpla. Madrid, 27 de agosto.
Pobres ninfas
Los alumnos de la Escuela de Teatro Cl¨¢sico no tienen la m¨¢s leve idea de lo que est¨¢n diciendo: supongo que sus profesores o el director se lo habr¨¢ explicado, si lo han entendido, pero no lo han hecho bien. De todas formas, cuando un barroco se dispara es imposible alcanzarle: que se pierda en su querida espesura.Estos alumnos son los seleccionados; y se les exige una cierta experiencia profesional. Asusta pensar c¨®mo ser¨¢n los otros; y tambi¨¦n ver lo que la Compa?¨ªa Nacional ha hecho con estos chicos de su escuela.
Lo que ha hecho Guillermo Heras con su direcci¨®n no es tampoco f¨¢cilmente disculpable. Para dejar su firma ha metido nuevas tendencias en el espect¨¢culo, lo que hace m¨¢s rid¨ªcula su representaci¨®n: no cuadra nada, y las pobres ninfas, por ejemplo, son de desastre. No peores que los otros. Como alumnos, dejan viva la esperanza de que aprender¨¢n m¨¢s y m¨¢s, hasta hacer papelitos en compa?¨ªas normales y as¨ª comenzar a saber algo.
Sirvan los aplausos que les dedicaron para estimularles a la humildad y el estudio incesante. Por ahora, este espect¨¢culo es impresentable: ni siquiera en Almagro, tan desdichado ya.
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