"Es hermoso ver c¨®mo el Este y el Oeste intercambian sus plumas"
Martin Walser (Caballo en fuga, Dorle y WW, Matrimonio en Phillipburg) es conocido en Espa?a por su literatura, y en su propio pa¨ªs lo es tambi¨¦n por sus opiniones. Izquierdista, ha sido compa?ero de viaje de los comunistas, y como pacifista ha sido un cr¨ªtico feroz de la guerra fr¨ªa y de la divisi¨®n alemana. "El d¨ªa en que Washington y Mosc¨² hagan la paz Alemania se reunificar¨¢", dijo hace a?os, cumpliendo la misi¨®n de profeta que tienen los narradores. Y a?adi¨®: "Y ellos [Washington, Mosc¨²] nunca tendr¨¢n paz en tanto que Alemania no se reunifique". Su esperanza y su felicidad ("es hermoso ver c¨®mo el Este y el Oeste se sientan ya en una misma mesa y se intercambian las plumas", dec¨ªa cuando Bush y Gorbachov firmaron la desaparici¨®n de la amenaza nuclear) estuvieron a punto de caer en un pozo cuando el golpe en la URSS.Pregunta. ?Qu¨¦ sensaci¨®n le ha producido a usted la soluci¨®n del golpe?
Respuesta. Nosotros, los alemanes, tenemos razones para mostrarnos m¨¢s felices que el resto del mundo porque tanto el golpe como su soluci¨®n positiva muestra que la reunificaci¨®n alemana se produjo a tiempo. Hubo intelectuales alemanes que creyeron que se hab¨ªa ido demasiado deprisa en el proceso. Lo que ha pasado en Mosc¨², y las consecuencias previsibles que aquello pudo haber tenido, nos indica que los pol¨ªticos que protagonizaron la reconciliaci¨®n estaban en lo cierto cuando actuaron tan deprisa como fue posible.
P. ?Y qu¨¦ sinti¨® mientras estuvo en vigor el golpe?
R. Me sent¨ª horrorizado, aterrorizado, y me dije: creemos que hemos alcanzado la felicidad, que hemos superado la guerra fr¨ªa, que se acab¨® la guerra del Golfo, que era como una guerra del pasado y de pronto te encuentras que todo se paraliza.
P. ?Ha variado en alg¨²n sentido su criterio acerca de Gorbachov en el curso de estos acontecimientos?
R. Tenemos tanto que agradecerle a Gorbachov... Es el mejor pol¨ªtico que ha existido a lo largo de mi propia vida: acab¨® con la guerra fr¨ªa y nadie ha hecho tantas cosas por reconciliar los dos mundos desde 1946. Un hombre excepcional.
P. ?Con futuro?
R. De momento, ha dado cuerpo a la transici¨®n: otro no lo hubiera hecho con un tacto tan exquisito. Es el que tiene sobre s¨ª la responsabilidad del dise?o del futuro, y est¨¢ bien que sea as¨ª.
P. Recibe muchos improperios...
R. Es natural: es como Jano. Tiene dos caras y ser¨¢ malentendido por todas partes porque justamente es un hombre en el medio, el que da puerta a todas partes.
P. ?Y Yeltsin?
R. Yeltsin representa una querella interior, una ri?a rusa: eso no nos debe cegar a la hora de analizar lo que pasa en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Siento que hist¨®ricamente ha terminado la guerra fr¨ªa y que para consolidar ese sentimiento de paz nosotros tenemos que preservar a personalidades como Gorbachov.
P. Volvamos a la literatura. Usted acaba de escribir un libro sobre su infancia. ?Qu¨¦ es la infancia para usted?
R. El momento m¨¢s decisivo de mi vida. El m¨¢s duro y el m¨¢s hermoso.
P. ?Y qu¨¦ pas¨® en ese momento?
R. El hecho fundamental para mi en particular fue que coincidi¨® con el tiempo de Hitler. La infancia es como la primavera en la vida, y en este caso ese periodo estuvo rodeado, acosado, por el fascismo. Fueron momentos muy dif¨ªciles: la muerte del padre, la penuria econ¨®mica. Un periodo que destruy¨® mi capacidad para fiarme de los otros. Me despoj¨® del talento para la esperanza, me inclin¨® hacia la ansiedad y la angustia, me llev¨® al miedo.
P. ?Cree usted que las consecuencias de aquel miedo las padece s¨®lo su generaci¨®n alemana o es un factor que ha ca¨ªdo sobre la gente de su edad en toda Europa?
R. Fue un momento muy especial para mi pa¨ªs. Hace alg¨²n tiempo tuve que hablar en Munich sobre la Alemania dividida. Empec¨¦ diciendo que yo no pod¨ªa aceptar la divisi¨®n porque yo nac¨ª en un pa¨ªs que se llamaba Alemania y como el momento de mi infancia fue el m¨¢s importante de mi vida no pod¨ªa asumir por nada del mundo que ese pa¨ªs en el que yo me hab¨ªa criado ya no iba a existir jam¨¢s.
P. El elemento central de su libro es la relaci¨®n con su madre. ?C¨®mo era?
R. Mi madre era extremadamente cat¨®lica. Como en la Edad Media. Sin dudas, firme en sus creencias. La persona m¨¢s religiosa que he conocido en mi vida. Silenciosa: su ternura carec¨ªa de lenguaje. Sin gestos. La expresi¨®n fue destruida por el sentimiento religioso. Cuando en 1957 publiqu¨¦ Matrimonio en Phil1ipburg, mi primera novela, de m¨¢s de 500 p¨¢ginas, mi madre soport¨® su lectura hasta la p¨¢gina 130. Despu¨¦s no pudo seguir: no pod¨ªa aceptarla. A?os m¨¢s tarde, un joven sacerdote le vino a ver porque hab¨ªa le¨ªdo esa novela y quer¨ªa compartir con ella sus opiniones. Desde entonces crey¨® que no era tan perverso en aspectos mora les. Pero no sigui¨® leyendo.
P. ?Las heridas de la infancia no se curan nunca?
R. Jam¨¢s. Yo no me he podido recuperar nunca de mi infancia cat¨®lica. Confesar era algo terrible. Eso me destruy¨® para toda la vida.
P. ?C¨®mo le afect¨®?
R. Lo tom¨¦ muy en serio: us¨¦ el vocabulario que me dijeron que deb¨ªa utilizar para la confesi¨®n. Y lo m¨¢s importante: hab¨ªa que arrepentirse. ?C¨®mo se dice en espa?ol?. Arrepentirse: suena como lo que es. Lo trat¨¦, pero nunca pude arrepentirme. La contradicci¨®n entre el hecho de la confesi¨®n y la imposibilidad del arrepentimiento me convirti¨® en una persona que jam¨¢s ser¨ªa capaz de ser realmente libre.
P. Usted vive en un pa¨ªs muy hermoso. ?C¨®mo fue posible que esta felicidad aparente hubiera sido destruida de tal manera por la guerra?
R. Donde hay m¨¢s vida y m¨¢s belleza siempre acaba habiendo m¨¢s muerte. Contra ello no hay defensa: esas cosas pasan, el paisaje no es defensa alguna, la felicidad no previene contra la desgracia. Tenemos palabras para lo que no tenemos. Si la felicidad fuera verdadera y eterna no habr¨ªa una palabra para decirla.
P. ?Qu¨¦ fue lo m¨¢s terrible de la guerra para su generaci¨®n?
R. Auswitchz. C¨®mo fue posible que esa monstruosidad llegara a. ocurrir, qu¨¦ condiciones hist¨®ricas tuvieron que conjuntarse para que pasara aquello. C¨®mo se instal¨® entre nosotros esa verg¨¹enza. Su consecuencia mortal no se detuvo en la matanza de jud¨ªos: fue tambi¨¦n la propia divisi¨®n moral de Alemania.
P. ?No cree que la memoria puede borrar los efectos de aquella barbaridad?
R. Eso no lo borrar¨¢ nada al menos en lo que dure mi vida. Sin embargo, estoy contento de que mis hijos puedan hablar ahora de Auswitchz con menos verg¨¹enza que yo. Y verg¨¹enza es en este caso una gran palabra.
P. ?Se siente usted culpable?
R. Yo no puedo describir el estado de mi mente: algunos de mis colegas piden a veces a nuestros compatriotas que se sientan culpables. Mi experiencia me ense?a que uno no puede hablar de la culpa de los otros. S¨®lo puede hablar de la culpa propia. Es imposible decir que uno se siente culpable o no. As¨ª que mantengamos silencie, sobre la palabra culpa.
P. Usted afirm¨® que la paz vendr¨ªa con la reunificaci¨®n alemana. Y con la paz entre Mosc¨² y Washington. Y ya ¨¦stos se sientan juntos y Alemania es una sola.
R. Esa es la ¨²nica felicidad que yo he experimentado en mi vida. En mil a?os nada ha ocurrido de esa manera que nos pueda. llenar de tanto orgullo a los humanos: que el ¨²ltimo Imperio, el imperio sovi¨¦tico, acabe y, lo haga de manera m¨¢s bien pac¨ªfica, resulta una especie de maravilla. "Nunca fue as¨ª, y eso debe reconfortar al g¨¦nero humano: todav¨ªa puede haber guerras, golpes, pero la evidencia es que la transici¨®n entre un imperio y un estado federal y democr¨¢tico se est¨¢ haciendo.
P. ?Cu¨¢l ser¨¢. el nuevo cap¨ªtulo de esta luna de miel?
R. El futuro no es mi pa¨ªs: yo no s¨¦ adivinar. Futuro es una palabra como Dios o felicidad. Vivo de las palabras y las palabras con el pasado. Ahora: la amenaza que hay sobre la luna de miel que se empe?a en vivir el mundo son los fundamentalistas que sigue habiendo en todas partes.
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