Jean Tinguely, creador de la escultura en movimiento, muere en Berna
El escultor suizo instal¨® sus monumentales 'maquinas absurdas' en diversas ciudades
El escultor y pintor suizo Jean Tinguely falleci¨® el viernes en un hospital de Berna, a los 66 a?os, a consecuencia de una hemorragia cerebral. Artista vinculado a la vanguardia europea de posguerra, sus monumentales esculturas m¨¢quinas y m¨¢quinas absurdas, realizadas con objetos industriales usados, ocuparon los principales museos y lugares p¨²blicos de ciudades como Par¨ªs, Nueva York, Mil¨¢n o Basilea. En Espa?a, sus piezas llamaron la atenci¨®n entre la oferta de las ferias de Arco. Tinguely se defin¨ªa como "un artista del movimiento".
Nacido el a?o 1925, en la ciudad suiza de Friburgo, siendo el hijo ¨²nico de un industrial del chocolate, Jean Tinguely, fallecido el viernes en Berna a los 66 a?os, pareci¨® como predestinado para subvertir precisamente los fundamentos emblem¨¢ticos del pr¨®spero orden razonable de la comunidad helv¨¦tica, cuyas bases econ¨®micas han sido, siguiendo el orden sectorial t¨®pico: una riqueza agr¨ªcola basada en los derivados l¨¢cteos; otra, industrial, en las m¨¢quinas de precisi¨®n, y, por ¨²ltimo, una tercera, financiera, en la prosperidad bancaria; en una palabra: el chocolate, la relojer¨ªa y el ahorro.S¨®lo un nativo del lugar pod¨ªa ser capaz de organizar un completo l¨ªo con estas virtudes p¨²blicas en las que se resum¨ªa la ciudad ideal de la moral burguesa, porque, para lograrlo, m¨¢s que bombas, hab¨ªa que saber mezclarlas unas con otras, alterando, a su vez, la funci¨®n de cada una: del dulce, la funcionalidad; de la m¨¢quina, el placer, y el ahorro, la especulaci¨®n.
Energ¨ªas festivas
De esta manera, hedonista de las m¨¢quinas sin objeto y derrochador de energ¨ªas festivas, como un nuevo Pantagruel de la vanguardia, Tinguely no s¨®lo pudo con la seriedad compacta de sus compatriotas, sino con todo ese esp¨ªritu de domesticaci¨®n productiva que ha convertido al hombre contempor¨¢neo occidental de la civilizaci¨®n industrial en un disciplinado y unidimensional ser que trabaja para consumir. Pero no lo hizo de cualquier manera, sino de la forma m¨¢s precisa y eficaz: desde el interior de esas m¨¢quinas que se hab¨ªan convertido en las catedrales del mundo contempor¨¢neo.
Antes, en cualquier caso, de comentar las hilarantes trampas que liberadoramente no ha dejado de producir a lo largo de toda su vida Tinguely, recordar¨¦ su temprana fascinaci¨®n por Malevitch, Schwitters, Klee y la Bauhaus, as¨ª como por los futuristas y los surrealistas, en todo lo cual se puede adivinar ya su evoluci¨®n art¨ªstica futura. Con todo, fue a partir de su instalaci¨®n en Par¨ªs, el a?o 1952, que cronol¨®gicamente coincidi¨® con el triunfo de la pintura informalista francesa y la aparici¨®n de las primeras reacciones en su contra, cuando la trayectoria de Tinguely tom¨® un rumbo definido.
Ya al final de su etapa de formaci¨®n art¨ªstica, en Suiza, y al margen de las significativas inclinaciones que entonces demostraba por la deificaci¨®n vanguardista de la m¨¢quina y su doble, o, si se quiere, su reverso, s¨®lo pareci¨® haber podido disfrutar de verdad como pintor y constructor de marionetas, donde, en efecto, el gesto mec¨¢nico est¨¢ al servicio de la risa, pero a¨²n le faltaba esa complicidad pr¨¢ctica y te¨®rica para llevar a cabo con amplitud su ideal subversivo.
En Par¨ªs, por de pronto, enseguida se ali¨® con los agitadores mec¨¢nicos, que, a trav¨¦s de la geometr¨ªa, la construcci¨®n, la ciencia y la industria trataban de atar corto a los subjetivos estetas del tachismo informal, a esos artistas que pretend¨ªan ser, como sarc¨¢sticamente los defini¨® el pintor espa?ol Eduardo Arroyo, que tambi¨¦n tuvo ocasi¨®n de combatirlos, "animales que pintaban".
Eso signific¨®, en lo que se refer¨ªa al escultor Jean Tinguely, su primera alianza con los artistas geom¨¦tricos y normativos, futuros protagonistas del arte cin¨¦tico y ¨®ptico.
En cualquier caso, no puede extra?arnos en absoluto esta simpat¨ªa art¨ªstica inicial por parte del joven vanguardista procedente del pa¨ªs de los relojes, al que ya comenzaba a cuadrarle bien ese dictado est¨¦tico de Marcel Duchamp del oculismo de precisi¨®n.
Perversidad
No obstante, ya que hablamos de Duchamp, al que Tinguely adoraba, pues no en balde hab¨ªa sido el autor de las m¨¢quinas solteras, entre otras maquinaciones igualmente diab¨®licas, he de decir que la plenitud perversa del joven artista suizo no alcanz¨® su punto ¨¢lgido hasta su alineaci¨®n con los neodada¨ªstas, una multinacional tendencia proteica de la vanguardia de los cincuenta destinada a convertirse en fundamental eslab¨®n o trampol¨ªn para el salto de pr¨¢cticamente todos los movimientos art¨ªsticos radicales hasta la definitiva crisis de la vanguardia producida en la d¨¦cada de los setenta.
Quiero decir que, a partir de esos neodada¨ªstas, que, bajo la sombra de Duchamp, prosperaron tanto en Am¨¦rica -Cage, Johns, Rauschenberg- como en Europa -el Nuevo realismo, en Francia; Zero, en la antigua RFA, o Azimuth, en Italia-, se crearon las bases en las que posterior y sucesivamente fueron el op art, el pop art y hasta el arte conceptual.
Tinguely, sin duda, desempe?¨® un deslumbrante papel de protagonista en el nuevo realismo y en zero, pero, como ocurre s¨®lo con los artistas aut¨¦nticamente geniales, su labor creativa no termin¨® con la animaci¨®n de modas coyunturales.
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