Dilema para Hassan
AYER SE cumpli¨® la fecha fijada por el secretario general de las Naciones Unidas para la entrada en vigor del alto el fuego entre el Ej¨¦rcito de Marruecos y el del Frente Polisario. Se trata del paso previo al inicio de la ¨²ltima fase del proceso de autodeterminaci¨®n del S¨¢hara, que debe culminar con el refer¨¦ndum previsto para enero pr¨®ximo. A mediados de agosto, sin embargo, la declaraci¨®n del rey Hassan rechazando cualquier refer¨¦ndum que no fuera "de confirmaci¨®n de la marroquinidad del S¨¢hara" hizo temer una interrupci¨®n del proceso. Esas sospechas aumentaron cuando el Gobierno de Rabat, escud¨¢ndose en motivos f¨²tiles, lanz¨® una ofensiva contra tropas polisarias y poblaciones civiles controladas por el Frente Polisario. El objetivo era claramente provocador. Una respuesta por parte de los saharauis hubiera, tal vez, obligado a la ONU a mediar en busca de un nuevo alto el fuego, fijar otro calendario y, en fin, suspender o aplazar la fase final del proceso previsto.En realidad, Hassan tiene un dilema dif¨ªcil de resolver: respetar escrupulosamente la legalidad internacional y exponerse a la posibilidad de la p¨¦rdida del S¨¢hara o impedir ¨¦sta a costa de su respetabilidad. Todo indica que har¨¢ lo posible por retrasar la decisi¨®n, pero que si llega el momento en que intuya que puede perder la consulta, impedir¨¢ que se celebre. Una urgente gira del ministro de Asuntos Exteriores marroqu¨ª, Filali, por las capitales de los pa¨ªses miembros del Consejo de Seguridad para volver a insistir sobre los puntos de vista de Rabat ha tenido escaso ¨¦xito, especialmente en Londres y Washington. La respuesta casi un¨¢nime de sus hom¨®logos ha sido que Marruecos debe respetar la voluntad de la ONU y dejar de una vez de obstaculizar los planes del secretario general, P¨¦rez de Cu¨¦llar.
A partir de ahora, si se mantiene el alto el fuego, podr¨¢ procederse al despliegue completo de la Misi¨®n de las Naciones Unidas para el Refer¨¦ndum del S¨¢hara Occidental (Minurso), el cuerpo de 2.800 observadores -los cascos azules- que vigilar¨¢ el cumplimiento del plan de la ONU. Ello encierra para Rabat el riesgo de que un retraso indefinido de la consulta prolongar¨¢ tambi¨¦n la presencia de esa misi¨®n, dando la impresi¨®n de que es la ONU la que por fin est¨¢ al mando de la administraci¨®n colonial (y no un Marruecos que desde 1976 pretende haber anexionado definitivamente ese territorio).
Dos son los problemas principales con que se enfrenta ahora la ONU. Por una parte, el acantonamiento de las tropas marroqu¨ªes y saharauis: 65.000 soldados marroqu¨ªes y entre 5.000 y 6.000 saharauis (es interesante que Rabat empezara exigiendo el acantonamiento de 65.000 soldados polisarios, pr¨¢cticamente la totalidad de los saharauis censados en 1974). Mientras esto no ocurra, el riesgo de incidentes seguir¨¢ siendo grande. Por otra, la confecci¨®n del censo, utilizando como base el que realizara la Administraci¨®n espa?ola en 1974 y que integran poco m¨¢s de 70.000 votantes. La nueva lista deber¨ªa haberse hecho p¨²blica el 9 de agosto pasado para permitir as¨ª reclamaciones y reajustes. Marruecos, responsable de su confecci¨®n, no ha querido sacarla a la luz hasta haber incluido en ella nada menos que a 120.000 personas residentes de zonas fronterizas y trasvasadas a territorio marroqu¨ª con mucha anterioridad al planteamiento de la cuesti¨®n saharaui. Como era de esperar, la oposici¨®n polisaria a esta pretensi¨®n es absoluta.
Con el alto el fuego se ha dado un paso adelante, pero el camino por recorrer es mucho. Es lamentable que el endurecimiento de las posiciones respectivas -la de unos porque olfatean una inesperada victoria, la de otros porque temen la derrota- haga por el momento imposible una verdadera soluci¨®n basada en la negociaci¨®n y la b¨²squeda de consensos viables.
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