Un hermoso ballet
Que el toreo tiene algo de ballet es indudable. Es un fen¨®meno que, desde el punto de vista est¨¦tico, se puede entroncar, sin esfuerzo, en las ¨¢reas del ritmo, de la cadencia y del sentimiento. Pero el toreo es mucho m¨¢s que ballet. Es riesgo, es hondura, es, sobre todo, dominio de la fiera.Julio Aparicio, que est¨¢ dotado de una gracia especial y que tiene, adem¨¢s, la rara virtud de improvisar en la cara del toro, realiz¨® en su primero una alada faena de muleta, en donde estuvo presente el garbo, la inspiraci¨®n, el ritmo y la cadencia. Falt¨®, sin embargo, la hondura, la emoci¨®n del riesgo y el mando sobre el toro. Falt¨® ajuste y entrega.
Sin embargo, Aparicio encandil¨® al p¨²blico, lo cual es comprensible, y desde luego tiene m¨¦rito cortar dos orejas con una faena tan enjoyada pero tan superficial. Fue un hermoso ballet. Eso no est¨¢ desde luego al alcance de cualquiera, pero Aparicio tiene gracia por arrobas. Lo malo es que tambi¨¦n sabe torear con hondura y se prodiga poco.
Buend¨ªa / Manzanares, Mart¨ªn, Aparicio
Toros de Joaqu¨ªn Buend¨ªa, bien presentados, excepto 6% terciado, manejables. Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: media delantera y tres descabellos (pitos); pinchazo y estocada ca¨ªda (pitos). Pepe Luis Mart¨ªn: dos pinchazos sin soltar y descabello (vuelta); estocada ca¨ªda (dos orejas). Julio Aparicio: estocada (dos orejas); estocada ca¨ªda (algunos pitos). Mart¨ªn y Aparicio salieron a hombros.Plaza de la Real Maestranza de Ronda, 7 de septiembre. Lleno.
Cautela
Al sexto, no quiso ni verlo. El toro, distra¨ªdo y descastado, exig¨ªa taparle el mundo, cosa que Aparicio no hizo. Lo ali?¨® con excesiva cautela.Pepe Luis Mart¨ªn no pod¨ªa, tras las dos orejas de Aparicio, irse de vac¨ªo. Y tambi¨¦n consigui¨® cortarlas. Una parte del premio correspondi¨® al esfuerzo del torero y el resto a la benevolenc ' ?a del p¨²blico. El toro, nada boyante, gazapeaba y resultaba dificil ligarle.
Mart¨ªn, desde luego, salvo en tres naturales, no se los lig¨®. No se acopl¨® con el toro en los redondos, y generalmente, ten¨ªa que marcharse antes de rematarlos.. Calde¨® a sus paisanos en la parte final de su quehacer, con un molinete por cada lado y unas ajustadas manoletinas. Fue una faena larga y de aislados muletazos de buena factura. En todo momento falt¨® el hilv¨¢n.
M¨¢s enjudia tuvo su faena al segundo. Especialmente toreros fueron los muletazos iniciales: un trincherazo, uno de la firma y el de pecho, todos con gran temple y sentimiento. Las series de naturales fueron desiguales. Brill¨® m¨¢s en los ayudados por alto, el molinete y el afarolado. La espada frustr¨® el ep¨ªlogo triunfal.
La actuaci¨®n de Manzanares no fue de ballet si no de baile con chimp¨²n. No tuvo en ninguno de sus dos toros un momento de quietud, de confianza.
Sin arriesgar
Qu¨¦ enojoso debe ser vestirse de torero cuando no se est¨¢ dispuesto a asentar las zapatillas en la arena. Su primero ten¨ªa poca fuerza, aunque no se cay¨®, y corta trayectoria. El toro val¨ªa poco, pero desde luego no estuvo el de Alicante por encima de ¨¦l.La misma desconfianza acus¨® en el cuarto, que tampoco era boyante, pero que, consinti¨¦ndole, hubiera dado juego. No arriesg¨® Manzanares ni un alamar.
Le dio varios naturales con temple, pero estirando la figura cuando hab¨ªa pasado la cabeza. Tampoco estuvo por encima de su enemigo.
La corrida goyesca, que celebr¨® el s¨¢bado su 35? edici¨®n, tiene en la afici¨®n un especial atractivo. Las entradas se hab¨ªan agotado hac¨ªa varios d¨ªas. El art¨ªfice de la continuidad del tradicional festejo, el maestro Antonio Ord¨®?ez, cumple este a?o el 40? aniversario de su alternativa.
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