El frailecillo y la Virgen
Este fraile quiere que la Virgen deje de serlo por su amor humano. Algo as¨ª le pasaba al monge de la novela g¨®tica de Lewis, y algo parecido en algunas heterodoxias. A este fraile le ha gustado siempre la. Virgen en las estampitas de distintas advocaciones; pero tiene una inclinaci¨®n especial por la Dolorosa de la capilla de su monasterio. Rapta la imagen para violarla.Pero hay un milagro, una aparici¨®n: la Virgen le plantea la elecci¨®n entre su cuerpo, que est¨¢ dispuesto a ofrecerle, pero que le har¨¢ perder el alma, o la castidad, que le ser¨¢ premiada con la llegada al cielo sin pasar por el purgatorio y para que gocen juntos, all¨¢, de placeres muy por encima de la carne.
No cuento lo que elige ¨¦l y lo que pasa despu¨¦s por hurtar algo, por conservar alg¨²n misterio y alg¨²n pudor. Pero s¨ª puedo decir que Nancho Novo, autor de esta Maldita seas -un t¨ªtulo que parece de Nieva, como otras cosas de la obra- se detiene ante la blasfemia Final, pone dudas al milagro y no quiere ir demasiado lejos.
Maldita seas
Autor y director: Nancho Novo. Int¨¦rpretes: ?ngel Pardo, Ana Latorre, Carlos Velasco. Escenograf¨ªa y dise?o: Miguel Brayda. Producci¨®n: Al y Del Teatro. Tercera muestra de teatro madrile?o. Sala Galileo, 10 de septiembre.
Y que unos toques de humor y de fr¨ªo a las pasiones suceden al largo principio de la obra, que es un mon¨®logo con algunas interrupciones. Un mon¨®logo ardido, como las brasas que parecen salir de las paredes de la celda: bien escrito, pero no tan sugerente como para que no parezca que su longitud est¨¢ hecha para dar tiempo a la obra, para ganarlo, para que dure, por lo menos, la hora y cuarto, que ahora es una dimensi¨®n muy frecuente. Lo que es de acci¨®n externa se precipita y el relato o confesi¨®n se prolonga.
Ingenuidad y locura
El mon¨®logo lo dice con la ingenuidad y la locura que se requiere del personaje ?ngel Pardo, actor con experiencia comercial pero que sabe plegarse a este tipo de teatro de tentativa o de ensayo, de circuito marginado: tanto que, dentro de esta tercera muestra de teatro madrile?o, no puede ocupar m¨¢s de dos d¨ªas de representaci¨®n: ya ha desaparecido, y tendr¨ªa p¨²blico para m¨¢s. El que ha acudido fue mayoritariamente joven, risue?o y muy justamente dado al aplauso para el autor y para el principal actor de la obra.
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