M¨¢s que una pel¨ªcula
Le sobra a esta pel¨ªcula la mitad de su t¨ªtulo: basta un Don Juan que lo dice todo y que no necesita de esa parcelaci¨®n de en los infiernos, porque la obra de Su¨¢rez aborda y consigue transmitir una visi¨®n total -y original, aunque Moli¨¨re est¨¦ en algunos di¨¢logos- del mito, del gran mito, junto con Quijote y Celestina, de la literatura castellana. Tan es as¨ª, que de ahora en adelante, como hay un Don Juan del padre de la comedia francesa, y lo hay de Tirso, de Byron, de Zorrilla, de Mozart y de tantos otros, hay que a?adir a la gran lista el nombre de Su¨¢rez, porque su Don Juan puede mirar a sus predecesores cara a cara.Si, en cine como en cualquier arte, una obra maestra es la que intenta crear en forma de mito o de f¨¢bula la representaci¨®n de un modelo de comportamiento humano de alcance universal, y en ese intento lo que su creador busca se acerca y finalmente coincide con lo que encuentra, este Don Juan de Su¨¢rez es una obra maestra. Puede discut¨ªrsele la oportunidad de ese fantasmag¨®rico pr¨®logo del que arranca: es cuesti¨®n de opiniones; y la de este comentarista es que tal pr¨®logo es innecesario y que, por consiguiente, sobra. Pero a partir de que, tras ese pr¨®logo, la imagen toma tierra en la escena del buhonero conductor de la extra?a caracola ante la fachada de El Escorial, nada falta ni sobra en esta bella recreaci¨®n del mito. Y la maestr¨ªa campea a sus anchas por la pantalla.
Don Juan en los infiernos
Direcci¨®n: Gonzalo Su¨¢rez. Gui¨®n: Gonzalo Su¨¢rez y Azucena Rodr¨ªguez. Fotograf¨ªa: Carlos Su¨¢rez. M¨²sica: Alejandro Mass¨®. Montaje: Jos¨¦ Salcedo. Espa?a, 1991. Int¨¦rpretes: Fernando Guill¨¦n, Charo L¨®pez, Mario Pardo, H¨¦ctor Alterio, Ana ?lvarez, Ignacio Sierra, Manuel de Blas, Oleg Fedorov, Yelena Samarina, Ayanta Barilli. Estreno en Madrid: cines Renoir y Roxy A.
Palabra e imagen
Es un lugar com¨²n, que se repite una y otra vez -probablemente por derivaci¨®n rutinaria de los an¨¢lisis de sus primeros filmes-, decir en sentido peyorativo que Gonzalo Su¨¢rez es m¨¢s escritor que cineasta. Es posible que, a prop¨®sito de este su Don Juan, la rutina vuelva a repetirse y que una vez m¨¢s nada vuelva a decirse con ella. Su¨¢rez es escritor y su cine es de escritor, pero su condici¨®n de cineasta seagiganta por ello, ya que crear im¨¢genes a la altura de sus palabras y no chirr¨ªe el acoplamiento entre unas y otras es doble m¨¦rito.
En efecto, en un ejemplo deslumbrador, hacer decir en una pantalla las palabras que se dicen entre s¨ª Don Juan y Sganarel -poes¨ªa rom¨¢ntica en el sentido noble y elevado- y que las im¨¢genes que discurren por esa pantalla no sean de rango est¨¦tico inferior a esas palabras es algo que est¨¢ al alcance de muy pocos cineastas, pues pocos est¨¢n capacitados para elaborar periodos ret¨®ricos -insistimos que en sentido noble- de la envergadura sonora que los que Su¨¢rez pone en boca de Guill¨¦n y Pardo (que encabezan con Charo L¨®pez un reparto de int¨¦rpretes formidables) y que ambos no queden empeque?ecidos por im¨¢genes de inferior calidad. Lo que se ve en este Don Juan est¨¢ a la altura de lo que se oye, y esto que se oye son palabras mayores. Y si circula por ah¨ª un gusto por el cine mal escrito, he aqu¨ª un ejemplo de lo contrario. El cine est¨¢ de enhorabuena.
Im¨¢genes de gran fuerza -incluida la incursi¨®n ralentizada en la violencia, que Su¨¢rez toma de prestado a su maestro amigo Sam Peckinpah en la pen¨²ltima escena del filme- se engarzan con palabras de no menos belleza y fuerza. Y del precipitado entre ambas salen a flote ideas y ese entendimiento del mundo que toda verdadera idea arrastra consigo. De ah¨ª que Don Juan es m¨¢s que una pel¨ªcula, de la misma manera que toda gran literatura es siempre algo m¨¢s que un libro. Filmes como ¨¦ste se trascienden; son algo m¨¢s que objetos de consumo de cultura en forma de espect¨¢culo. Son contribuciones al conocimiento de lo que, desde que la especie humana existe, les ocurre a los hombres; monumentos de la imaginaci¨®n que nada nuevo dicen, sino que indagan en lo mismo de siempre y lo vuelven a decir, pero dicho de otra manera, ¨¦sta si in¨¦dita.
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