Giscard d'Estaing escandaliza a Francia con su propuesta de restablecer el derecho de sangre frente a la emigraci¨®n
Val¨¦ry Giscard d'Estaing insiste en que que no pretende "arrojar aceite al fuego", pero la verdad es que la ha armado. Los franceses s¨®lo hablan del art¨ªculo que el ex presidente public¨® el pasado s¨¢bado en Le Figaro Magazine. Al hablar de una "invasi¨®n" de inmigrantes y proponer el restablecimiento del derecho de sangre como ¨²nico modo de acceder a la nacionalidad francesa, Giscard, seg¨²n la izquierda y parte del centro y la derecha, ha ido m¨¢s lejos que Jean-Marie Le Pen en la senda de la xenofobia y el racismo.
Le Pen no puede ocultar su felicidad por la evoluci¨®n del debate franc¨¦s sobre los trabajadores extranjeros. El jefe del ultraderechista Frente Nacional proclama con iron¨ªa que los ¨²ltimos comentarios sobre este asunto del neogaullista Jacques Chirac y el liberal Giscard le han colocado a ¨¦l en "el centro del espectro pol¨ªtico". Chirac y Giscard, dice Le Pen, est¨¢n hoy ,"a la extrema derecha" del Frente Nacional.Chirac, que el pasado junio habl¨® de "el olor y el ruido insoportables" de los inmigrantes, es el ¨²nico l¨ªder pol¨ªtico que expresa su acuerdo con los comentarios de Giscard, que le parecen "la expresi¨®n misma del sentido com¨²n" y traducen, a su juicio, "lo que piensa la mayor¨ªa de los franceses". Una encuesta realizada el pasado domingo por la cadena televisiva TF-1 revela que casi el 60% de los franceses est¨¢n de acuerdo con lo dicho por Giscard.
En esa misma cadena, Giscard insisti¨® en que las diferencias de nivel de vida entre el Norte y el Sur, la facilidad de las comunicaciones y el crecimiento demogr¨¢fico galopante de los pa¨ªses m¨¢s pobres hacen prever la llegada de una "invasi¨®n" de inmigrantes a Francia y a otros pa¨ªses europeos. Posteriormente, en declaraciones a una emisora de radio, el ex presidente precis¨® que si la expresi¨®n "invasi¨®n" molesta, ¨¦l puede aceptar la de "movimiento masivo de poblaci¨®n". Para hacer frente a tal "invasi¨®n", el ex presidente propone restablecer el ius sanguinis o derecho de sangre. Eso implicar¨ªa que s¨®lo ser¨ªan considerados ciudadanos franceses aquellas personas nacidas de padres franceses, hijos a su vez de franceses. En la actualidad s¨®lo tres pa¨ªses comunitarios -Alemania, Irlanda y Grecia- aplican estrictamente este derecho de sangre. El resto, incluida Francia, reconoce tambi¨¦n el ius soli o derecho de suelo: la posibilidad de otorgar la nacionalidad a los nacidos en el pa¨ªs, con independencia de su origen familiar.
Las declaraciones de Giscard no han conseguido ni tan siquiera la unanimidad de la oposici¨®n. El neogaullista Philippe Seguin las califica de "intempestivas", y su compa?ero de partido Patrick Devecijian recuerda que "13 millones de franceses tienen ancestros extranjeros". El centrista Pierre M¨¦haignerie declara que no est¨¢ seguro de que "haya que ir tan lejos". Seg¨²n el presidente del Partido Republicano, Fran?ois Leotard, Francia "siempre ha sido un gran pueblo y nunca una raza".
Si la molestia y la cautela dominan en el centro y la derecha, la indignaci¨®n prima en el campo de la izquierda. "Un horror", dice el empresario marsell¨¦s Bernard Tapie. "Un paso m¨¢s en la carrera hacia la pesadilla xen¨®foba", afirma Jack Lang, ministro de Cultura y portavoz del Gobierno socialista. "Un ejemplo de cinismo pol¨ªtico, oportunismo electoral y demagogia", remata el ministro de Educaci¨®n, Lionel Jospin.
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