Adolfo Dom¨ªnguez resurge de las "cenizas"
Ausente de los desfiles de moda, prepara nuevos proyectos tras el incendio de su empresa
"Yo... llor¨¦", y entonces Adolfo Dom¨ªnguez lo repite por segunda vez con una expresi¨®n helada y a la vez muy ¨ªntima Ocurri¨® la noche del 27 de junio, en el pol¨ªgono de San Cipri¨¢n (Orense). Los 6.000 metros cuadrados de lo que ¨¦l denomina "el cerebro de la empresa, el cuartel general", ardieron como uno m¨¢s de esos fuegos de verano que maldicen Galicia. En la 14? edici¨®n de la Pasarela Cibeles, que la semana pasada cerr¨® sus puertas en Madrid, Dom¨ªnguez ejerci¨® de espectador de primera fila. Despu¨¦s de ocho temporadas consecutivas ofreciendo su moda racional, austera en ornamentos, limpia en el corte y enrevesada en el color, el dise?ador gallego que all¨¢ por los setenta recorr¨ªa las tiendas de media Espa?a en cuatro ruedas y un par de bocadillos, no pudo hacer desfile.La hoguera se lo llev¨® todo: el almac¨¦n, con las producciones de ropa a punto de servir, la oficina, y las mesas de dise?o con la colecci¨®n de verano -en bolsas ya- que al cabo de tres d¨ªas ten¨ªa que presentar en Par¨ªs. Mil quinientos millones de pesetas en p¨¦rdidas. "Lo presenci¨¦ todo, pasaba en coche por all¨ª delante y lo vi todo, sin poder hacer nada. Me qued¨¦ alucinado, asombrado, pero a la vez tranquilo. Supongo que mi mente se qued¨® bloqueada. Veinticuatro horas m¨¢s tarde me di cuenta, despert¨¦, y entonces, ?ah!, entonces ca¨ª".
Vestido con camiseta blanca, chaqueta oscura y unas gafas de sol que en seguida despertaron comentarios morbosos -"soy astigm¨¢tico y no soporto la luz directa de los focos", aclarar¨ªa luego- el creador asisti¨® reservado y con temple a un par de desfiles. Para ¨¦l lo de menos son las suspicacias levantadas a ra¨ªz del incendio, las lenguas que especularon sobre el t¨®pico de fuego provocado, el seguro y los beneficios. "No me preocupan las habladur¨ªas, ni me duelen, de verdad, hay otras cosas m¨¢s importantes por las que sufrir. He recibido muchos palos en la vida y ¨¦ste es uno m¨¢s. El tener no es importante porque en media hora puede desaparecer todo. Esto te da humildad, que no viene mal. En la vida s¨®lo te vence la muerte", sentencia Adolfo Dom¨ªnguez.
No es la primera vez que este dise?ador de 41 a?os y padre de tres hijas sufre las consecuencias de las llamas. "Hace ocho anos, se quem¨® mi casa. Un cortocircuito provoc¨® un fuego que se ceb¨® con mi biblioteca, que era lo m¨¢s entra?able para m¨ª. El fuego se prendi¨® a las tres de la madrugada y a esa misma hora yo estaba terminando El nombre de la rosa. Desde entonces no colecciono nada, odio tener cosas. La vida te va ense?ando a un desprendimiento progresivo", manifiesta.
No obstante, en esta ocasi¨®n el creador se ha visto obligado a intentar recuperar algunos rastros de la obra que viene construyendo desde hace casi dos d¨¦cadas: ni una diapositiva, ni un prototipo, ni un patr¨®n. Durante este verano ha saltado entre aeropuertos para gestionar la puesta en marcha de su empresa. Dice que los bancos y las administraciones se han portado bien y que pronto sabr¨¢ con lo que podr¨¢ disponer para erigir de nuevo su taller. Unas 50 tiendas repartidas por todo el mundo, y que junto a la cosm¨¦tica suman 5.000 millones de facturaci¨®n anual, esperan en breve la nueva colecci¨®n. Luego est¨¢ Jap¨®n, donde en dos a?os se van a abrir 16 tiendas Adolfo Dom¨ªnguez, la primera de ellas este mismo mes.
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