Los consaburenses
En aquel 11 de septiembre de 1891, los vecinos de Consuegra est¨¢n, en general, alegres. A¨²n no ha concluido la recolecci¨®n, pero la cosecha viene siendo buena, y el verano, como ellos dicen, ha sido "muy completo". Hasta 10 simientes de trigo y 30 de cebada han dado muchas tierras, y las vi?as, con la uva bien madurada, prometen vino bueno y abundante. La mayor parte de los graneros rebosan de grano y paja y la gente empieza a hablar de las pr¨®ximas fiestas, que, como de costumbre, el se?or alcalde, Luis Cantador y Rey, ha convocado para los d¨ªas 21 a 23 de este mes de las mieses: fuegos artificiales, m¨²sica, cuca?as, bailes, y por la noche una funci¨®n de teatro por alguna far¨¢ndula itinerante, ilusionan a casi todos.El verano ha sido caluroso, pero desde hace tres d¨ªas una racha de tormentas, que vienen de los Montes de Toledo, sacude toda la comarca. El vendaval las precede levantando en alocada danza el polvo de las eras, y el rayo y el trueno alucinan el horizonte mientras cortinas de agua caen sobre la villa y su entorno, ocultando por momentos edificios y paisaje. Estas lluvias han ido embraveciendo al r¨ªo Amarguillo, que habitualmente, como dec¨ªa del Manzanares una. obra de g¨¦nero chico, "tiene menos agua que una botella de vino". El r¨ªo Amarguillo, nacido en el collado de La Mirla, por la Sierra de La Calderina, pero a¨²n en la vertiente que manda sus aguas al Guadiana, divide por gala en dos Consuegra en su marcha hacia el Cig¨¹ela, al que entrega su parco caudal y descansa. Ese d¨ªa, en torno a las ocho de la ma?ana, el r¨ªo desborda los d¨¦biles muros de terrapl¨¦n que le encauzan y sus aguas invaden la planta baja de las casas de su ribera. Aunque eso ha ocurrido en varias ocasiones anteriores, el alcalde, hombre alerta, hace vocear un preg¨®n rogando a los vecinos de las inmediaciones del r¨ªo que desalojen sus viviendas y se trasladen a la zona alta de la villa. Pero la mayor parte de ellos no siente miedo y no se mueven de sus casas ni llevan sus ganados y sus pertenencias a lugar m¨¢s seguro. M¨¢xime cuando la tempestad parece amainar y el nivel del r¨ªo comienza a descender. Pero, r¨ªo arriba, las aguas de las fort¨ªsimas lluvias y las de los arroyos confluyentes se han acumulado en la zona de retenci¨®n que produce una antigua presa romana, y, hacia las diez de la noche, ya dormida en sus casas la gente de la ribera, esa masa de agua, junto a ¨¢rboles, aperos y pedruscos arrastrados por ella, rompe el estribo izquierdo de la presa y, en imparable y bramante torrentera, arrasa las casas de adobe y se lleva y golpea los cuerpos de los aterrados labradores y de sus familias, junto a restos de muros, enseres, ganado y cosechas almacenadas. Casi 400 muertos y un sinflin de heridos fue el balance tr¨¢gico de esta gota fria que cay¨® sobre Consuegra. Para colmo, las nov¨ªsimas instalaciones de la Estaci¨®n Telegr¨¢fica, inauguradas dos meses antes, por estar en la proximidad del r¨ªo, quedaron inservibles y el alcalde hubo de enviar a un zagal en una caballer¨ªa para dar noticia de la cat¨¢strofe a su colega de Madridejos, el cual mand¨® el primer telegrama al ministro de la Gobernaci¨®n, Silvela, del Gabinete de C¨¢novas, y pudo as¨ª enterarse Espa?a entera de la tragedia.
Consuegra es ahora un pueblo en forma, como lo demuestra el buen estado de sus calles y edificios, lo limpio del lecho del r¨ªo al que enjamban ocho puentes de hierro o de hormig¨®n, y las ganas de hacer cosas que se percibe en sus autoridades. Y todo pueblo en forma est¨¢ atento al presente, espera del futuro y recuerda el pasado, cumpliendo lo que dec¨ªa san Agust¨ªn de que "Futuro, pasado y presente aparecen como espera, memoria y atenci¨®n". Los consaburenses tienen la rara virtud de tener larga memoria y de ser agradecidos. As¨ª, justamente el 11 del mes en que estamos, han conmemorado el centenario de aquella inundaci¨®n. Los crespones negros que cubr¨ªan ese d¨ªa los balcones del Ayuntamiento y el monumento inaugurado no ven¨ªan solamente a recordar a los vivos las v¨ªctimas desaparecidas hace un siglo, sino asimismo a agradecer a los representantes de individuos e instituciones la ayuda que dieron ejemplarmente en aquella noche triste, y en las que siguieron, para paliar tanta desgracia: las fuerzas del Ej¨¦rcito y de la Guardia Civil; el arzobispo de Toledo; los frailes franciscanos de la provincia de San Gregorio, que se dedicaron especialmente a buscar y enterrar los cad¨¢veres; las terciarias franciscanas, que improvisaron un hospital; el Servicio de Correos y Tel¨¦grafos; los organismos locales, provinciales y del Estado; etc¨¦tera. La reina regente, do?a Mar¨ªa Cristina, a la saz¨®n veraneando con la corte en San Sebasti¨¢n, fue la primera en reaccionar, al recibir un telegrama del alcalde de Consuegra, nombrando un comisario regio y abriendo, con su propia aportaci¨®n, una suscripci¨®n nacional, que control¨® eficazmente el Banco de Espa?a y que alcanz¨® cifras equivalentes a 400 millones de pesetas de hoy.
Pero tambi¨¦n estuvo all¨ª la prensa de toda Espa?a, que galvaniz¨®, con el aldabonazo de los titulares de sus primeras p¨¢ginas, la solidaridad nacional. Por eso los organizadores de esta celebraci¨®n invitaron tambi¨¦n a representantes de la Asociaci¨®n de la Prensa de Madrid y del Colegio de Periodistas de Catalu?a. Y como entre tanto peri¨®dico se destac¨® el diario El Imparcial de Madrid, cuyo director de hecho era entonces mi abuelo paterno, Jos¨¦ Ortega Munilla, tambi¨¦n me invitaron a m¨ª, como nieto suyo ligado a mundo de la prensa.
Todo buen peri¨®dico debe dedicar campa?as e informaciones a cubrir los vac¨ªos, las zonas bald¨ªas que dejen en cada momento el Estado, los organismos de todo orden y la misma sociedad. Cuando la pol¨ªtica amenaza con derivar a la dictadura o al caciquismo, debe defender m¨¢s que nunca la libertad; cuando la corrupci¨®n gangrena los agentes pol¨ªticos o sociales, debe denunciar el delito y exigir la depuraci¨®n, y cuando, como en la riada que comentamos, no existen servicios de socorro ni ayudas estatales de zonas catastr¨®ficas y todo es improvisaci¨®n, debe levantar con su voz m¨¢s potente la solidaridad de los dem¨¢s y ayudar a remontar los desastres. El Imparcial hizo esto, y, para no pecar de orgullo familiar al contarlo, dejo la palabra al cronista oficial de la ciudad, Francisco Dom¨ªnguez Tendero,
Los consaburenses
que pertenece como yo al mundo del papel. Este ilustre cronista ha sido, junto con el alcalde, Gumersindo Quijorna del ?lamo, el alma de esta celebraci¨®n, y autor de una excelente Memoria-centenario, a un mismo tiempo erudita y period¨ªstica, de la que he sacado todo mi saber sobre los sucesos relatados. Y as¨ª, leemos en sus p¨¢ginas:"Jos¨¦ Ortega Munilla se convirti¨® en capit¨¢n de una empresa excepcional: El Imparcial en Consuegra, trasladando a la villa siniestrada un verdadero cuerpo de redacci¨®n. Abri¨® por s¨ª mismo una suscripci¨®n con una aportaci¨®n inicial correspondiente al importe total de la venta del diario de cinco d¨ªas (su tirada era entonces ya pr¨®xima a los 100.000 ejemplares) m¨¢s el salarlo de un d¨ªa de toda la plantilla (...) y construy¨® un barrio, que a¨²n lleva el nombre de El Imparcial, de unas 100 viviendas para los que hab¨ªan perdido la suya en la riada, y, por su pobreza, no constaban en el amillaramiento...". Cuenta tambi¨¦n el cronista que mi abuelo prohij¨® a un hu¨¦rfano, el ni?o Dolores, al que alberg¨® en su casa madrile?a y al que dio carrera y porvenir. Yo recuerdo haberlo visto de peque?o, ¨¦l mayor -"Lolo" o "Lolillo", como le llamaban-, visitando a mis abuelos.
Un amplio paseo en la margen izquierda del Amarguillo -ya domesticado- lleva el nombre de Ortega Munilla para testimoniar el agradecimiento de los consaburenses por su labor. "Fue mi tiempo", ha escrito ¨¦l mismo, "el de la regencia de Mar¨ªa Cristina. Ah¨ª estaban C¨¢novas y Sagasta, Sarasate y Gayarre, Zorrilla y Campoamor, Vico y Rafael Calvo (...) el papa Le¨®n XIII celebraba su jubileo (...) mor¨ªa Fern¨¢ndez y Gonz¨¢lez (...) se inauguraban la exposici¨®n de Barcelona y la de Filipinas en el Retiro (...) se estrenaba La Gran V¨ªa (...) Salmer¨®n tronaba contra la monarqu¨ªa y Pi y Margall contra la Espa?a unitaria (...) pero a¨²n daba el sol en las bardas de Castilla". No es extra?o que, en aquel mundo de la restauraci¨®n, las iniciativas del peri¨®dico m¨¢s influyente, como era El Imparcial, tuvieran amplia repercusi¨®n.
Sirvan estas l¨ªneas para expresar a la noble gente de Consuegra mi emoci¨®n y mi agradecimiento por el recuerdo fervoroso que guardan a mi abuelo.
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