Futuro para Asturias
Ante un problema grave, antiguo y complejo, sustituir el an¨¢lisis matizado por la caricatura puede tener serias consecuencias. Definir las posiciones asturianas sobre Hunosa en base a conceptos como sindical-regionalismo es una torpeza que puede obstaculizar el abrir los caminos de futuro.En Asturias, la mayor¨ªa no est¨¢ por el mantenimiento de un statu quo sin futuro. Es obvio que aqu¨ª hay quien se sit¨²a en posiciones demag¨®gicas. As¨ª, entre otros, quienes con dual lenguaje son partidarios de mantener todos los puestos de trabajo existentes en el sector p¨²blico asturiano, cuesten lo que cuesten, "no sobra ning¨²n minero en Asturias" (Aznar dixit), y el r¨ªo revuelto; tambi¨¦n hay quienes, prietas las filas contra Madrid, atizan el incendio regional, olvidando que sus rescoldos pueden acabar con la esperanza de los asturianos en su futuro. El Gobierno regional que presido es consciente de una situaci¨®n que necesita. una nueva direcci¨®n, arriesgada y, en cierta medida, dolorosa, de cambio real.
No es funci¨®n nuestra negociar el plan de futuro de Hunosa; sindicatos y empresa tienen la exclusiva responsabilidad. Pero s¨ª lo es afrontar las consecuencias de lo que se negocie. Y asumimos esta dura tarea.
Algunas empresas p¨²blicas en Asturias, y Hunosa entre ellas, deben afrontar un claro redimensionamiento para reducir sus p¨¦rdidas, y ello, por l¨®gica solidaridad, exige en paralelo acciones en¨¦rgicas cara a la regeneraci¨®n del tejido industrial y del empleo en las zonas afectadas. Dentro de este marco no tengo discrepancia alguna con las l¨ªneas maestras de la pol¨ªtica econ¨®mica de saneamiento y de modernizaci¨®n que lleva adelante el Gobierno espa?ol.
Pero, as¨ª como el objetivo global es compartido, y estoy convencido de que ser¨¢ bueno para Asturias, tengo fundadas dudas de que, en el caso concreto de Hunosa, los procedimientos de aplicaci¨®n sean los adecuados. A¨²n m¨¢s, pueden ser contradictorios con el objetivo de cambio positivo que en teor¨ªa se persigue, y que podr¨ªa compartirse.
Asturias es una regi¨®n de tradici¨®n industrial, con sectores b¨¢sicos, problem¨¢ticos y en declive en toda Europa. Sectores que, por abandono de sus anteriores propietarios, est¨¢n hoy mayoritariamente gestionados por el INI. A estos sectores se suma la dif¨ªcil posici¨®n geoecon¨®mica de Asturias en el noroeste peninsular, con accesos a¨²n dif¨ªciles a los ejes de desarrollo m¨¢s din¨¢micos del pa¨ªs.
No es casual que las p¨¦rdidas de empleo en el sector p¨²blico industrial, desde hace ocho a?os, se cifren en unos 15.000 empleos netos. Si el volumen de empleo total de Asturias, se ha mantenido, e incluso ha crecido liger¨ªsimamente, es gracias al dinamismo de nuevos sectores econ¨®micos, gestionados por empresarios y no por tenderos, como despectivamente dice alguno, y tambi¨¦n a un ingente esfuerzo por cambiar un rumbo de dif¨ªcil futuro.
De hecho, el redimensionamiento a la baja de Hunosa no es cuesti¨®n de hoy. Durante los ¨²ltimos ocho a?os, de manera paulatina e incesante, se ha venido reduciendo mucho el tama?o del empleo minero, con actuaciones compensatorias, tambi¨¦n paula-tinas, que generaran, sin duda, nuevas posibilidades de actuaci¨®n industrial en el territorio minero (PNIC, Sodeco).
Redimensionamiento
As¨ª que, si lento parece hoy el proceso de redimensionamiento a la baja del empleo minero, tambi¨¦n habr¨¢ que reconocer que lo es el esfuerzo de regeneraci¨®n del medio ambiente, la apertura de nuevas comunicaciones, la generaci¨®n de empleos alternativos en las cuencas.
El plan de futuro de Hunosa pretende acelerar mucho el redimensionamiento a. la baja del empleo minero, sin que se visualicen en tal plan las acciones que impidan que las consecuencias del proceso no sean traum¨¢ticas para las cuencas mineras.
Es cierto que el Gobierno ha manifestado su disposici¨®n a crear un grupo de trabajo espec¨ªfico con el objetivo de configurar acciones que permitan, a trav¨¦s de medidas de ordenaci¨®n del territorio, de mejora de las comunicaciones, de medio ambiente, de la educaci¨®n, de formaci¨®n profesional, de suelo industrial, y espero tambi¨¦n que de incentivaci¨®n econ¨®mica, hacer viable y visible la reindustrializaci¨®n.
Pero, a la fecha de hoy, la falta de concreci¨®n genera graves incertidumbres. Los mineros asturianos conocen muy bien las experiencias de regeneraci¨®n de zonas mineras realizadas en otros pa¨ªses (B¨¦lgica, Francia y Alemania). La emigraci¨®n minera asturiana tras las huelgas del a?o 1962 nos han familiarizado con la realidad de estos pa¨ªses, y as¨ª sabemos que las zonas mineras degradadas de Nord-Pas de Calais, de Lieja (Charlerol) y Renania son hoy zonas regeneradas en su h¨¢bitat, en su tejido industrial y en la esperanza de sus habitantes.
Es l¨®gico que aqu¨ª no se entienda que en la Espa?a de hoy pueda realizarse una pol¨ªtica de reordenaci¨®n minera que no lleve a los resultados comprobados en los pa¨ªses citados, donde se mantuvo la actividad el tiempo preciso para configurar un futuro distinto. Desde el Ministerio de Industria se apunta como soluci¨®n anticipada al problema el esfuerzo en materia de incentivos econ¨®micos para la instalaci¨®n de la empresa Dupont de Nemours en Asturias.
No ser¨¦ yo quien niegue la extraordinaria importancia que tiene y que tendr¨¢ esta empresa para Asturias, ni que reste un ¨¢pice a la fundada esperanza de que la cultura empresarial, de gesti¨®n, de relaciones laborales y de innovaci¨®n industrial de Dupont de Nemours sea relevante para nuestro futuro. Pero, con ser un importante logro, no es por s¨ª solo suficiente. El problema es de mucha mayor envergadura y coincide con la reordenaci¨®n sider¨²rgica que se produce en el ¨¢rea geogr¨¢fica de influencia directa de Dupont.
Quienes viven y trabajan en las cuencas mineras no han elegido vivir ni trabajar all¨ª. Pero all¨ª viven, y para que dejen de considerar como el ¨²nico posible un trabajo cruel y dur¨ªsimo tiene que ser factible que vislumbren la posibilidad de que sus hijos puedan alcanzar otros.
Es injusto y simplificador afirmar que mejor hubiera sido cerrar hace a?os Hunosa e invertir el dinero que cost¨®, desde entonces, en la realizaci¨®n de las inversiones que hoy, dram¨¢ticamente, se echan en falta.
A lo largo de estos ¨²ltimos ocho a?os, y no quiero entrar en letan¨ªa de agravios, ?cu¨¢ntas actividades ha tenido que subvencionar el Estado espa?ol, procurando que vivieran mientras se pon¨ªan los medios de sustituirlas o modernizarlas?
Todas estas consideraciones enmarcan el an¨¢lisis del procedimiento que se est¨¢ siguiendo para afrontar el plan de Hunosa. Cuesti¨®n que no es balad¨ª.
Una reordenaci¨®n de empleo como la que se pretende hacer, exige lograr un clima de acuerdo incompatible con la multitud de filtraciones y declaraciones que se han sucedido a lo largo de los ¨²ltimos meses. Exige buscar un cierto consenso social, sobre todo si se pretende realizar, como se dice, una activa pol¨ªtica de reindustrializaci¨®n.
Cambio de posici¨®n
L¨ªderes sindicales que hace tres a?os eran cerrados partidarios del mantenimiento del nivel de empleo existente, sin querer entrar a valorar alternativa alguna ni proceso de cambio, hoy admiten p¨²blicamente su necesidad. Esto es un significativo y positivo cambio de posiciones. Por tanto, no es cierto que los sindicatos mineros quieran conseguir que nada se mueva, que se mantenga el statu quo. Esta posici¨®n de progreso, por otro lado, la mantiene el sindicato de orientaci¨®n socialista desde hace bastantes a?os. Tengo la impresi¨®n de que en el proceso negociador hay un serio problema de interlocuci¨®n de confianza, y de intento de solventar de una vez por todas viejas querellas. Si no se supera este ¨¢nimo y se arrincona el pasado, nada se avanzar¨¢.
Los mineros valoran la oferta de jubilaciones anticipadas, pero tienen un fundado temor a que el coste de ¨¦stas, unido al obligado mantenimiento de las subvenciones para cubrir las p¨¦rdidas de explotaci¨®n, no d¨¦ horizonte a la empresa a partir de 1993 ni al empleo que quede despu¨¦s de las jubilaciones. Es esta cuesti¨®n cl¨¢ve clarificar. Nadie lo ha hecho. Es un grav¨ªsimo error.
En un proceso de cambio necesario, imponer da peor resultado que acordar. Si se pretende vencer sin ceder, se podr¨¢ obtener la victoria, pero ser¨¢ p¨ªrrica, porque para conseguirla se habr¨¢ dado lugar a una tensi¨®n social de tal calibre que, adem¨¢s de efectos pol¨ªticos impredecibles, puede generar una radical retracci¨®n de las inversiones en Astur¨ªas, con consecuencias infinitamente m¨¢s gravosas para el Estado que los efectos de la flexibilizaci¨®n de la postura negociadora, modificando el plan de futuro de Hunosa, por doloroso que sea ceder, en algo que, en todo caso, no es sustancial ni contrario a la racionalidad econ¨®mica.
Est¨¢n en juego la esperanza de un territorio muy poblado, la credibilidad pol¨ªtica de los socialistas y la obtenci¨®n de los frutos del gran esfuerzo realizado en los ¨²ltimos ocho a?os.
Hoy no hay guerras en el golfo P¨¦rsico. Nadie discute la OTAN, tampoco hay grandes referentes ideol¨®gicos. Y, por ello, temo mucho que Asturias se convierta en un campo de batalla ideol¨®gica, donde puedan combatir la izquierda emocional y la derecha, que prefiere romper, como Sans¨®n, los pilares del templo, pensando irresponsablemente que sus tejas van a caer s¨®lo sobre los socialistas.
Es preciso conseguir un acuerdo que lleve sosiego y esperanza, porque si la tensi¨®n salta, y se rompe el clima de concordia social, se ahuyenta la inversi¨®n, y quienes pagar¨¢n los platos rotos no ser¨¢n los que han deseado el choque, ser¨¢n los trabajadores asturianos y todos los que creemos que esta regi¨®n est¨¢ llamada a ser, por sus caracter¨ªsticas naturales y de talante, uno de los ¨¢mbitos m¨¢s agradables para vivir y trabajar de Espa?a y, posiblemente, de la Europa occidental. Quien tiene el deber de conseguir la cooperaci¨®n no debe optar por colocar a los asturianos en posici¨®n de resistir.
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