Un a?o demasiado largo para algunos

Desde la pol¨ªtica alemana, el tiempo parece haber adquirido la consistencia de un chicle. Para algunos, la unificaci¨®n parece mucho m¨¢s vieja de lo que es, especialmente para algunos pol¨ªticos. Lothar de Maiziere, ese hombre peque?ito de barba blanca rala que aparec¨ªa siempre junto a la inmensidad del canciller Kohl, como la mejor met¨¢fora de las dos Alemanias que se un¨ªan, no podr¨¢ soplar la primera vela desde el palco.El hombre que se hizo cargo del desacreditado partido democristiano (CDU) de la RDA y que entreg¨® a Kohl el Estado que presid¨ªa abandon¨® definitivamente todos sus cargos y dej¨® la pol¨ªtica hace un mes. Los esqueletos que guardaba en el armario segu¨ªan haciendo ruido.

La siniestra sombra de la Stasi, la polic¨ªa secreta, le persigui¨® hasta el final. Con su ca¨ªda se abr¨ªa la purga de los viejos colaboracionistas que consiguieron hacerse con un hueco -ahora se ve que provisional- en la nueva Alemania.

Pero no s¨®lo las cunetas de la ex RDA est¨¢n llenas de cad¨¢veres pol¨ªticos. En Occidente, la oposici¨®n socialdem¨®crata ha tenido tambi¨¦n sus p¨¦rdidas. Desde Walter Momper, alcalde de Berl¨ªn Occidental cuando la ca¨ªda del muro, y el hombre que se perfilaba como posible l¨ªder del partido, ahora en la oscuridad total, hasta el propio Oskar Lafontaine, una de las v¨ªctimas m¨¢s notables de la unificaci¨®n alemana.