El olvido del Primer Mundo
Al menos 30 millones de africanos se hallan seriamente amenazados por el hambre este a?o, seg¨²n datos de la Organizaci¨®n Mundial para la Alimentaci¨®n (FAO). Cat¨¢strofes naturales, interminables y cruentas guerras civiles, malversaci¨®n de los fondos por parte de las administraciones, ca¨ªdas de las materias primas y sequ¨ªas siguen recortando las ya exiguas rentas per c¨¢pita de los pa¨ªses africanos.En este contexto se han levantado las voces de quienes advierten a las masas de que las reformas democratizadoras -si bien necesarias- no van a ser la panacea de sus problemas econ¨®micos. A las habituales lacras se a?ade ahora un nuevo peligro para los africanos: la prioridad dada por los pa¨ªses europeos a la reconstrucci¨®n del Este o el alivio de las secuelas de la guerra del Golfo pueden distraer parte de las ayudas de las que tradicionalmente dependen las agotadas econom¨ªas africanas.
El temor al abandono occidental no s¨®lo tiene como punto de referencia el campo econ¨®mico. La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn ha facilitado el alto el fuego en Angola y la puesta marcha del plan de paz en el S¨¢hara Occidental; ha tambaleado a los dictadores que se manten¨ªan en el poder en raz¨®n de su alineaci¨®n incondicional a uno u otro lado del tel¨®n de acero, como es el caso del proestadounidense Siad Barre en Somalia, y la de su contrincante y vecino, el prosovi¨¦tico Mengistu Haile Mariam.
Pero la ca¨ªda de la cotizaci¨®n geostrat¨¦gica de los pa¨ªses africanos tambi¨¦n ha facilitado la indiferencia de las grandes superpotencias sobre el desarrollo de los conflictos que amenazan con devorar a varios de sus pa¨ªses.
En el caso de Etiop¨ªa estaba claro que EE UU deseaba por todos los medios la desaparici¨®n del detestable dictador marxistaleninista. Pero los analistas se preguntan ahora si no hubiese sido mejor que Washington utilizara su influencia sobre los rivales del dictador para lograr una salida negociada al conflicto.
El resultado, aseguran incluso diplom¨¢ticos occidentales, hubiese sido menos expeditivo, pero con garant¨ªas m¨¢s duraderas. Y, sobre todo, no se hubiese situado en posici¨®n de fuerza a la guerrilla eritrea, que ahora no se contenta con la compensaci¨®n de una autonom¨ªa amplia para su provincia e insiste en la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n.
De lograr la secesi¨®n por la v¨ªa legal, Eritrea podr¨ªa convertirse en el foco de una nueva epidemia para el ?frica subsahariana, donde no hay pa¨ªs que no tenga al menos una comunidad con aspiraciones independentistas.
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