Perd¨®n
El Senado ha propuesto un proyecto de reforma de la Ley de Circulaci¨®n basado en el principio de que el conductor espa?ol es intr¨ªnsecamente perverso o idiota cong¨¦nito. Bajo Franco no est¨¢bamos maduros para la democracia y ahora no estamos maduros para conducir autom¨®viles. En nin g¨²n momento se ha amenazado al s¨¦?or Solchaga con 30 a?os y un d¨ªa de inhabilitaci¨®n o con retirarle el camet de ministro por recortar la inversi¨®n en carreteras, ni se ha enviado de embajador a la isla Caim¨¢n al anterior ministro de Obras P¨²blicas por teorizar que construir carreteras era reaccionario. Nuestras carreteras son tragic¨®micas y nuestras ciudades disponen de transportes p¨²blicos clandestinos (perdonen por la exageraci¨®n), pero en cualquier caso est¨¢n a la altura de culpabilidad del espa?ol medio como conductor.Por su parte, quienes ten¨ªan que mejorar la ley Corcuera la han dejado convertida en una pinochetez exquisita, algo m¨¢s elegante que antes porque no se le puede negar al corrector, se?or Mohedano, una elegancia natural de la que carece Corcuera. Pero as¨ª como los senadores est¨¢n empe?ados en demostramos que no estamos maduros para la conducci¨®n, la ley Corcuera es una resurrecci¨®n sutil de un estado de excepci¨®n generalizado y del principio de que seguimos sin estar maduros para la democracia despu¨¦s de 12 o 13 a?os de ensayarla. Mucho me temo que en algo hemos ofendido al poder y lo vamos a pagar. Por ejemplo, los senadores nos pasan ahora factura de que les reprob¨¢semos su conducta de votar con los pies, y el poder, en su conjunto, nos pasa factura porque alguien le ha llamado a Corcuera El Chispas y no se ha tratado con el debido respeto, hay que reconocerlo, a una clase pol¨ªtica que se ha hecho a s¨ª misma casi en dos d¨ªas. Yo pido perd¨®n, humildemente, en nombre propio y en el de mis conciudadanos.
Perdona a tu pueblo, Se?or.
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