La hora l¨ªrica de Espa?a
Doce, quince salidas, aplausos interminables, estruendoso pateos positivo, como lo es en Alemania, gritos, peticiones; as¨ª fue anteanoche el triunfo de Alfredo Kraus, maestro de tenores, en Francfort. La hora de Espa?a, bello t¨ªtulo bergmaniano hecho lema en la Feria Internacional del Libro, lo fue tambi¨¦n en la l¨ªrica.Los francfortianos recordaban el Rigoletto y el Werther de Kraus, que cant¨® aqu¨ª en 1964 y 1978, respectivamente, y han acudido en bloque, junto a representantes de la cultura espa?ola, a la Alter Oper, reconstruida, hace cinco a?os, para sala de conciertos, en tanto las ¨®peras se representan en el nuevo teatro de corte y gusto modernos.
Kraus, a sus 64 a?os, conserva todas las cualidades que le dieron fama: la voz se mantiene joven; el agudo, valiente; la administraci¨®n de las respiraciones, perfecta; el fraseo, bellamente musical, y la dicci¨®n, en franc¨¦s, italiano o espa?ol, admirable. El plan din¨¢mico de sus versiones resulta muy rico de matices, siempre nobles y sin servirse pr¨¢cticamente del falsete, mal bastante al uso. Los filados y la media voz de los grandes resplandecen en la t¨¦cnica de Alfredo Kraus, a lo que a?ade, en su portentosa madurez, una emoci¨®n sin demagogia que convence primero y entusiasma despu¨¦s.
Alfredo Kraus
Recital de arias y canciones. Francfort (Alemania), 9 de octubre.
'M'appari', de Martha; 'Por quoi me reveller', de Werther; el lamento de Federico, de La arlesiana, de Celan, constituyen cimas en la interpretativa krausista, a las que sum¨®, como propina, 'La donna', de Rigoletto, como si dijera: he ah¨ª el bel canto, entero y verdadero, que el canto de Alfredo Kraus es siempre lecci¨®n. Repleg¨® su voz en la ¨ªntima Invitaci¨®n al viaje, de Dupare, y ofreci¨® lecciones de elegancia espa?ola en la jota de Falla; la monta?esa Ya no va la ni?a, de Ota?o, y el Poema, sobre Campoamor, de Turina.
Este repertorio, tan masculino como denota su texto, es frecuentemente abordado por nuestras voces femeninas, pero en la de hombre adquiere mayor naturalidad, bien se trate de los andaluces Cantares, bien de las engalladas Locas por amor, aut¨¦ntico romanticismo tard¨ªo.
Para final, la zarzuela, que siempre veo como creaci¨®n popular de amplia onda dentro de nuestro nacionalismo, al que aliment¨® y con el que se identific¨®. Vives y Soroz¨¢bal, los a?os veinte y los treinta, Do?a Francisquita y La tabernera del puerto. Nueva raz¨®n para las aclamaciones y el superlativo ¨¦xito, en el que tuvo su parte el pianista Edelmiro Arnaltes, cada d¨ªa mejor acompa?ante.
Babelia
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