El Ej¨¦rcito sovi¨¦tico en Lituania se sume en la desmoralizaci¨®n
"Entiendo muy bien a los oficiales del ej¨¦rcito blanco (contrarrevolucionario) cuando, al no poder cumplir con su cometido, emigraban o se pegaban un tiro", dice con un tono algo desesperado el capit¨¢n Sura, de guardia en la guarnici¨®n de Vilna, la misma de donde salieron en enero pasado los tanques para aplastar a la poblaci¨®n civil que defend¨ªa la famosa torre de televisi¨®n en la capital lituana.
Sura, de 43 a?os, como muchos de sus compa?eros no sabe ni cu¨¢ndo ni como tendr¨¢n que abandonar Lituania los 45.000 soldados sovi¨¦ticos. Tampoco lo sabe, en sus declaraciones a EL PA?S, el jefe del Departamento de Defensa de Lituania, Audrius Budkevicius. El presidente lituano, Vitautas Landsbergis, calific¨® recientemente al Ej¨¦rcito sovi¨¦tico en su pa¨ªs como "tropas de ocupaci¨®n" y reclam¨® su retirada inmediata. Esta afirmaci¨®n contrasta con el lenguaje pragm¨¢tico de Buclkevicius, quien llevar¨¢ las negociaciones con los sovi¨¦ticos. El Gobierno de Vilna pide a la URSS la retirada de las tropas del Ej¨¦rcito del Ministerio del Interior antes de marzo de 1992, y la de todas las dem¨¢s unidades del Ej¨¦rcito Rojo en un. plazo de dos a?os, y no de cinco a siete como desea Mosc¨².Seg¨²n Budkevicius, el problema es de ¨ªndole t¨¦cnica. "Deben tener a d¨®nde ir", dice, y se?ala que Lituania est¨¢ dispuesta a acoger a aquellos oficiales que deseen quedarse en su territorio.
Tal es, precisamente, el caso del capit¨¢n Sura, quien habla un lituano atropellado pero es electr¨®nico de profesi¨®n y espera poder encontrar un empleo civil en Vilna, una vez que se retire -dentro de medio a?o, aproximadamente-. No piensa, de todas formas, alistarse en el Ej¨¦rcito nacional lituano. "No puedo prestar m¨¢s que un juramento militar en mi vida", explica.
A cambio de conceder el derecho de residencia; la casa y la jubilaci¨®n a personas como el capit¨¢n Sura, Lituania desea obtener parte del material b¨¦lico del que disponen las tropas sovi¨¦ticas desplegadas en su territorio, para reforzar as¨ª su precaria defensa, unos 19.000 hombres, seg¨²n Budkevicius.
Por el momento, las tropas siguen en Vilna y en otras tres guarniciones. Para Landsbergis, su presencia constituye un hipot¨¦tico peligro en el caso de un nuevo golpe en Mosc¨². No obstante, es dif¨ªcil imaginarse tal peligro cuando se visita la guarnici¨®n de Vilna. S¨®lo las enormes pancartas hablan de las "heroicas haza?as del Ej¨¦rcito Rojo" y de "la consolidaci¨®n del internacionalismo por el Ej¨¦rcito", mientras la falta de motivaci¨®n de la tropa parece general.
La baja moral de los soldados no es, sin embargo, ning¨²n consuelo para los lituanos. Audrius Azubalis, portavoz presidencial, insiste en que las negociaciones sobre el aspecto t¨¦cnico de la salida de las tropas sovi¨¦ticas estacionadas en Lituania. deben comenzar "cuanto antes". Budkevicius, por su parte, asegura que en dos semanas los soldados sovi¨¦ticos dejar¨¢n de controlar las fronteras de Lituania. "?Qui¨¦n sabe qu¨¦ har¨ªa el capit¨¢n Sura si recibiera nuevamente ¨®rdenes de acabar con la independencia de Lituania?", pregunta sin embargo Casimiras, un ingeniero de Vilna que no se f¨ªa nada ni del letargo en que se encuentra la guarnici¨®n de Vilna ni de los prop¨®sitos pac¨ªficos del capit¨¢n Sura.
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