Seis Anitas Hill contra un alcalde
Seguro que ninguna espa?ola ha seguido con tanto inter¨¦s el caso del juez norteamericano como las seis funcionarias del Ayuntamiento de Alboraya (Valencia) que se querellaron el pasado junio contra el alcalde, Jos¨¦ Cabello, por acoso sexual reiterado. "La pena es que Anita Hill haya tardado tanto en denunciarlo y que sea una mujer sola. Porque si yo hubiera estado sola, nunca me hubiera decidido a denunciarlo", explicaba ayer Mar¨ªa Jes¨²s Furi¨®, una de las funcionarias municipales.El pasado 8 de junio se decidieron a llevar al alcalde a los tribunales porque ya no pod¨ªan soportar m¨¢s tiempo su actitud. "Los ataques eran hacia todas. Hasta el punto de que nos vest¨ªamos con pantalones y faldas largas para que ni nos mirara. Como sab¨ªamos que no le gustaban las mujeres fumadoras, empezamos a fumar todas, incluso a ponemos gafas. Todo con tal de no gustarle", cuenta Mar¨ªa Jes¨²s. La gota que colm¨® el vaso fue el acoso sexual a que estaba sometida la ¨²ltima v¨ªctima, una funcionaria que a las dos semanas de tomar posesi¨®n pidi¨® la permuta a otro destino.
La uni¨®n de estas mujeres ha sido su fuerza. Cinco son funcionarias municipales y una la propia sobrina del alcalde. "Ni ella se libr¨® del acoso. Lleg¨® a decirle que si no se acostaba con ¨¦l no conseguir¨ªa nada", prosigue Mar¨ªa Jes¨²s. En el pueblo contin¨²a oyendo de todo. "Algunos nos apoyan y otros no, porque el alcalde est¨¢ utiliz¨¢ndolo pol¨ªticamente, pero nos da igual".
Represalias laborales
El mayor problema es que ahora viven "en una situaci¨®n laboral penosa". "El alcalde utiliza todos los medios posibles para deteriorar nuestra imagen y, por supuesto, se han paralizado nuestras reivindicaciones laborales".
El punto de vista de Mar¨ªa Jes¨²s Pint¨®, sindicalista de CC OO en Barcelona es que hay que poner m¨¢s ¨¦nfasis en los m¨¦todos de autoconfianza y apoyo colectivo entre las mujeres que en la penalizaci¨®n del acoso sexual. "Si algo tiene importancia es la propia respuesta de las mujeres. Estudiar de qu¨¦ forma somos capaces de dar una respuesta al agresor", dice.
Pint¨® hace hincapi¨¦ en que todo intento penalizador debe tener en cuenta su subjetividad, la dificultad de delimitar -admitiendo diferencias en la sensibilidad y percepciones culturales- la gama posible de alusiones sexuales "que a unos molestan y a otros no". "Hay que evitar el riesgo de hacer un c¨®digo moral de atentados contra la persona".
Su propuesta es que se considere el acoso sexual como un atentado a la libertad sin establecer consideraciones sobre lo que debe molestar o no. "En este pa¨ªs todav¨ªa las alusiones al sexo molestan m¨¢s que otras cosas", concluye.
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