Madrid desert¨® bajo el terror de ETA
Madrid se despert¨® ayer bajo el terror de las bombas de ETA. Tres artefactos adosados a otros tantos autom¨®viles estallaron a partir de las ocho de la ma?ana en el barrio de Aluche, habitado fudamentalmente por trabajadores. La primera bomba mat¨® al teniente Francisco Carballar Mu?oz, de 47 a?os. La segunda, que estall¨® a unos 500 metros y frente a dos colegios, caus¨® heridas muy graves a la funcionaria de la comisar¨ªa de Los C¨¢rmenes Mar¨ªa Jes¨²s, Gonz¨¢lez Guti¨¦rrez, de 40, y a su hija Irene Villa, de 13, que ha perdido ambas piernas. El tercer artefacto caus¨® graves heridas al comandante del Ej¨¦rcito Rafael Villalobos, de 38 a?os, y a su hermana.
En los ¨²ltimos documentos intervenidos a ETA, la organizaci¨®n terrorista recomendaba a sus militantes que efectuaran atentados en Madrid porque los efectos publicitarios y psicol¨®gicos son mucho mayores y el "da?o" se multiplica. Los terroristas consiguieron ayer ese objetivo. ETA sembr¨® el p¨¢nico en la capital Madrid, y de forma muy especial en los barrios de Aluche y Carabanchel, donde se vivi¨® una crispada jornada bajo el s¨ªndrome y la psicosis de las bombas.Minutos antes de las ocho de la ma?ana, el teniente Carballar, vestido de uniforme, sub¨ªa a su Peugeot 309 gris para dirigirse a la Academia de Artiller¨ªa en el barrio de Fuencarral, donde se encargaba de examinar a los soldados conductores. En contra de lo habitual, no le acompa?aban Alicia, de l6a?os, y Juanchi, de 17, dos de sus cinco hijos a los que sol¨ªa llevar al colegio. El autom¨®vil baj¨® una peque?a rampa para tomar la calle Duquesa de Parcent, en cuyo n¨²mero 112 viv¨ªa, y la bomba, de p¨¦ndulo, se accion¨® al dejar el aparcamiento.
Vicente, el hijo mayor del teniente, baj¨® las escaleras de su casa gritando "Pap¨¢, pap¨¢". Cuando lleg¨® al coche destrozado, s¨®lo se pudo abrazar al cad¨¢ver de su padre. Su madre, Mar¨ªa Dolores Cardoso Vargas, y su hermana Alicia, lloraban al lado. En un bloque colindante, los cristales de una ventana produjeron heridas leves en la frente a Cristina L¨®pez, de ocho a?os. Los vecinos, algunos en pijama, comenzaron a bajar y a indignarse: "Nos van a matar a todos, nos van a matar a todos".
Pocos minutos despu¨¦s, Mar¨ªa Jes¨²s Gonz¨¢lez sal¨ªa de su casa en el n¨²mero 74 de la cercana calle de Camarena. Como cada d¨ªa, iba a dejar en el colegio, camino de su trabajo en la oficina del DNI de la comisar¨ªa de Los C¨¢rmenes, a su hija Irene Villa Gonz¨¢lez, de 13 a?os. Subieron a su Seat 127 rojo, pero s¨®lo pudieron recorrer 400 metros. Cuando faltaban siete minutos para las nueve, una explosi¨®n lanz¨® a las dos al pavimento y trajo a las ambulancias y a los coches policiales desde el escenario de la muerte del teniente Carballar, distante. apenas unos 500 metros. El estruendo provoc¨® la crispaci¨®n entre los vecinos.
Irene se mov¨ªa, "como con convulsiones. Ya no ten¨ªa piernas", comentaba una testigo. Su madre, tambi¨¦n muy grave, yac¨ªa al otro lado del coche. La bomba le arranc¨® la pierna y la mano derecho. Una ni?a de 10 meses fue alcanzada por la onda expansiva en la calle semivac¨ªa. Los vecinos, estremecidos, imaginaban lo que pudo ocurrir si la madre y la hija se hubieran retrasado. A partir de las nueve, y media entraban los ni?os de los colegios San Juan Garc¨ªa y La Anunciata, cuyas ventanas miraban ayer el coche destrozado.
Mientras los cirujanos sudaban para salvar a Irene de la muerte, en el hospital militar G¨®mez Ulla, otra explosi¨®n atronaba a las 11.30 la misma zona de Madrid. El comandante Rafael Villalobos Villa, de 38 a?os y su hermana Mar¨ªa Antonia, de 50, ser¨ªan las nuevas v¨ªctimas. La tercera bomba explot¨®, como las otras, instantes despu¨¦s que el coche, un Talbot marr¨®n, arrancase frente al n¨²mero 16 de la calle de Pablo Casals. Los bomberos tuvieron que sacar al militar del amasijo de hierros, con una pierna atrapada y la otra seccionada, Camino al hospital Cl¨ªnico, el comandante, alumno de Estado Mayor, preguntaba insistentemente si hab¨ªa otras v¨ªctimas y se indignaba. Pero, como relataba un m¨¦dico que le acompa?¨®, acept¨® con resignaci¨®n su estado.
Como en los otros escenarios, cundi¨® el p¨¢nico. "No hay justicia". "Matarlos, matarlos", gritaban los vecinos, que han convocado una manifestaci¨®n para la tarde de hoy. Al tiempo, desde la Comunidad de Madrid y desde el Ayuntamiento se hac¨ªan llamadas a la serenidad.
Responsables de Interior no dudaron en atribuir los atentados a ETA: el mismo tipo de artefacto, uno a dos kilos de explosivo y sistema de bomba por p¨¦ndulo. Sospechan que un comando, que pudo colocar el mi¨¦rcoles por la noche las bombas, se desplaz¨® expresamente desde el Pa¨ªs Vasco. El 6 de junio la banda atent¨® en ese barrio contra un teniente del Ej¨¦rcito del Aire.
Una danza truncada
Irene Villa Gonz¨¢lez, de 13 a?os, vio ayer truncada su afici¨®n a la danza, heredada de su madre, de la que ha recibido clase. Un artefacto de ETA le seccion¨® sus dos piernas. De gran estatura para su edad, -unos 170 cent¨ªmetos-, un vecino recordaba ayer lo bien que bailaba la ni?a. Tambi¨¦n se ver¨¢ dificultada, con una mano izquierda a la que los cirujanos tuvieron que amputar tres dedos, para seguir disfrutando de los trabajos manuales con los que gustaba de pasar el tiempo en su hogar. Es muy dif¨ªcil que, tras los destrozos producidos por la bomba, pueda seguir amenizando las tardes de los vecinos con sus desesperados intentos por dominar el piano. Irene es retra¨ªda, amante de la m¨²sica moderna, muy estudiosa y hogare?a.Sobre el pavimento, entre un charco de sangre y grasa, qued¨® esparcido el cuaderno escolar de Irene, cuyo mayor problema hasta ayer era: "Ernesto lleva el coche a una gasolinera en la que el litro de gasolina cuesta 30 pesetas. ?Cu¨¢nto tendr¨¢ que pagar si el surtidor marca 20 litros y 3/4 de litro?"
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