El Atl¨¦tico sac¨® petr¨®leo de un partido dif¨ªcil
El Atl¨¦tico de Madrid sac¨® petr¨®leo de un partido muy complicado, lleno de matices t¨¢cticos. El Manchester fue muy ingl¨¦s, con su defensa lineal, la presi¨®n contundente y la aspereza con la pelota. El Atl¨¦tico manej¨® el partido como se espera de un equipo de Luis: paciencia, buen orden y excelente vista para cazar las oportunidades. Tuvo cuatro y marc¨® tres. El margen deja a los rojiblancos con un gran colch¨®n de seguridad para afrontar el chaparr¨®n de Old Trafford.Las trazas del partido invitaban a una eliminatoria caliente. Hab¨ªa marcado el Atl¨¦tico, pero el Manchester manten¨ªa intacto su estilo. Era un juego seco, primario en algunos aspectos, muy f¨ªsico. No era ninguna novedad lo que propon¨ªa Ferguson con sus cuatro defensas en raya, el ataque fuerte al bal¨®n, la cobertura de los huecos en la presi¨®n, el dinamismo en el juego. Inglaterra es as¨ª. Todos los saben, pero siempre es dif¨ªcil resolver la vieja ecuaci¨®n que plantean sus escuadras.
El Atl¨¦tico de Madrid vivi¨® momentos muy malos. Hubo un trecho en la primera parte que pareci¨® fatal para los rojiblancos. Bien plantado en la cancha, con un abierto apetito por el bal¨®n, el Manchester control¨® el encuentro con comodidad. Le faltaba un buen criterio con el bal¨®n. Tampoco es noticia. Si algo distingue a los brit¨¢nicos es su falta de sutileza con la pelota.
Con todas sus problemas, el Atl¨¦tico no se descompuso. Luis contest¨® a los ingleses con una l¨ªnea defensiva muy adelantada Ninguno entre los defensas rojiblancos perdi¨® la orientaci¨®n y la estrategia funcion¨®. El Manchester se atasc¨® despu¨¦s de caer en varios fueras de juego.
Todo cambi¨® cuando el Atl¨¦tico encontr¨® el agujero ingl¨¦s. Estaba en la banda izquierda del Manchester, donde Irwin y Paul Ince comenzaban a desordenarse. Schuster, que hab¨ªa estado perdido entre sus defensas, oli¨® la pieza y comenz¨® a perforar por all¨ª. Un par de jugadas de tanteo abrieron la fisura en una defensa que hasta entonces parec¨ªa impermeable. En la tercera, Schuster abri¨® la caja. Con Irwin descolocado, el centrocampista rojiblanco dirigi¨® la pelota hacia Futre, que progres¨® en diagonal hacia el poste izquierdo. Era uno de esos mano a mano que suelen dejar en mal lugar al portugu¨¦s. Sin embargo, se encontr¨® ante un error muy serio del portero. Futre es zurdo y penetraba por la derecha. En estas situaciones, el cat¨®n obliga a tapar el palo corto y obligar a un pase retrasado. Eso lo hace un portero decente. Schmeichel, no Schmeichel se ech¨® hacia la derecha y luego invit¨® a Futre a marcar. El portugu¨¦s s¨®lo tuvo que pasar la pelota a la red, por el palo corto. El gol desequilibr¨® al Manchester.
La segunda parte repiti¨® el discurso del primer periodo. El Atl¨¦tico se sinti¨® dominado y el Manchester estuvo c¨®modo con su sistema de juego. Schuster perdi¨® gas, la peor noticia para su equipo, que perdi¨® fluidez en el tr¨¢fico de la pelota. Al Manchester le mataba su escaso instinto con el bal¨®n. El control era suyo, pero el cuero se rebelaba ante la rudeza de jugadores como Bruce o McCIair. S¨®lo el gran Bryan Robson oxigenaba el juego, pero era insuficiente. S¨®lo lanz¨® una vez con extraordinario peligro a puerta, un centro de Parker que McCIair pein¨® al poste, ante el suspiro general. La jugada marc¨® el final ingl¨¦s.
La defensa de Luis mantuvo el tipo y m¨¢s que nadie Vizca¨ªno, que ofreci¨® un partido memorable. Quedaba por saber el tama?o de la renta. El Atl¨¦tico estaba cansado; el Manchester se desarmaba. Y de repente, estall¨® la traca. Fueron dos contras, como cabe suponer en un equipo de Luis. En la primera, Tom¨¢s encontr¨® a Futre, que se vio de nuevo ante Schmaichel. Le quebr¨® y marc¨®. Luego, Manolo dej¨® al portero por los suelos. Un tiro a media altura fue rechazado como un infantil por el tal Schmaichel. En lugar de enviar hacia un lado, devolvi¨® de frente, para Manolo, que machac¨®. La grada era una fiesta. El fantasma de una noche terrible en Old Trafford se hab¨ªa desvanecido en un minuto.
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