ETA, en Francia

CADA VEZ que ETA asesina o mutila d¨¦ la forma cruel con que acostumbra es l¨®gico que surjan dudas sobre la suficiencia de unas medidas antiterroristas que no bastan para acabar con tal barbarie. En esos tr¨¢gicos momentos se desear¨ªa disponer de los resortes m¨¢s eficaces para que no hubiera lugar en el mundo en el que los asesinos se sintieran seguros. De ah¨ª que la posibilidad de que los autores intelectuales e incluso materiales de estos cr¨ªmenes puedan esconderse en Francia con facilidad repugne a la opini¨®n p¨²blica espa?ola. Explicar¨ªa tambi¨¦n el que el Gobierno espa?ol no ceje de pedir siempre un poco m¨¢s a Francia en el terreno de la valiosa colaboraci¨®n que presta desde hace dos lustros en la lucha contra ETA.Una actitud as¨ª, adem¨¢s de comprensible, es perfectamente defendible en las relaciones de colaboraci¨®n entre Estados. Pero a condici¨®n de que se respeten las reglas y m¨¦todos propios de cada uno, sin lo cual es dificil que tales relaciones puedan ser eficaces y perdurables. De acuerdo con esta actitud, las autoridades espa?olas de Interior han intentado convencer a sus hom¨®logas francesas sobre la conveniencia de que polic¨ªas espa?oles act¨²en de forma permanente en el suroeste franc¨¦s contra los terroristas de ETA. La negativa de Francia es razonable y no debe suponer en modo alguno ning¨²n debilitamiento de la actuaci¨®n policial contra los asesinos etarras all¨ª ocultos, m¨¢xime cuando las autoridades francesas -han acordado destinar m¨¢s polic¨ªas a esta lucha. En la actualidad, y en virtud de los acuerdos de Schengen, Espa?a y Francia gozan del llamado derecha de persecuci¨®n en caliente, seg¨²n el cual, sus polic¨ªas pueden ir tras el rastro de delincuentes hasta un punto determinado de sus respectivos territorios. La pretensi¨®n espa?ola podr¨ªa exceder con mucho este derecho y plantear un problema de cesi¨®n de soberan¨ªa de dificil encaje en el actual marco comunitario.