A nuestros hijos
Una vez tuvimos diecis¨¦s a?os, como vosotros ahora. Estar en el umbral de la madurez es, a la vez, excitante y aterrador. El mundo del que pronto formar¨¦is parte como miembros adultos de las comunidades palestina e israel¨ª est¨¢ asustado por los derramamientos de sangre y la explosiva frustraci¨®n.Nuestros padres nos dejaron un mundo en el que ¨¢rabes y jud¨ªos eran enemigos. Pero nosotros queremos daros unos fundamentos para la paz. En 1988, en vista de los interminables ciclos de violencia, atravesamos por primera vez los muros prohibidos que separaban nuestros pueblos, para hablar y para escuchar. Ese primer paso fue decisivo para nosotros, porque tuvimos la experiencia de conocer al otro, de descubrir nuestra visi¨®n com¨²n de un futuro com¨²n.
La mayor¨ªa de los palestinos y los israel¨ªes desean la paz. Las guerras (nosotros hemos vivido cinco) han ocasionado graves p¨¦rdidas. Como nosotros, vuestros padres, hemos podido vivir en carne propia, buscar una mayor comprensi¨®n del otro significa pagar un precio adicional. El hecho de estar juntos sindo israel¨ª y palestino ha provocado que algunos de los nuestros desconfiar¨¢n de nosotros, y ha puesto en peligro nuestra situaci¨®n dentro de nuestras respectivas comunidades.
Pero la paz s¨®lo puede llegar a nuestra tierra a trav¨¦s del compromiso individual de intentar comprender los sue?os y las necesidades leg¨ªtimas del otro. Las diferencias que separan a nuestras comunidades son reales. Los compromisos necesarios para lograr una coexistencia aut¨¦ntica y duradera son dolorosos. Pero hay esperanza. Y nosotros, como padres vuestros, tenemos la obligaci¨®n de hacer todo lo posible para daros, a vosotros y a vuestra generaci¨®n, una orientaci¨®n; un modelo de coexistencia, de compromiso, de c¨®mo llevarlos a cabo sin dar la espalda a vuestras respectivas comunidades.
Nuestra disposici¨®n a trabajar juntos durante estos ¨²ltimos a?os ha dado su fruto. En julio, la Fundaci¨®n para Despu¨¦s de la Guerra y el Centro Stanford para el Conflicto y la Negociaci¨®n nos invitaron a participar en un debate junto a otros nueve palestinos e israel¨ªes. Gracias a las gestiones de Harold Saunders, uno de los asesores del ex presidente Carter, buscamos nuevos caminos para trabajar juntos. El resultado fue inesperado: de forma espont¨¢nea se redact¨® y firm¨® un documento de 14 p¨¢ginas, titulado: "Marco para un proceso p¨²blico de paz: hacia una relaci¨®n pac¨ªfica entre israel¨ªes y palestinos".
En este Marco se abordan el reconocimiento mutuo de los Estados de Israel y Palestina, y ciertos acuerdos sobre suguridad, asentamientos, el derecho de los palestinos a regresar a su tierra, y ese tema que parece no tener soluci¨®n: Jerusal¨¦n.
Los dos, hijos nuestros, viv¨ªs en Jerusal¨¦n. Conoc¨¦is nuestra devoci¨®n por esa ciudad, amada y turbulenta, que en otra ¨¦poca era llamada la Ciudad de la Paz, pero que nunca ha disfrutado de un s¨®lo instante de calma. Yo, Moshe, me levant¨¦ de la cama del hospital en 1967, para reincorporarme a la unidad de paracaidistas que iba a tomar la muralla oeste. Yo, Hanna, sal¨ª del mostrador de mi farmacia para incorporarme a un peri¨®dico cuyo fundador hab¨ªa sido asesinado, y as¨ª hablar en nombre de mi pueblo y su Jerusal¨¦n.
Jerusal¨¦n se encuentra en el coraz¨®n de nuestras m¨²ltiples diferencias. Si no se solucionan los problemas que dividen a ese Jerusal¨¦n que nosotros amamos con la misma intensidad, no podr¨¢ haber ning¨²n acuerdo duradero en nuestra regi¨®n. Nuestro punto de vista, recogido en el Marco, es que Jerusal¨¦n deber¨ªa permanecer unido. Deber¨ªa ser a la vez capital de los dos Esta dos, del estado de Israel y del Estado de Palestina, y cada Estado deber¨ªa tener su propio ayuntamiento con una reperesentaci¨®n igual dentro de un consejo municipal conjunto. Este arreglo innovador os dar¨ªa a los dos libertad de acceso y movimiento. Podr¨ªais empezar a construir juntos una verdadera comunidad.
Hijos, firmamos el Marco para vosotros, para que Jerusal¨¦n, donde formar¨¦is vuestras familias sea un lugar de entendimiento mutuo, donde haya desaparecido la violencia que devasta a nuestros pueblos. En el Marco escribimos lo que ya sab¨¦is, que "el sufrimiento cotidiano, las desavenencias, el temor y la desconfianza hacen muy dif¨ªcil que puedan darse incluso los primeros pasos hacia una relaci¨®n pac¨ªfica. Mientras los l¨ªderes pol¨ªticos intentan establecer nuevas relaciones entre las instituciones pol¨ªticas, los ciudadanos de ambos lados deben limpiar de obst¨¢culos el camino y crear accesos que ayuden a perder el miedo a los de la otra comunidad. Las negociaciones oficiales s¨®lo podr¨¢n dar lugar a una relaci¨®n verdaderamente pac¨ªfica entre israel¨ªes y palestinos si est¨¢n enmarcadas dentro de un proceso pol¨ªtico m¨¢s amplio en el que participen los pueblos de ambas comunidades".
Los responsables de la paz en Tierra Santa son muchos, no s¨®lo los jefes de Estado y los diplom¨¢ticos. Hijos, como padres, hemos asumido la responsabilidad de abrir el camino y poner la primera piedra de un Jerusal¨¦n nuevo para vosotros. Con dedicaci¨®n y esfuerzo por parte de nuestra generaci¨®n y de la vuestra, y con la ayuda de Dios, lo lograremos.
es director del diario palestino Al Fajr.
es miembro del Consejo munici`pal de Jerusal¨¦n.
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