Aterrizaje

Ayer descubr¨ª que ten¨ªa agujeros en todas las medias. No una cosa discreta, sino verdaderos tomates, como mi madre los sol¨ªa denominar. F¨ªjense que, durante los d¨ªas precedentes, cre¨ª que se trataba de fantas¨ªas introducidas por el fabricante para resaltar la esbeltez de mis tobillos.Empec¨¦ a darle al disco del tel¨¦fono, que es lo primero que hago cuando me despierto, localizar amigos y comprobar que sigo disfrutando de alicientes para ducharme y moldearme el pelo, y constat¨¦ que, en las llamadas locales, aparec¨ªa de nuevo la entra?able se?ora de Alcorc¨®n que se me cruza invariablemente. Marqu¨¦ Buenos Aires y -?novedades!- una voz brasile?a y sensual me contest¨® diciendo que carec¨ªa de parientes en Espa?a.

Puse la radio y me enter¨¦ de que hace 35 d¨ªas que Dubrovnik sufre un brutal asedio y de que los beb¨¦s han pasado del vientre de su madre a los refugios. Felipe Gonz¨¢lez -de no haber sido presidente ahora estar¨ªa tan macizo como Michele Placido en La Piovra, se le parece- dijo aquello de "Alfonso seguir¨¢ siendo amigo m¨ªo", y yo me acord¨¦ de otra frase -"si Alfonso dimite yo tambi¨¦n", m¨¢s o menos- y del gallo de Pedro: a Guerra s¨®lo le falta un canto.

Tom¨¦ un taxi, sonre¨ª esperando el beat¨ªfico "qu¨¦ bonito est¨¢ Madrid" con que en las ¨²ltimas jornadas fui habitualmente saludada, pero el conductor rugi¨®: "Mire, ya est¨¢n todos ah¨ª otra vez". Se refer¨ªa a los conductores, a los vendedores de kleenex, a los marroqu¨ªes y a los mendigos. Efectivamente, estaban, cada uno con su cruz.

Llegu¨¦ a este peri¨®dico, lo abr¨ª directamente en las p¨¢ginas de Econom¨ªa y me enter¨¦ del calibre de las deudas ocultas del Estado.

Se dir¨¢n que soy algo bobita. Pues no. Es que ¨²ltimamente s¨®lo pens¨¦ en la Conferencia de Paz.