Apagado el ¨²ltimo de los 751 pozos de petr¨®leo en Kuwait
Con la presi¨®n de un peque?o bot¨®n, el emir Ahmad al-Sabah, jefe del estado de Kuwait, procedi¨® ayer en una ceremonia oficial a la extinci¨®n simb¨®lica del ¨²ltimo de los 751 pozos de petr¨®leo incendiados por los iraqu¨ªes durante el conflicto del Golfo. As¨ª marc¨® el final de una pesadilla de m¨¢s de ocho meses para la poblaci¨®n del emirato y pa¨ªses vecinos afectados por uno de los mayores desastres ecol¨®gicos de la historia.Durante todo este periodo, los visitantes que han sobrevolado Kuwait han narrado la impresi¨®n de "un descenso a los infiernos". El cielo de repente se volv¨ªa negro y salpicado en el horizonte de lenguas naranjas procedentes de los pozos incendiados. A causa del fuerte olor a hidrocarburos, cientos de ciudadanos deb¨ªan salir a las calles protegidos con m¨¢scaras. Hasta el archipi¨¦lago de Bahreim, distante 500 kil¨®metros de los campos petrol¨ªferos ha sufrido las consecuencias en forma de lluvias.
Numerosas delegaciones de expertos han viajado por la zona para determinar el grado de nocividad de la atm¨®sfera, llegando a diferentes conclusiones. Parte de los cient¨ªficos sostiene que las emanaciones procedentes de los incendios contienen metales cancerigenos que afectar¨¢n no s¨®lo a la poblaci¨®n, sino tambi¨¦n a la tierra y a las aguas subterr¨¢neas.
La organizaci¨®n ecologista internacional Greenpeace tamb¨ª¨¦n ha denunciado la presencia en cantidades masivas de di¨®xido de azufre, y mo?¨®xido de carbono. Para un b¨²en n¨²mero de m¨¦dicos, hay que esperar un importante incremento de enfermedades pulmonares, de la piel y los ojos.
Otros expertos se han mostrados m¨¢s optimistas. Un m¨¦dico kuwait¨ª, al servicio de la Kuwait Oil Company, ha asegurado que a finales del pasado mes de julio los ¨ªndices de contaminaci¨®n no presentaban riesgos importantes para la poblaci¨®n. Los propios an¨¢lisis realizados al personal de extinci¨®n de incendios no han revelado hasta ahora ninguna alteraci¨®n respiratoria.
Con todo, la contaminaci¨®n ha desatado todo tipo de aprehensiones y cambios de comportamiento de las comunidades afectadas. Las amas de casa ya no cuelgan la colada en el exterior de las fachadas; los aficionados al footing han desaparecido de las calles, mientras muchos trabajadores, juzgan cada ma?ana si acudir¨¢n a su puesto laboral en funci¨®n del color del cielo.
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