Major, al borde de la gestion
El Reino Unido estar¨¢ m¨¢s cerca de sus socios comunitarios solamente si son ¨¦stos quienes se aproximan. Las conversaciones celebradas en Bonn el domingo por la noche entre el primer ministro brit¨¢nico, John Major, y el canciller alem¨¢n, Helmut Kohl, han dejado claro que el conjunto de la Comunidad Europea (CE) tendr¨¢ que ceder mucho si se quiere alcanzar un acuerdo sobre la uni¨®n pol¨ªtica ¨¦sta.Major explic¨® a Kohl que, de no rebajarse dr¨¢sticamente el contenido del tratado, se ver¨¢ obligado a hacer uso de su derecho al veto y hundir la cumbre de Maastricht. El canciller alem¨¢n, seg¨²n fuentes de Downing Street, capt¨® el mensaje.
John Major cree que el m¨¢s reciente borrador de tratado para la uni¨®n pol¨ªtica, sugerido el s¨¢bado por la presidencia holandesa, no est¨¢ a¨²n lo bastante aguado, descremado y descafeinado para el delicado est¨®mago del Gobierno brit¨¢nico. El borrador contiene a¨²n la hipercal¨®rica frase "objetivo federal", y Major ha empe?ado p¨²blicamente su palabra al prometer que no firmar¨¢ ning¨²n documento donde aparezca la palabra F, tal como pudorosamente llama ¨¦l mismo al innombrable federalismo europeo.
Vetar decisiones
Adem¨¢s de la palabra F, aparecen a¨²n ingredientes tan indigeribles para Major como el derecho del Europarlamento a vetar decisiones del Consejo de Ministros comunitario y la cesi¨®n a Bruselas de la legislaci¨®n sobre inmigraci¨®n y trabajo.
El Gobierno conservador brit¨¢nico, muy presionado por sus parlamentarios antieurope¨ªstas y por el descenso de su popularidad, considera que cometer¨ªa un suicidio electoral si firmara el tratado en los actuales t¨¦rminos.
Por el contrario, la uni¨®n econ¨®mica, previamente tanteada con el ingreso de la libra en el Sistema Monetario Europeo, resulta menos conflictiva en t¨¦rminos electorales para el l¨ªder conservador. John Major est¨¢ dispuesto a ceder en ese terreno -manteniendo, eso s¨ª, una cl¨¢usula opcional de salida-, a cambio de que se reduzcan las raciones del segundo plato, el pol¨ªtico.
La visita de Major a Kohl no ten¨ªa como objeto seguir hablando de los aspectos concretos del texto con los que Londres est¨¢ en desacuerdo: resulta un tanto ocioso negociar con un no puesto de antemano sobre la mesa. En realidad, Major viaj¨® a Bonn para pedir al influyente canciller alem¨¢n que advirtiera al resto de los socios comunitarios sobre el escaso margen de maniobra brit¨¢nico: o se eliminan los p¨¢rr¨¢fos en cuesti¨®n, o Londres se ver¨¢ obligado a hacer uso de su derecho al veto. Y eso, que supondr¨ªa un estrepitoso fracaso de la cumbre de Maastricht, no conviene a nadie.
El mensaje de Major se har¨¢ llegar directamente durante este mes a los otros grandes centros de poder de la Comunidad Europea. El ministro brit¨¢nico viajar¨¢ a Francia, Italia y Holanda para agitar el fantasma del veto e insistir en que se reduzcan hasta el m¨ªnimo posible las ambiciones del tratado pol¨ªtico. A cambio, Major ofrece ciertas concesiones en el tratado econ¨®mico. A Finales de mes, posiblemente el d¨ªa 27, volver¨¢ a verse con Kohl, esta vez en Londres, para hacer balance. Si a esas alturas se sigue hablando de la palabra F, la cumbre de Maastricht (9 y 10 de diciembre) estar¨¢ pr¨¢cticamente condenada.
A John Major le est¨¢ tocando representar un papel con el que, personalmente, se siente poco indentificado. Se le considera partidario -con matices- de la integraci¨®n europea, y hace s¨®lo un mes pregonaba que el destino del Reino Unido estaba en el coraz¨®n de la Comunidad Europea. Pero en cuanto sus diputados se han puesto en pie de guerra -la mitad, ferozmente antieurope¨ªstas; la otra mitad, por rechazo, m¨¢s europe¨ªstas que nadie- ha optado por cobijarse en las viejas trincheras thatcheristas.
La explicaci¨®n a este giro copernicano se encuentra en las encuestas, que revelan que el ciudadano brit¨¢nico siente inter¨¦s por la CE -la mayor¨ªa piensa que en el Continente se vive mucho mejor que en las islas-, pero, a la vez, se declara totalmente incapaz de aceptar en el futuro una ley impopular.
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