Jaimito

Dentro de la actual tendencia de vuelta al ayer m¨¢s cochambroso, hay que agradecer que, al menos, el Partido Popular haya recuperado algo amable del pasado: los chistes de Jaimito, que, incorporados al discurso pol¨ªtico de la derecha, no s¨®lo lo revitalizan y sit¨²an en su categor¨ªa exacta, sino que casan a la perfecci¨®n con la imagen de su l¨ªder, Jos¨¦ Mar¨ªa Majormente Aznar. ?Saben aquel que llega Jaimito a Tirso de Molina y encuentra a un toxic¨®mano en pleno pinchazo? Es buen¨ªsimo. Resulta que Jaimito saluda con pulcritud al muchacho, se presenta, como buen chaval educado del barrio de Salamanca que es, y le dice (voz gangosa): "Pero, oye, chico, esto qu¨¦ es, t¨², las diez menos cuarto y aqu¨ª inyect¨¢ndote, ?qu¨¦ pensar¨¢n tus se?ores padres?; deber¨ªas encaminarte a tu hogar, porque a las diez en punto te esperan para cenar y est¨¢ Madrid con un atasco espantoso, oye, t¨²; he tardado hora y media en llegar hasta aqu¨ª con el BMW".Entonces el toxic¨®mano, que carece de modales, contempla a Jaimito con aire perplejo, se encoge de hombros y decide entretenerse con el infinito. Interviene una muchacha que le acompa?a: "T¨ªo, que no te enteras. Que este no tiene casa a la que ir, sus padres est¨¢n en la UVI del disgusto, pasa de cenar porque el caballo quita el hambre, y hace tiempo que se vendi¨® el reloj para poder comprarse un chute".

Jaimito se encuentra en pleno desconcierto cuando, por fortuna, llega el alcalde de Madrid, en forma de municipal con talonario de multas. "Oye, que no", esta vez Jaimito se dirige al guardia, "que a este joven lo estoy regenerando yo". Se enzarzan en una discusi¨®n, pierden al toxic¨®mano de vista y no advierten que, entre tanto, ha llegado Corcuera y se ha llevado al muchacho para retenerlo por indocumentado.

Es para morirse de la risa.