La esperanza es escasa

La nueva visita de Lord Carrington a Yugoslavia es un desesperado intento de la Comunidad Europea de aferrarse a lo que posiblemente sea la ¨²ltima oportunidad de evitar que la ola b¨¦lica que ya ha arrasado gran parte de Croacia se extienda a Bosnia-Herzegovina, Serbia y quiz¨¢ allende las fronteras de lo que fue la federaci¨®n yugoslava. Todos los Balcanes y el sur de Centroeuropa est¨¢n ya seriamente en peligro. Serbia ha pedido la intervenci¨®n de tropas de las Naciones Unidas despu¨¦s de meses de oponerse a ello con vehemencia. Carrington habr¨¢ de dilucidar si se trata de una mera t¨¢ctica de Belgrado para retrasar la imposici¨®n de sanciones o un cambio real de actitud del r¨¦gimen serbio.

Las posibilidades de ¨¦xito de la nueva misi¨®n son tan reducidas como las de otras anteriores. Con la presencia de cascos azules en el actual frente, Serbia puede intentar perpetuar su ocupaci¨®n de los territorios croatas que ostenta -y que ha limpiado de croatas a base de la destrucci¨®n. sistem¨¢tica de las aldeas-, de la misma forma en que las tropas de la ONU sancionaron en la pr¨¢ctica la divisi¨®n de Chipre. Croacia se opondr¨¢ a esta soluci¨®n.

Un hipot¨¦tico acuerdo pasar¨ªa por la retirada del ej¨¦rcito de estas regiones croatas y una garant¨ªa de protecci¨®n por parte de la ONU a todas las minor¨ªas, no solo la serbia en Croacia sino tambi¨¦n la musulmana, la h¨²ngara y la albanesa en Serbia y Bosnia-Herzegovina.

Antes ser¨ªa necesario un alto el fuego que fuera respetado por todos. Demasiadas condiciones para que nadie albergue optimismo alguno. El propio Lord Carrington reconoce que tiene que luchar contra el fatalismo que le invade para seguir viendo un sentido en su tan abnegada, como hasta hoy infructuosa, mediaci¨®n.