Cargar las tintas

El primer encuentro del p¨²blico madrile?o con el Art Ensemble of Chicago se remonta al 14 de marzo de 1980. Entonces el teatro se llen¨®, a pesar de que era un grupo poco conocido. Ahora ha vuelto a cubrir el aforo, pero precisamente por ser bien conocido. Este a?o cumple nada menos que 25 a?os y, para celebrarlo, los m¨²sicos que lo componen apelan a la tradici¨®n del riesgo y se re¨²nen con un peque?o coro masculino llamado Amabutho. Sus seis miembros proceden de Soweto y tienen la misi¨®n de abrir el concierto y preparar el terreno durante la primera media hora. Lo preparan bien. Salen con todos los complementos africanos deseables, cantan simp¨¢ticas canciones y piden al p¨²blico que olviden sus verdaderas nacionalidades y se transformen en zul¨²es.Los vistosos adornos y las pieles de leopardo por doquier ambientan adecuadamente y est¨¢n a punto de obrar el milagro, pero pierden cierta credibilidad cuando se repara en el calzado deportivo que llevan. Tras el descanso salen los de Chicago. Con menos recursos instrumentales que en otras ocasiones, dedican el repertorio a temas conocidos de su periodo ECM, como Prayer for Jimbo Kwesio y New York is full of lonely people.

Lester Bowie extrae de su trompeta efectos que van del llanto del beb¨¦ al desag¨¹e de ca?er¨ªas; Don Moye despliega la ex¨®tica paleta de colores de su bater¨ªa; Joseph Jarman y Roscou Mitchell aportan desde sus saxofones el matiz intelectual, y Malachi Favors hace funcionar el conjunto desde su injustamente oscura posici¨®n de contrabajista.

No hubiera importado escucharles a ellos solos hasta el final, pero hab¨ªa que justificar la reuni¨®n y volvieron a aparecer los de Soweto. As¨ª las cosas, restaba por ver una mezcla todav¨ªa inconsistente que tuvo su mejor momento en el tema Odwalla, frenado en seco incomprensiblemente por Bowie cuando empezaba a levantar vuelo. Lo dem¨¢s, tirando a vulgar. La est¨¦tica del Art Ensemble ya tiene sobrada dosis de africanismo como para encima cargar las tintas sobre ¨¦l.