En sus trece
CUATRO MESES y 13 declaraciones de alto el fuego m¨¢s tarde prosigue en los Balcanes la sangr¨ªa de la guerra civil, rematada ayer por la virtual rendici¨®n de la ciudad croata de Vukovar. Si, pese a todo, pudiera haber alguna esperanza de que esta vez acabara cuajando el alto el fuego es porque quienes han asumido el papel de principales agresores, aunque no ¨²nicos, se hallan al borde de alcanzar sus expectativas territoriales. Todo parece indicar que la naci¨®n serbia, -articulada en torno a la antigua capital federal, Belgrado, estar¨ªa dispuesta a aceptar un verdadero fin de las hostilidades, una vez redondeadas unas fronteras simifares a las de una ideal gran Serbia. Esto es: adem¨¢s de la Serbia administrativa que cre¨® Tito, sus dependencias de Kosovo -de mayor¨ªa albanesa-, Voivodina -con fuerte implantaci¨®n h¨²ngara-, Montenegro -de poblaci¨®n culturalmente serbia-, las zonas fronterizas croatas de fuerte poblaci¨®n serbia y extensos territorios de Bosnia-Herzegovina, donde los serbios, finalmente, disputan el territorio, a croatas y musulmanes.A esa Serbia engrandecida se la seguir¨ªa llamando con gran probabilidad Yugoslavia, con todo lo que ello implicar¨ªa de amenaza irredentista para sus vecinos: Croacia, Eslovenia, Macedonia y lo que eventualmente quedara de Bosnia. Por todo ello, y por la necesidad de soltar lastre, de atender en alguna med¨ªda los requerimientos de la comunidad internacional, esa gran Serbia podr¨ªa estar dispuesta a aceptar el despacho de una fuerza de interposici¨®n de la ONU.
Con todo, eso no significa el fin, sino el comienzo de una nueva serie de problemas.
Los actores de la tragedia yugoslava solicitaron, efectivamente, la semana pasada la intervenci¨®n de la ONU, mediante el env¨ªo de cascos azules. La iniciativa fue recogida por los n¨²nistros comunitarios de Asuntos Exteriores reunidos en Holanda: mientras enviaban al presidente de la conferencia de paz balc¨¢nica, el brit¨¢nico lord Carrington, a Yugoslavia a conseguir un alto el fuego duradero, pod¨ªan al Consejo de Seguridad de la ONU que contemplara la eventualidad del env¨ªo de una fuerza militar de interposici¨®n a la zona.
El consejo lleva d¨ªas estudiando la puesta en funcionamiento de un mecanismo de control del embargo de armas decretado el pasado 25 de septiembre. Ahora debe decidir sobre el env¨ªo de los cascos azules. Y, en este caso, laprimera cuesti¨®n que habr¨ªa que resolver ser¨ªa la de d¨®nde, deber¨ªan instalarse esas fuerzas, bien en las actuales l¨ªneas de enfrentamiento, lo que favorecer¨ªa los designios expansionistas serbios, bien en las fronteras administrativas entre los diferentes Estados yugoslavos, lo que preservar¨ªa el statu quo en favor de Croacia.
Sin prejuzgar, por otra parte, si existe alguna posibilidad de compromiso entre esas dos posiciones, s¨ª parece claro que la llegada de los soldados de la ONU debe estar precedida, en cualquier caso, de un aut¨¦ntico cese de hostilidades. Nada se conseguir¨ªa si la fuerza de las Naciones Unidas se viera obligada a intervenir en la situaci¨®n como un contendiente m¨¢s. Es la imposici¨®n de una soluci¨®n pac¨ªfica aceptada por todos los contendientes -lo que equivale a la necesidad de que todos hagan tambi¨¦n concesiones-, y no la sola fuerza de las armas, la que ha de cortar una irracionalidad hist¨®rica que ya ha durado bastante m¨¢s de lo que los pueblos balc¨¢nicos se merecen.
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