El mundo necesita una Europa federal pronto
Dos ciudades europeas ser¨¢n el pr¨®ximo mes, probablemente, el s¨ªmbolo de un desaf¨ªo b¨¢sico para la pol¨ªtica de Estados Unidos hacia Europa. En Maastrich, en Holanda, los jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad Europea intentar¨¢n llegar a un nuevo acuerdo en torno a la uni¨®n pol¨ªtica. En Kiev parece ser que los legisladores ucranianos formalizar¨¢n la condici¨®n de Estado independiente de su pa¨ªs respecto a todo control sovi¨¦tico y, por consiguiente, ruso.Sean cuales sean los resultados -y estos esfuerzos tendr¨¢n que enfrentarse con m¨²ltiples complicaciones-, ambos acontecimientos representan hitos hist¨®ricos. Los dos modificar¨¢n el mapa pol¨ªtico de Europa. Los dos contribuir¨¢n a establecer una nueva distribuci¨®n del poder global. Y los dos requerir¨¢n enseguida una respuesta estrat¨¦gicamente v¨¢lida y oportuna por parte de Estados Unidos a estos nuevos dilemas de car¨¢cter complejo y.hasta potencialmente peligroso.
Lo m¨¢s inquietante es que la pol¨ªtica y la ret¨®rica de Estados Unidos a la hora de promocionar el desarrollo; econ¨®mico, la seguridad europea y la paz global ha declarado que quiere que Europa y Norteam¨¦rica asuman responsabilidades iguales, especialmente en lo concerniente a la costosa ¨¢rea de la defensa. Pero cuando se enfrenta a la opci¨®n de tener que elegir entre facilitar u obstaculizar una aut¨¦ntica unidad pol¨ªtica -y, por tanto, tambi¨¦n militar- de Europa, Estados Unidos, en el mejor de los casos, se dedica a dar largas, y en el peor, a poner obst¨¢culos.
Objeciones de EE UU
Estados Unidos desea la unidad de Europa, pero le inquieta la idea de un crecimiento del poder, econ¨®mico de la Comunidad Europea. Quiere que Europa se valga por s¨ª misma desde un punto de vista pol¨ªtico y militar, pero pone objeciones a los esfuerzos realizados para crear una estructura de defensa europea y obstaculiza los intentos que hacen Francia y Alemania por vincular la Uni¨®n Europea Occidental, una estructura de coordinaci¨®n militar puramente europea, con la Comunidad.
En la pr¨¢ctica, aunque no en su ret¨®rica, Washington tiende a estar m¨¢s pr¨®ximo a los planteamientos habituales de los conservadores brit¨¢nicos, que preferir¨ªan no ver el surgimiento de una Europa federal dotada de organismos con capacidad decisoria pol¨ªtica y militar. ?Es sensata esta postura, y se atiene a las necesidades de los tiempos?
Europa se esfuerza por dar un nuevo sentido a su propia identidad y percibe un nuevo destino, especialmente tras la ca¨ªda del comunismo. Una Europa m¨¢s amplia que se extienda hasta el r¨ªo Bug, la frontera oriental de Polonia, empieza a ser posible, y puede que en un plazo inferior a 15 a?os. Una Europa m¨¢s amplia ofrecer¨ªa una esperanza a los n¨²llones de personas que se han liberado del comunismo, pero que temen que el periodo posterior al comunksmo signifique cada vez m¨¢s pobreza. Y una Europa m¨¢s amplia podr¨ªa ser una, potencia mundial estabilizadora. .
Pero antes de que Europa se extienda a lo ancho, debe adquirir mayor profundidad, y pr¨®nto. A menos que una Europa cad¨¢ vez m¨¢s f¨¦deral adopte una forma visible, existe el peligro de que la unidad est¨¦ tan diluida que carezca de significado, y adem¨¢s podr¨ªa verse sumergida en una oleada de xenofobia y conflictos ¨¦tnicos. Todos los pa¨ªses de Europa occidental corren este peligro, y el peligro va en aumento. Si no se desarrolla un aut¨¦ntico sistema federal, es probable que Europa se quede sin poder y sea cada vez m¨¢s vulnerable al resurgimiento de los viejos conflictos nacionalistas.
El fracaso a la hora de hacer frente a la guerra.entre serbios y croatas ilustra dram¨¢ticamente la necesidad urgente de una Europa capaz de actuar como una unidad pol¨ªtica.
El inevitable crecimiento del poder econ¨®mico, adem¨¢s, es una advertencia de por qu¨¦ es esencial c'rear unas instituciones pol¨ªticas conjuntas . y, verdaderamente vinculantes. Una Alemania integrada puede ser una locomotora para el crecimiento econ¨®mico; una Alemania dominante dentro de una Europa pol¨ªticamete desunida puede ser una fuente de conflictos.
Todos estos argumentos abogan por un significativo ajuste en la pol¨ªtica de Estados Unidos. Seguramente, la reuni¨®n de Maastrich no superar¨¢ todos los obst¨¢culos que hay en ¨¦l camino hacia una Europa federal, pero un Estados Unidos corto de mi ras en sus perspectivas europeas no deber¨ªa ser uno de esos obs t¨¢culos., De los dos planteamien tos opuestos respecto al futuro de Europa, el franco-alem¨¢n y el brit¨¢nico, el primero merece el apoyo de Estados Unidos. La pol¨ªtica de Estados Unidos con respecto a la crisis de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, al igual que la pol¨ªtica de Washington con vistas a la uni¨®n europea, est¨¢ desenfocada. La ret¨®rica de Estados Unidos se ha pronunciado tradicionalmente a favor de la democracia, el pluralismo y la autodeterminaci¨®n. Pero este tema se ha visto eclipsado por otro que est¨¢-m¨¢s cercano a la aut¨¦ntica pol¨ªtica de Estados Unidos: que en cierto modo interesa, por razones de. estabilidad, que se mantenga un centro sovi¨¦tico, preferentemente con Mija¨ªl Gorbachov a la cabeza.
Una consecuencia no intencionada de esta postura podr¨ªa ser un enfrentamiento entre Gorbachov y Bor¨ªs Yeltsin. Alegando que cuenta con el apoyo de los l¨ªderes occidentales, y que "la cuesti¨®n principal para ellos es que se mantenga la uni¨®n", Gorbachov se proclama a s¨ª mismo defensor de la "uni¨®n" y de los "beneficios del socialismo", ambos supuestamente amenazados por las reformas de Yeltsin. Esto acabar¨¢ por atraer al Ej¨¦rcito, la ¨²ltima instituci¨®n del poder central.
Pero el centro de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica s¨®lo puede ser restaurado por medio de la coacci¨®n. Las naciones del antiguo Imperio Ruso han conocido ¨¦l despertar pol¨ªtico. La mayor parte de ellas no ¨¢ceptarlan un centro pol¨ªtico en el Kremlin.
Incluso cabe dudar de que la coacci¨®n lograra someterlas, pero se corre el peligro de que ciertas declaraciones occidentales mal interpretadas animaran al Ej¨¦rcito a recurrir a la fuerza. (Es posible que las primeras de claraciones occidentales que exi g¨ªan el mantenimiento de Yugoslavia como naci¨®n hayan servido para animar a los serbios a recu rrir a las armas.) La econom¨ªa sovi¨¦tica s¨®lo puede reconstruirse empezando por abajo, sobre unas bases fuertemente descentralizadas. Esto hace que toda noci¨®n relativa a una reforma dirigida desde el centro sea in¨²til e incluso contraproducente. La ayuda occidental s¨®lo ser¨¢ productiv¨ªa si est¨¢ directamente orientada hacia los Gobiernos republicanos, incluso regionales, que est¨¢n m¨¢s capacitados para tratar problemas locales muy diversos.
Momento de la verdad
En cualquier caso, el 1 de diciembre, Ucrania votar¨¢ a favor de su independencia y despu¨¦s la ratificar¨¢. Esto obligar¨¢ a los rusos a redefinir su identidad pol¨ªtica, lo -cual no ser¨¢ f¨¢cil. El pueblo ruso, que tiene talento, pero tambi¨¦n muchos problemas, se ver¨¢ enfrentado a la cuesti¨®n de si desea seguir siendo una naci¨®n imperial destinada a gobernar a sus vecinos, sea cual sea el precio que todos tengan que pagar por ello, o si desea convertirse en una naci¨®n europea normal, cada vez m¨¢s moderna y democr¨¢tica.
Por consiguiente, se acerca el momento de la verdad, pero no s¨®lo para los rusos. Si Estados Unidos y los dem¨¢s pa¨ªses occidentales se abstienen de reconocer el leg¨ªtimo derecho de los ucranios a constituir.un Estado soberano estar¨¢n propiciando una crisis en las relaciones rusoucranias. En lugar de ayudar a Rusia a definirse como Estado moderno y posimperial, Occidente estar¨ªa contribuyendo a fortalecer sus tendencias, imperiales,que, aunque est¨¢n en declive, siguen siendo marcadas.
Por tanto, la estrategia de Norteam¨¦rica con vistas a la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica necesita ponerse al d¨ªa con la historia. Washington podr¨¢ ayudar a los rusos y a los que no son rusos a llevar adelante su dif¨ªcil transici¨®n hacia la era poscomunista s¨®lo si reconoce las nuevas realidades pol¨ªticas y trata de canalizarlas de manera constructiva. Y puesto que ya no puede eludirse el rechazo de los ucranios a seguir sometidos, y no puede ignorarse la relevancia internacional de esa actitud, se hace necesaria una revisi¨®n de la postura norteamericana.
Demuestra obstinaci¨®n ignorar las aspiraciones de los ucranios y, lo que es peor, presionar a Canad¨¢ para conseguir que rectifique su proyecto de reconocer la independencia de Ucrania. En lugar de hacer esto, Occidente deber¨ªa intentar asegurarse de que las consecuencias de la independencia de Ucrania son beneficiosas. Casi con toda seguridad, los ucranios van a fomentar los acuerdos econ¨®micos a largo plazo con Mosc¨² y con las dem¨¢s antiguas rlep¨²blicas sovi¨¦ticas.
Ucrani¨¢ pretende ser un Estado no nuclearizado. Los comentarios acerca de un posible ej¨¦rcito de 400.000 hombres (bastantes menos de los que sol¨ªan constituir el despliegue sovi¨¦tico, con m¨¢s de un mill¨®n de hombres, en el territorio de las rep¨²blicas) han sido, en gran parte, el resultado de los esfuerzos que se han hecho para resolver el problema de qu¨¦ hacer con los 600.000 ucranios que hay en el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico.
La independizaci¨®n de Ucran¨ªa, la segunda m¨¢s grande de todas las rep¨²blicas, significar¨¢ que el Gobierno sovi¨¦tico dejar¨¢ de existir de hecho. El Estado ruso heredar¨¢ todas sus responsabilidades internacionales y sus armas nucleares. Por consiguiente, podr¨ªa acabar la peligrosa divisi¨®n de poder entre Yeltsin (y el Estado ruso) y Gorbachov (y el Ej¨¦rcito).
Una f¨®rmula que tuve ocasi¨®n de estudiar hace poco en Kiev con los l¨ªderes sovi¨¦ticos consistir¨ªa en crear una Liga de Estados Soberanos que sustituyera, al desaparecido centralismo sovi¨¦tico. De modo muy similar a la Commonw¨¦alth brit¨¢nica, esta liga no constituir¨ªa un Estado (ni ser¨ªa miembro de las Naciones Unidas), sino que ser¨ªa un organismo de consulta y coordinaci¨®n, al frente del cual habr¨ªa una figura respetada, aunque no tuviera poder pol¨ªtico ejecutivo.
Esta liga podr¨ªa disponer de unos mecanismos para arbitrar en los conflictos e incluso para coordinar las diferentes pol¨ªticas. Lo m¨¢s importante, por encima de cualquier asociaci¨®n econ¨®mica abierta, es que estar¨ªa basada en los principios del pluralismo y la autodeterminaci¨®n en lugar'de en la sumisi¨®n a un imperio. Desde luego, esto ir¨¢ a favor de los intereses de todos los involucrados. Y por eso ha llegado el momento para un reajust¨® de la pol¨ªtica de Estados Unidos.
Maastricht y Kiev son un desaf¨ªo para Norteam¨¦rica, para que Estados Unidos defina unos objetivos justos y relevantes en su pol¨ªtica con respecto a Europa. Estos objetivos pueden establecerse directamente: una Comunidad Europea federada y una Liga de Estados Soberanos en lugar de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica.
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