El factor personal
EL RETORNO de Edvard Shevardnadze al Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS, acogido con satisfacci¨®n en los c¨ªrculos diplom¨¢ticos del mundo entero, coincide con. un momento particularmente delicado del proceso de transici¨®n hacia la nueva Uni¨®n de Estados Soberanos. Ese proceso, al que de momento se han asociado siete rep¨²blicas, plantea serias incertidumbres sobre las competencias que- retendr¨¢ el poder central. En.tales condiciones, el factor personal desempe?a un papel esencial.En ese orden, Bor¨ªs Pankin, nombrado ministro de Exteriores el verano pasado por su fidelidad a la autoridad legal en el momento del intento de golpe de Estado de agosto, ten¨ªa escasa capacidad para dar brillo a la representaci¨®n de la URSS en los escenarios mundiales, como se demostr¨® en el curso de la Conferencia de Madrid sobre Oriente Pr¨®ximo. Con Shevardnadze ocurre todo lo contrario. Si alguien encarna el cambio radical de la pol¨ªtica exterior de la URSS -con una aportaci¨®n sustancial al nuevo orden internacional, desde la retirada de Afganist¨¢n al apoyo de la unidad alemana-, esa persona es Shevardnadze. Sin duda, al lado de Gorbachov, pero con un papel activo en todos los momentos m¨¢s decisivos. No fue un mandado, fue protagonista y creador de pol¨ªtica, y se gan¨® por ello el respeto de las canciller¨ªas occidentales, y en particular de la de EE UU.
Adem¨¢s, el gesto de Shevardnadze hace 11 meses ante el S¨®viet Supremo, al presentar su dimisi¨®n a modo de aldabonazo a los ciudadanos sovi¨¦ticos sobre la posibilidad de que el advenimiento de una dictadura era un peligro real que se cern¨ªa sobre ellos, le granje¨® un prestigi¨® extraordinario. Los hechos no tardaron en darle la raz¨®n. Mientras Gorbachov hab¨ªa permanecido ciego a los preparativos del golpe en su propio Gobierno, el que supo ver el peligro ydenunciarlo fue Shevardnadze. Con ello se convirti¨® en s¨ªmbolo de la causa democr¨¢tica incluso en el ¨¢mbito internacional. Se distanci¨® del PCUS cuando ¨¦ste todav¨ªa exist¨ªa y ten¨ªa gran influencia, y fund¨® el Movimiento de la Ref¨®rma Democr¨¢tica con la idea de agrupar en ¨¦l a todas las fuerzas deseosas de establecer un sistema pol¨ªtico moderno y pluralista.
?Por qu¨¦ ha aceptado Shevardnadze, precisamente ahora, el cargo para el que le ha designado un Gorbachov muy debilitado? Lo ha hecho, probablemente, por su convicci¨®n de que conviene mantener unpoder central sovi¨¦tico; por su creencia en que la disgregaci¨®n de las rep¨²blicas conduce a la cat¨¢strofe. El hecho de que Shevardnadze no sea ruso, sino georgiano, tiene un valor particular en esta coyuntura: facilita que las rep¨²blicas no rusas se sientan identificadas con lo que diga la URSS en el plano internacional. Con estenombramiento, Gorbachov se apunta un tanto y logra frenar la tendencia arrolladora del presidente de Rusia, Yeltsin, a acaparar para su rep¨²blica el m¨¢ximo de poderes. Tendencia peligrosa, sobre todo cuando el propio Yeltsin participa en, los esfuerzos que se siguen realizando para construir una nueva Uni¨®n de Estados, de tipo confederal, que sea en cierto modo heredera de la fenecida URSS.
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