La enfermedad superada
En los buenos tiempos de la guerra fr¨ªa y del enfrentamiento nuclear, en los ambientes pol¨ªticos intelectuales se manejaban varios guiones. Por ejemplo, ¨¦ste: en ¨¦l, las dos superpotencias elaborar¨ªan las reglas de la guerra nuclear, que cumplir¨ªan fielmente. En concreto, exist¨ªa una propuesta de, emparejar ciudades (Leningrado-Chicago, San Francisco-Kiev); si el ambiente se caldeaba, el intercambio de golpes deber¨ªa sujetarse rigurosamente a lo reglamentado, y, quiz¨¢, tras intercambiar Leningrado por Chicago, las superpotencias entrar¨ªan en raz¨®n.As¨ª, totalmente en serio, razonaban en los a?os cincuenta. A fines de los, ochenta se oyen cosas no menos peregrinas. Para acabar con el enemigo ni siquiera hace falta atacarle o aplicarle la ley del tali¨®n: bastar¨¢ con hacer explotar el arsenal propio en territorio patrio, y el invierno nuclear har¨ªan el resto, acabando con el enemigo tan bien como lo hubiese hecho el primer golpe.
La paradoja est¨¢ en que uno y otro argumento no nac¨ªan de una voluntad perversa, sino de la raz¨®n misma. Desesperada ante lo inconcebible, la raz¨®n se agarraba a un clavo ardiendo: amenazaba con... hacer controlable la cat¨¢strofe. O so?aba con frenar la carrera nuclear, recurriendo incluso a argumentos suicidas. En la era nuclear, la propia raz¨®n humana se hallaba enferma. Despu¨¦s de infligir con inesperada facilidad golpes bastante contundentes a las fuerzas nucleares propias, el presidente Bush y el presidente Gorbachov, EE UU y la URSS, demostraron que a fines del a?o 1991 el mundo se aparta de ese peligro mortal. Los m¨¦dicos pueden establecer nuevos diagn¨®sticos y rellenar nuevos historiales cl¨ªnicos, pero el chanta e nuclear, el desvar¨ªo de las superpotencias, que comenz¨® en Hiroshima en 1945 y que dur¨® otros 45 a?os, es un cap¨ªtulo cerrado.
La confirmaci¨®n psicol¨®gica de ello es f¨¢cil de obtener, por ejemplo en el hecho de que en la URSS la iniciativa de Bush fue recibida inmediatamente de manera positiva y sin reservas . No hubo voces en contra, aunque pudo haberlas. ?Qu¨¦ se ha hecho de los vociferantes patriotas profesionales que se dedicaban a desenmascarar al enemigo? Ellos s¨ª que deb¨ªan tener algo que alegar.
Al reducir el, armamento nuclear sovi¨¦tico basado en tierra y retirar el restante a Rusia, la frontera nuclear con Occidente se desplaza hacia Oriente. ?se ser¨ªa el primer alegato. La no instalaci¨®n del arma nuclear t¨¢ctica en el mar parece una concesi¨®n norteamericana. Pero juzguen ustedes mismos: las principales ciudades sovi¨¦ticas se hallan dentro del continente, mientras que el doble collar de ciudades con que se adorna Norteam¨¦rica bordea el Atl¨¢ntico en el Este y el Pac¨ªfico en el Oeste. ?A qui¨¦n favorece m¨¢s esa medida? As¨ª que la oferta de Bush de eliminar por completo los cohetes estrat¨¦gicos de ojivas m¨²ltiples con base en tierra equivale a desbastar la estaca nuclear sovi¨¦tica hasta la delgadez de una vara, con la particularidad de que el poder¨ªo estrat¨¦gico de Norteam¨¦rica, a diferencia del de Rusia, no est¨¢ en tierra, sino en el mar... ?No, el t¨ªo Sam no es tan altruista!
Del miedo a la l¨¢stima
Con ser cierto todo eso, al p¨²blico le tiene sin cuidado. Sabe muy bien que nadie se dispone a atacar a nadie. Que ya no hay a qui¨¦n temer, exceptuando, claro est¨¢, a los bandidos perif¨¦ricos, como Sadam o Kim. Ni a nada, exceptuando el armamento propio, que naci¨®, en otros tiempos, por miedo y ahora despierta miedo. Por eso, cuanto m¨¢s armamento destruyan, tanto mejor, y pr¨¢cticamente en cualesquiera combinaciones.
?Abrigar planes secretos de borrar de la Tierra a Leningrado? Eso est¨¢ hecho, y sin los norteamericanos. Por voluntad de sus habitantes,: Leningrado desapareci¨® del mapa, y resurgi¨® de nuevo San Petersburgo. Acept¨¦moslo como un s¨ªmbolo.
El imperio leninista (estalinista, comunista... ponga cada uno o que le plazca) ya no existe. Tampoco existe la tan habitual Uni¨®n Sovi¨¦tica. En su lugar hay un pa¨ªs que sufre bajo el peso insoportable de su historia, que ya no despierta miedo, sino l¨¢stima.
?Intentar amenazar a EE UU y a Occidente? ? Acaso se puede chantajear con la bomba a aquellos cuyo pan comes! Occidente ya no es antag¨®nico, sino m¨¢s bien el modelo a imitar
La crisis del imperio sovi¨¦tico, la crisis del comunismo, es un fen¨®meno muy complejo y, cr¨¦anme, muy doloroso. Aunque, cuan do menos, tiene un resultado positivo. Enterr¨® definitivamente la guerra fr¨ªa y priv¨® de sentido a la carrera de armamentos. De un golpe hizo en favor del desarme nuclear mucho m¨¢s que generaciones de diplom¨¢ticos, muy profesionales, enfrascados durante decenios en sutiles negociaciones.
Me gustar¨ªa acabar con esta nota. optimista, mas algo me lo impide. Ese algo es la sombra de la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (IDE), que inesperadamente oscureci¨® la posici¨®n sovi¨¦tica.
Primero Edvard Shevardnadze, en un art¨ªculo en Tiempos Nuevos en el que analizaba la iniciativa del presidente norteamericano, reconoci¨® de pronto, y en tonos eleg¨ªacos, que "el progreso tecnol¨®gico, en primer lugar en el campo del armamento, es imparable". Y despu¨¦s, el texto de la iniciaqtiva con la que respondi¨® Mija¨ªi Gorbachov ya habla llanamente de "la disposici¨®n para discutir la tesis norteamericana sobre sistemas no nucleares de defensa antimisiles". Incluso se propone "a la parte norteamericana examinar al posibilidad de crear sistemas conjuntos para evitar un ataque de cohetes nucleares con instrumentos instalados en tierra y en el espacio".
Colaboraci¨®n
?Colaborar con los norteamericanos en lugar del enfrentamiento de anta?o? Magn¨ªfico. ?Pero es necesario colaborar precisamente en la guerra de las galaxias? ?Acaso a la URSS no le asaltan hoy preocupaciones m¨¢s terrenales? Surge sin querer la sospecha de que no se trata tanto de ir al encuentro de EE UU como de ceder a las exigencias del propio complejo industrial militar (CIM). En este frente interior se ha creado una situaci¨®n muy dram¨¢tica y contradictoria
Por una parte, en el CIM sovi¨¦tico, que equivale, seg¨²n unos datos al 50% e incluso al 70% del potencial industrial sovi¨¦tico, se encarnan todos los males del, pais su pobreza. Por otra, ¨¦se es precisamente el principal, tal vez el ¨²nico, recurso para un r¨¢pido progreso. Todo lo mejor -m¨¢quinas, materiales, cerebros, manos cualificadas- se concentra all¨ª, no en las ramas de la industria civil, pero es preciso utilizarlos con sentido humano, no en provecho de Mar te o de Marx, sino del consumidor de la calle. En un tercer aspecto, la conversi¨®n aut¨¦ntica patina, y lo que se da en llamar conversi¨®n no impulsa esa rama hacia el lado pac¨ªfico sino destruye su potencial. En este ovillo de contradicciones hay un volc¨¢n llameante.
Los acontecimientos de los ¨²ltimos tiempos y en primer lugar el golpe de Estado de agosto, con el empleo del Ej¨¦rcito, aunque ha fracasado, han demostrado que ¨¦ste es una. fuerza muy temible. Adem¨¢s, una de las figuras m¨¢s activas del putsch fue el general Var¨¦nnikov, comandante en jefe de las fuerzas de tierra, mientras que los jefes supremos de la Aviaci¨®n, de la Marina y de los cohetes, es decir, las tropas dotadas de mayor tecnolog¨ªa, seg¨²n la versi¨®n en boga, se contuvieron y hasta se opusieron al putsch. El jefe de la Aviaci¨®n, Sh¨¢poshnikov, incluso pas¨¦ a ser el nuevo ministro de Defensa.
Sin duda, la principal garant¨ªa de la sociedad frente a los poderes f¨¢cticos es la en¨¦rgica reforma del Ej¨¦rcito y del KGB, la profunda conversi¨®n de la industria militar pero qui¨¦n sabe si los l¨ªderes de la reforma, incluidos Gorbachov y Shevardnadze, han llegado a la conclusi¨®n de que con el CIM m¨¢s vale no bromear, que el CIM debe recibir su tajada. ?El acuerdo sobre la IDE no ser¨¢ acaso esa tajada? Si es as¨ª, incluso comprendiendo todos los motivos, se trata de un juego muy peligroso.
?La modesta colaboraci¨®n con EEUU en el sistema de la IDE es una forma de conversi¨®n y, de paso, una manera de controlar al CIM? ?Es, aceptable, la IDE como contrapartida de la reconversi¨®n? Ser¨ªa capitular ante el CIM, al que, si le dejas un orificio, ¨¦l mismo se encargar¨¢ de transformarlo en agujero, negro, por el que volver¨¢n a colarse los bienes p¨²blicos.
Tengo una gran confianza en que estas sospechas no se confirmen. Pero ya se sabe que el gato escaldado del agua fr¨ªa huye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.