Viaje en busca de la libertad
Hay una descripci¨®n inmejorable de esta pel¨ªcula que no desvela ni un hilo de su intriga. La hizo Ridley Scott, su director, en Cannes, donde present¨® hace unos meses Thelma y Louise entre el entusiasmo un¨¢nime de un p¨²blico poco amigo de unanimidades. Dijo Scott: "Thelma Dickinson es una ama de casa que lleva una vida aburrida junto a un marido-macho que la trata como a una ni?a. Louise Sawyer sirve como camarera a los dem¨¢s, a la espera improbable de que su amante m¨²sico se decida a casarse con ella. Ambas deciden salir juntas un fin de semana y escapar durante una horas de su mundo. En su escapada ocurre de pronto algo que cambia sus vidas: un punto sin retorno, comienzo de un viaje a trav¨¦s de Am¨¦rica, que para las dos amigas acaba siendo el hallazgo de un rinc¨®n del para¨ªso, al menos durante un instante".Casi todo queda dicho: dos mujeres aplastadas por la mediocridad de sus vidas recorren un itinerario -es Thelma y Louise un puro road movie un filme de carretera, que acepta el modelo gen¨¦rico de la aventura itinerante, cuya matriz es el western, y se atiene escrupulosamente a ¨¦l- en busca inconsciente de la plenitud de la libertad, y ¨¦sta, de pronto, les llega en forma de conquista. Entre los dos ¨²nicos instantes de quietud de esta trepidante y generosa historia, el principio y el final, queda el camino, el movimiento: una traslaci¨®n convertida, como en los grandes westems, en el marco de una mutaci¨®n espiritual. El filme es la representaci¨®n -tensa y apasionante, llena su aventura de cargas de profundidad- de esa mutaci¨®n, de ese movimiento interior de dos conciencias expresado a trav¨¦s de acci¨®n, de movimiento exterior.
Thelma y Louise
Direcci¨®n: Ridley Scott. Gui¨®n: Callie Khouri. Fotograf¨ªa: Adrian Biddle.M¨²sica: Hans Zimmer. Montaje: Tom Noble, Decorados: Norris Spencer. Estados Unidos, 1991. Int¨¦rpretes: Geena Davis, Susan Sarandon, Harvey Keitel, Michael Madsen, Christopher McDonald, Stephen Toblowski. Estreno en Madrid: cines Luchana, Pe?alver, Parquesur, Multicines La Dehesa, Palacio de la Prensa, Renoir Cuatro Caminos (V. O.) y Renoir Plaza de Espa?a (V. O.), Excelsior, Minicines Majadahonda, Multicines Fuenlabrada y Multicines Pozuelo.
Tr¨ªo inolvidable
En lo dicho se ve que estamos ante una pel¨ªcula de actores: en este caso, de actrices (Geena Davis y Susan Sarandon), aunque hay un tercer personaje (Harvey Keitel), que media entre ambas sin que ellas se den cuenta, y que se abre paso como tercer motor de esa referida mutaci¨®n, que a ¨¦l tambi¨¦n finalmente le alcanza. La actuaci¨®n de los tres int¨¦rpretes es inolvidable. Es dificil decir qui¨¦n supera a qui¨¦n. Hay quien sale del cine diciendo que nunca ha visto una actriz mejor que Sarandon. Otros, que Davis la supera porque su personaje es m¨¢s complejo, ya que en las escenas finales toma un inefable relevo en el d¨²o e invierte la relaci¨®n establecida. Ambas apreciaciones son probablemente ciertas: no se estorban. Como igualmente cierto es que la sombra de Keitel, tras las huellas de Sarandon y Davis, agiganta a ¨¦stas. En cualquier caso, estamos ante un tr¨ªo de int¨¦rpretes insuperable, en el que cada uno es complementario de los otros dos.Hay una tercera mujer, invisible, en la pel¨ªcula. Es su guionista, y su nombre, Callie Khouri, hasta ahora desconocido, sonar¨¢ entre quienes conocen las entretelas del cine y saben lo que significa la escritura cinematogr¨¢fica dentro del proceso de elaboraci¨®n de una pel¨ªcula en el sistema convencional de producci¨®n. Baste decir, para entrever la maestr¨ªa de este gui¨®n, que el suceso que v¨¦rtebra la historia y que la hace inteligible jam¨¢s se ve materialmente en la pantalla y, no obstante, est¨¢ siempre en ella. Y luego, una vez vista la pel¨ªcula, sigue segregando enigma en la memoria del espectador.
Y hay, finalmente, junto a Keitel, un segundo hombre tras de las tres mujeres: Ridley Scott, el gran cineasta brit¨¢nico -director de Blade Runner y Alien y uno de los maestros indiscutidos dei cine actual- cuya imaginaci¨®n, tras su alarde en estas dos obras, parec¨ªa haber perdido fuste en Legend, Someone to Watch over Me y Black Rain. Tal desfallecimiento, si es que fue tal cosa -o tal vez s¨®lo un respiro preparatorio de un cambio de etapa en su carrera- acaba en Thelma y Louise, que es un nuevo alarde de vigor y rigor visual, que hay que situar a la altura de sus obras m¨¢s logradas. Nada falta en la realizaci¨®n de esta torrencial aventura; ni sobra, salvo el chiste f¨¢cil del ciclista negro, innecesario en una obra que funciona como un engranaje perfecto. Y hablar de perfecci¨®n en el cine de hoy es delicado: hay pocas ocasiones para hacerlo, y ¨¦sta es una de ellas.
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