Renuncia de Anguita
SEG?N SU propia explicaci¨®n, Julio Anguita renuncia a su cargo en Izquierda Unida porque se resiste a renunciar a sus ideas. Sin embargo, fue el cuestionamiento de esas ideas lo que determin¨¦ el nacimiento de Izquierda Unida. Anguita encarna de manera muy personal esa contradicci¨®n, y su dimisi¨®n puede considerarse una demostraci¨®n de la dificultad de ser a la vez cuerpo y sombra.Tras la refutaci¨®n pr¨¢ctica que ha supuesto el derrumbe de los reg¨ªmenes -comunistas, esas ideas subsisten s¨®lo como creencias. En cuanto tales conservan su legitimidad para suscitar adhesi¨®n, pero apenas fuerza de convicci¨®n. Numerosos dirigentes comunistas del mundo entero comprendieron eso antes incluso de que el fallido golpe de Estado de Mosc¨² escenificase el ¨²ltimo acto del desplome. Para intentar salvar algo del viejo legado se imaginaron diversas operaciones. La de Occhetto, en Italia, incluy¨® la renuncia al nombre y plante¨® el ingreso en la Internacional Socialista con el argumento de que la ruptura de la izquierda producida tras la revoluci¨®n bolchevique hab¨ªa dejado de tener sentido. En Espa?a se ide¨® un sistema consistente en incorporar la referencia comunista a una macedonia de siglas, seg¨²n un modelo ya ensayado en parte en el pasado.
As¨ª, Izquierda Unida naci¨® como soluci¨®n de emergencia para contener el desplome electoral del
Partido Comunista de Espa?a, que de agrupar uno de cada tres votos de izquierda hab¨ªa pasado a suponer apenas uno de cada 10. Ese objetivo fue parcialmente conseguido bajo la direcci¨®n de Anguita (aunque nunca recuper¨® IU la cota del viejo PCE de f¨ªnales de los setenta). En todo caso, trat¨¢ndose de una soluci¨®n de emergencia, se daba por supuesto que la f¨®rmula era transitoria: una coalici¨®n de fuerzas tan desiguales dif¨ªcilmente podr¨ªa mantenerse como organizaci¨®n estable fuera de los periodos electorales. El contrato entre sus socios consist¨ªa b¨¢sicamente en que unos, los comunistas, pon¨ªan la fuerza de trabajo (militantes y organizaci¨®n), limit¨¢ndose los otros a aportar cobertura electoral. El inestable equilibrio resultante se ha roto cuando los acontecimientos del Este han aconsejado a un sector del propio PCE plantear como cuesti¨®n ya inaplazable el abandono de las siglas. Es. decir, la disoluci¨®n del PCE en un nuevo partido llamado Izquierda Unida. El resultado de la votaci¨®n que ha motivado la renuncia de Julio Anguita refleja esa nueva situaci¨®n.
Sin oponerse a ese destino, que en el fondo sabe inevitable, Anguita ha intentado atrasarlo. Seguramente ha influido en ello la presi¨®n de los sectores tradicionales del PCE, que, adem¨¢s de su resistencia sentimental a abandonar unas siglas a las que han consagrado sus vidas, ven con recelo un proceso que les obligar¨ªa a compartir el poder interno con quienes no han combatido bajo las mismas banderas ni con el mismo esfuerzo. Anguita mismo debe su poder en IU menos a su liderazgo en esa coalici¨®n que a su condici¨®n de secretario general del PCE. Y este partido celebra su congreso decisivo, aquel que debe resolver sobre su eventual disoluci¨®n, el pr¨®ximo mes de diciembre.
Es dificil desligar la dimisi¨®n de Anguita de la inminencia de ese congreso. Tal vez tenga buenos motivos para desconfiar de un proceso cuyo desenlace no ve claro, pero es lo cierto que no ha planteado claramente una alternativa. Si, cualquiera que sea el procedimiento, considera que la disoluci¨®n es inevitable tendr¨ªa que haber encabezado alguna opci¨®n que conduzca a ella con el m¨ªnimo desgaste, y no simplemente que la aplace. Pero ello hubiera implicado oponerse a la natural resistencia de los militantes comunistas a renunciar a sus banderas.
En cualquier caso, aunque hay interrogantes que s¨®lo tendr¨¢n respuesta m¨¢s adelante, no hay por qu¨¦ rebajar la dignidad de quien dimite porque se siente en minor¨ªa. Gestos como ¨¦se no son f¨²tiles en el actual momento de la vida p¨²blica.
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