La comunicaci¨®n, una empresa de ideas
Hay un mismo impulso en todas las manifestaciones de la industria cultural que va m¨¢s all¨¢ de los meros aspectos mercantiles: todo producto cultural es la plasmaci¨®n concreta de una idea, de un sentimiento o de una pasi¨®n, y responde a una voluntad de comunicaci¨®n con los ciudadanos desde una perspectiva personal o colectiva o al deseo de comunicarles a ellos entre s¨ª. Se trata de formular propuestas intelectuales, art¨ªsticas o vitales que alimenten su sed de conocimiento y su curiosidad.Las nuevas tecnolog¨ªas alimentan esta curiosidad universal del hombre de hoy y multiplican las posibilidades de respuesta a trav¨¦s de un sinfin de medios, en un proceso de expansi¨®n que no cesa.
La energ¨ªa que mueve los medios de comunicaci¨®n desde la imprenta hasta las pantallas cat¨®dicas, desde las rotativas hasta la radio, desde el cine hasta los sat¨¦lites, no es otra que la pasi¨®n por el conocimiento y el arte: la t¨¦cnica simplemente ha multiplicado los medios de difundir esa pasi¨®n. Cualquiera que profesionalmente se dedique a ello, empresario, periodista, escritor o realizador, se ver¨¢ impelido por los hechos al tratar de cubrir todo el espectro de posibilidades.
?sta es la perspectiva que compartimos quienes tratamos de hacer de PRISA un grupo multimedia, que persigue como ¨²nica fuente de legitimaci¨®n la credibilidad de los ciudadanos. Pero las mejores ideas son imposibles de desarrollar sin independencia. Y es ¨¦sta, la independencia profesional, la condici¨®n primera de la calidad exigible a todo producto cultural, e informativo; la raz¨®n ¨²ltima de la existencia de una pluralidad de peri¨®dicos y emisoras de radio y televisi¨®n que garanticen el reparto o la distribuci¨®n del poder, como base de la democracia. Por lo dem¨¢s, s¨®lo con independencia se lograr¨¢ esa confianza de los ciudadanos de la que depende la rentabilidad de cualquier aventura de este g¨¦nero.
Urge poner de relieve, en este mundo. de desconciertos y confusi¨®n que hoy vivimos, el papel desempe?ado por la iniciativa individual en el desarrollo de las sociedades modernas y en la creaci¨®n y perfeccionamiento de las democracias.
El desarrollo controvertido y f¨¦rtil de estas sociedades se basa de manera fundamental en la existencia de una clase empresarial s¨®lida, profesionalmente capacitada, y armada moralmente respecto a los objetivos que ha de perseguir: la creaci¨®n de riqueza, condici¨®n indispensable y primera para su distribuci¨®n. Un empresario es todo lo contrario de un especulador o de un amo: es un impulsor din¨¢mico, un creador, un motivador de gentes y un l¨ªder de equipos.
Hace algunos meses, en su discurso de ingreso en la Academia de la Historia, Jos¨¦ ?ngel S¨¢nchez Asia¨ªn nos daba todav¨ªa una definici¨®n novedosa y audaz: "Un empresario es un creador de perspectivas". Alguien que mira hacia el futuro y, ante la imposibilidad de predecirlo, lo conforma. Si ello se puede afirmar de todo empresario, con mayor motivo habr¨¢ que aplicarlo a quien se aventura en una empresa cultural o de comunicaci¨®n.
No es posible, por ello, desligar la figura del empresario del significado intelectual de sus empresas: existe una secuencia l¨®gica o, mejor si cabe, una consecuencia entre la idea empresarial, la organizaci¨®n y el funcionamiento de la empresa y los productos que se generan, ya sean libros, peri¨®dicos, emisiones de radio o televisi¨®n, discos o pel¨ªculas. El empresario no tiene por qu¨¦ suscribir -ni decidir- una a una las ideas que contienen los libros que edita, ni las opiniones expresadas en las columnas de sus peri¨®dicos. Pero es su responsabilidad establecer un marco de juego, unas reglas que garanticen el estilo profesional, el marchamo de calidad y las condiciones de credibilidad de los medios que de ¨¦l dependen. La historia nos demuestra adem¨¢s que todos los grandes peri¨®dicos que han sobrevivido los crean periodistas con mentalidad empresarial. Editores y periodistas no podemos permanecer ajenos a la cultura de compromiso -con derechos y obligaciones rec¨ªprocas- que es la base de la democracia.
La historia est¨¢ llena de empresas de comunicaci¨®n sin definici¨®n editorial o con una pol¨ªtica de relaciones industriales basada en un r¨¦gimen de adhesi¨®n; tambi¨¦n asistimos hoy a la especulaci¨®n financiera en torno a la propiedad de los medios. Considero inconcebible una empresa que, adem¨¢s de un proyecto colectivo, no sea capaz de albergar un proyecto personal para sus part¨ªcipes. Un peri¨®dico, como toda empresa, debe plantearse el beneficio como fin y como medio de subsistencia. Pero el empresario de peri¨®dicos sabe que est¨¢ embarcado en una aventura que procede de un aliento espiritual y que supone un proyecto social. Cualquier empresario que ignore estos perfiles estar¨¢ condenado, antes o despu¨¦s, al fracaso. Porque en periodismo, como en democracia, el fin no justifica los medios.
Rentabilidad e independencia
Las empresas de comunicaci¨®n tienen la obligaci¨®n y el destino de buscar el lucro, para dar, por un lado, un rendimiento econ¨®mico a los inversores, y por otro, para obtener los recursos precisos para mejorar el producto, fortalecer la organizaci¨®n o ampliar las actividades. No sacrificando el producto, sino garantizando su calidad.
La obtenci¨®n de beneficios no tiene alternativa racional alguna, al igual que la enfermedad no es una alternativa a la salud, sino su destrucci¨®n: la compa?¨ªa que entra en p¨¦rdidas inicia un camino inexorable hacia la suspensi¨®n de pagos, la quiebra o hacia la subordinaci¨®n a otros intereses.
Porque la rentabilidad o viabilidad de una empresa de comunicaci¨®n es, adem¨¢s, una condici¨®n sine qua non para mantener la independencia de su actividad period¨ªstica y para no quedar hipotecada a intereses ajenos a los de sus lectores, oyentes o espectadores, que son los ¨²nicos a los que se debe. Resulta imposible exagerar la insaciable voracidad de los poderes de este mundo a la hora de intentar conseguir una imagen favorable de la prensa o mantener ocultas informaciones perjudiciales para sus intereses.
Para peri¨®dicos como The New York Times, The Washington Post, The Independent, The Wall Street Journal, Le Monde, La Repubblica o EL PA?S, la l¨ªnea editorial no es alterable en funci¨®n de conseguir los m¨¢ximos beneficios. ?sta es la raz¨®n de que a veces resulte dif¨ªcil admitir la existencia de relaciones de parentesco entre la prensa de
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La comunicaci¨®n, una empresa de ideas
Viene de la p¨¢gina anteriorcalidad y los medios de comunicaci¨®n que sacrifican sus contenidos a la elevaci¨®n de las ventas o a la obtenci¨®n de publicidad, sin temor a dar un viraje de 180 grados en sus opiniones, publicar noticias falsas, omitir informaciones ciertas pero perjudiciales para sus grandes anunciantes o violar el derecho a la intimidad de las personas.
Esa inversi¨®n de la jerarqu¨ªa entre medios y fines se produce en la prensa sensacionalista y amarilla, s¨®lo preocupada por aumentar su circulaci¨®n y su facturaci¨®n publicitaria a cualquier precio, a fin de optimizar sus cuentas de resultados. En el otro extremo encontramos la patolog¨ªa sim¨¦tricamente opuesta de la simulaci¨®n de formas jur¨ªdico-empresariales para encubrir proyectos period¨ªsticos financiados a fondo perdido que se proponen objetivos al margen del mercado.
Por eso, la transparencia es b¨¢sica a la hora de juzgar el comportamiento de las empresas de comunicaci¨®n. En realidad, es b¨¢sica a la hora de juzgar cualquier empresa de no importa qu¨¦ sector. El consumidor tiene derecho a saber qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de la toma de decisiones que afectan sobremanera al ejercicio de sus derechos como ciudadano. No faltan, sin embargo, en nuestro pa¨ªs, ejemplos de prensa partidista que oculta su condici¨®n de tal y se presenta bajo la m¨¢scara de una supuesta independencia, pronto desmentida por su absoluta dependencia econ¨®mica. La prensa de partido, la legitimidad de cuya existencia nadie debe poner en duda, s¨®lo cumple verdaderamente su funci¨®n cuando se presenta como tal y no trata de camuflarse buscan do rentabilidades ideol¨®gicas. Por otro lado, hay grupos econ¨®micos y de presi¨®n que financian a fondo perdido publicaciones que constituyen en s¨ª mismas negocios ruinosos y que persiguen el exclusivo prop¨®sito de amedrentar, chantajear o intoxicar en provecho de oscuros prop¨®sitos.
La plasmaci¨®n de un modelo
La resistencia de un medio a que se conozcan sus formas de financiaci¨®n, a hacer p¨²blicos sus resultados y a permitir que su difusi¨®n y audiencia sean medidas por institutos profesionalizados e imparciales son otros s¨ªntomas de la ausencia de la transparencia que debe regir las relaciones entre los medios de comunicaci¨®n y la sociedad.
Las consideraciones sobre la naturaleza trascendente -no en un sentido metaf¨ªsico, sino social- de la empresa de comunicaci¨®n, el papel de la libertad de prensa como derecho fundamental de los ciudadanos y la generalizaci¨®n de un modelo de empresa period¨ªstica y unos valores profesionales sin los cuales no se puede hablar de empresa independiente no los hemos inventado aqu¨ª y ahora, ni son patrimonio exclusivo de nadie. Lo que hace falta es la decisi¨®n de jugar limpiamente en ese terreno.
Cuando en 1972 me incorpor¨¦ al equipo fundacional de EL PA?S, que presid¨ªa Jos¨¦ Ortega Spottomo, para lanzar un peri¨®dico que nacer¨ªa el 4 de mayo de 1976, la situaci¨®n de penuria intelectual, t¨¦cnica y profesional en la que se encontraba la prensa espa?ola era sobrecogedora. Libre de toda vinculaci¨®n de partido o de grupo de poder, ech¨® a andar, impulsado por un colectivo en el que se significaban editores, intelectuales y profesionales liberales, un proyecto profesional que apost¨® decididamente por las libertades y por las formas de vida civilizadas y modernas, de las que hoy afortunadamente disfrutamos.
El ¨¦xito fulgurante de EL PA?S no puede ser entendido si no es desde la voracidad de la sociedad espa?ola por una prensa que respirara independencia, libertad pol¨ªtica y modernidad cultural; una prensa hecha por profesionales en la que las decisiones las toman los profesionales.
Honradamente, no tuvimos que inventamos nada, sino desarrollar un proyecto riguroso conforme a los patrones de la prensa independiente que operaba en las sociedades occidentales, y con la referencia interna del papel desempe?ado por algunos peri¨®dicos en la Espa?a anterior a la guerra civil. No nos inventamos nada, pero en muchos sentidos el proyecto de EL PA?S, tal como quedar¨ªa posteriormente plasmado en su Estatuto de la Redacci¨®n, fue revolucionario para los usos de la prensa espa?ola.
- En lo editorial, EL PA?S nace con vocaci¨®n de independencia, conciencia cr¨ªtica y fiel a un esquema de valores basado en el respeto a la libertad del individuo y en la defensa de los derechos humanos.
- Una organizaci¨®n econ¨®micamente fuerte, industrialmente moderna (fue la primera en introducir los videoterminales en las redacciones espa?olas), con una gesti¨®n profesional y transparente (EL PA?S se hace auditar externa y voluntariamente desde 1978). Dignificaci¨®n profesional, en salarios y derechos, de los trabajadores. Implanta por primera vez el descanso semanal de dos d¨ªas para los periodistas.
-Apuesta por un modelo period¨ªstico de calidad, con una diferencia clara entre informaci¨®n y opini¨®n, y entre el contenido period¨ªstico y la publicidad. Su maqueta, que respeta escrupulosamente estos principios, ha tenido una gran influencia dentro y fuera de Espa?a.
- Deposita en ¨¦l director la responsabilidad de la l¨ªnea editorial dentro de los principios fundacionales, y a tal fin le reconoce el derecho de veto sobre todos los originales, incluidos los de la publicidad, as¨ª como la organizaci¨®n del trabajo en la Redacci¨®n.
- Sus redactores se obligan a presentar una informaci¨®n veraz y completa, se comprometen a la no manipulaci¨®n de las noticias y a rechazar cualquier presi¨®n de personas o grupos. La Redacci¨®n est¨¢ obligada a seguir un Libro de estilo, con un conjunto de normas para los periodistas que garantizan al lector su derecho a una informaci¨®n transparente y veraz.
- Con el mismo fin se reconoce a los redactores un conjunto de derechos, entre los que destacan: el secreto profesional, cuyo ejercicio ampara, ante la justicia o cualquier autoridad, la sociedad editora; la cl¨¢usula de conciencia, que desarrolla un mandato constitucional de dif¨ªcil interpretaci¨®n; la Redacci¨®n se pronuncia consultivamente sobre los nombramientos del director y de los cuadros de redacci¨®n, desde el nivel de redactor jefe, y finalmente se cre¨® un comit¨¦ de redacci¨®n como ¨®rgano de representaci¨®n profesional.
La empresa 'multimedia'
La aplicaci¨®n de estos principios ha dado sus frutos. EL PA?S es l¨ªder en audiencia, firme en sus resultados econ¨®micos, influyente dentro y fuera de Espa?a, y la credibilidad es su activo principal. No me cabe duda alguna de que un peri¨®dico de estas caracter¨ªsticas es un intelectual colectivo que ejerce su liderazgo sirviendo una informaci¨®n rica y veraz, pero tambi¨¦n suscitando debates, pronunci¨¢ndose y comprometi¨¦ndose en los asuntos que importan a los ciudadanos.
Afianzado el proyecto de EL PA?S -se han cumplido ya m¨¢s de 15 a?os desde su salida-, PRISA tiene ante s¨ª el reto de convertirse en un grupo multimedia, siguiendo el ritmo que marcan los tiempos y la l¨®gica interna de su proyecto profesional, que en 1985 recibe un nuevo impulso con la incorporaci¨®n de la SER, cadena que durante estos a?os diversifica su oferta y afianza su liderazgo en la radiodifusi¨®n espa?ola sobre las mismas bases de profesionalidad y credibilidad.
M¨¢s reciente a¨²n es la apuesta de PRISA por desarrollar en Espa?a la f¨®rmula de televisi¨®n m¨¢s moderna y de mayor crecimiento en la pasada d¨¦cada: me refiero a la televisi¨®n de pago. El crecimiento registrado por Canal +, cuando a¨²n no han transcurrido 15 meses desde su inauguraci¨®n, nos permite constatar que, tambi¨¦n en materia de televisi¨®n, los espa?oles tienen pautas de consumo propias de las sociedades m¨¢s desarrolladas.
Desde la d¨¦cada de los setenta hemos asistido a una revoluci¨®n t¨¦cnica que ha transformado radicalmente las perspectivas de la industria de la comunicaci¨®n en todas sus manifestaciones, y que lleva de forma inevitable hacia la concentraci¨®n y al desarrollo integral de la industria cultural e informativa. Esa concentraci¨®n afecta al sector del libro, a la prensa y a los medios audiovisuales. No estoy negando los riesgos y amenazas que una concentraci¨®n de poder informativo genera para las sociedades democr¨¢ticas. Pero la manera de sortear esos riesgos reside en la profesionalizaci¨®n y autonom¨ªa de las redacciones, no en el abandono de los medios a un aislamiento imposible y, por tanto, indeseable, que los debilitar¨ªa en extremo frente a la competencia.
Las razones de la concentraci¨®n son diversas: costes elevados de las inversiones; la complejidad de las acciones que hay que emprender para crear proyectos nuevos; la demanda constante de recursos financieros y t¨¦cnicos que impone la batalla por la competitividad. Todo ello conduce a que el concepto de econom¨ªa de escala o sinergia se imponga en las pol¨ªticas de actuaci¨®n de los grupos empresariales en toda actividad econ¨®mica y, por supuesto, en el sector de la comunicaci¨®n.
Este fen¨®meno de la globalizaci¨®n de la empresa informativa y cultural tiene su particular expresi¨®n en Europa, dentro del proceso de unificaci¨®n que impulsa el Acta ¨²nica. Es indudable que la perspectiva de un mercado europeo ha desatado la fiebre de fusiones, adquisiciones y asociaciones en todo el sector. Son muchos los grupos europeos que tratan de tomar posiciones fuera de sus pa¨ªses de origen, y a los movimientos intracomunitarios se suman ahora las inversiones en los pa¨ªses del Este.
Todas estas tendencias se dejan sentir sobre Espa?a especialmente desde la segunda mitad de la d¨¦cada de los ochenta. El inter¨¦s mostrado por los grupos multinacionales sobre nuestro mercado les ha llevado a mover peones en todos los escenarios: sector editorial, diarios, revistas, distribuci¨®n y televisi¨®n, con la sola excepci¨®n, por el momento, de la radio. Mientras tanto, nuestro mercado est¨¢ atomizado, y la configuraci¨®n de grupos espa?oles es tan incipiente que muy pocos van a poder protagonizar el proceso de concentraci¨®n a escala europea.
La visi¨®n pacata en materia de comunicaci¨®n de los Gobiernos espa?oles, desde el franquismo hasta nuestros d¨ªas, ha impedido un desarrollo del sector acompasado con el cambio tecnol¨®gico y social de nuestro entorno. Produce sonrojo pensar que llevamos apenas dos a?os de televisi¨®n privada, que se ve obligada a buscar un lugar al sol a destiempo y en medio de una competencia desleal de los medios p¨²blicos, cuando deber¨ªamos estar participando en la configuraci¨®n del nuevo escenario audiovisual de Europa. M¨¢s de una vez he pensado que la ceguera de nuestra clase dirigente en esta materia le hubiera llevado, siglos atr¨¢s, a prohibir la difusi¨®n de la imprenta. Desde luego, con una pol¨ªtica similar, Espa?a nunca hubiera sido la potencia que es en la industria editorial en los pa¨ªses de habla castellana, pese a que la crisis econ¨®mica de Iberoam¨¦rica le afect¨® gravemente durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas.
Crecimiento controlado
Por esta raz¨®n, el protagonismo le ha correspondido a los multimedia internacionales. A quienes defienden la atomizaci¨®n como alternativa supuestamente m¨¢s independiente se les ofrece el estado de necesidad: o nos integramos o nos integran.
La participaci¨®n del 5% en Ponex, holding propietario del Groupe Expansion franc¨¦s, miembro a su vez de Euroexpansi¨®n, la principal red europea de informaci¨®n econ¨®mica; la compra del 18,5% del diario brit¨¢nico The Independent, del que PRISA es su principal accionista junto a La Repubblica de Italia, y la m¨¢s reciente adquisici¨®n por la SER del 48% de la cadena francesa de radio M-40 y otras formas de colaboraci¨®n con prestigiosos medios de Europa marcan las pautas de la proyecci¨®n internacional del grupo PRISA.
Ha llegado la hora de plantearse el mercado europeo como un mercado interior, y s¨®lo unos pocos grupos ser¨¢n capaces de afrontar este desaf¨ªo. Por nuestra parte, nos proponemos hacerlo en la medida en que nuestros recursos y nuestra solidez en el mercado espa?ol nos lo permitan. Uno de los rasgos que nos definen como empresa es nuestro modelo de crecimiento controlado, invirtiendo en comunicaci¨®n, y s¨®lo en comunicaci¨®n, aquellos recursos que generan nuestros medios, sin endeudarlos, para no comprometer su independencia. Aqu¨ª detr¨¢s no hay conglomerados industriales ni grupos de presi¨®n que justifiquen inversiones a fondo perdido. Nuestra cita es s¨®lo con la audiencia.
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