El derecho a la felicidad
Las nuevas circunstancias sociales, culturales y econ¨®micas que concurren actualmente en un mundo en r¨¢pida y profunda transformaci¨®n, sobre todo en los pa¨ªses industrializados, originan una creciente demanda social de educaci¨®n infantil que aboga por su generalizaci¨®n. Ya no se trata solamente de que la mujer pueda acudir al trabajo, sino tambi¨¦n que se pueda desarrollar como persona, al igual que el hombre; que las ni?as en edad escolar no se tengan que quedar en casa para cuidar de sus hermanos menores, en ausencia de la madre, ocupando la ni?a su lugar.Los cambios en los valores y costumbres, as¨ª como los mensajes de los medios de comunicaci¨®n de masas, que reflejan los nuevos problemas, exigencias y oportunidades propias de las sociedades del conocimiento que est¨¢n emergiendo, requieren la generalizaci¨®n de la educaci¨®n infantil y contribuyen a su institucionalizaci¨®n. Sin embargo, todo ni?o necesita para su desarrollo en el plano intelectual, emocional, social y moral, poder participar regularmente y durante un largo periodo de su infancia en una actividad rec¨ªproca, progresivamente compleja, con una o varias personas con las que pueda establecer una fuerte relaci¨®n de dependencia afectiva, que ha de jugar un papel decisivo en su desarrollo como ni?o, en la construcci¨®n de su identidad personal, en su bienestar y equilibrio, as¨ª como en su contribuci¨®n a los grupos sociales a lo largo ole toda la vida.Esta experiencia vital de partida en la vida del ni?o se potencia y se realiza m¨¢s plenamente con la disponibilidad y el compromiso activo de otros adultos (preferentemente un profesional de la educaci¨®n infantil o un centro de educaci¨®n infantil) que asesora, estimula y apoya con admiraci¨®n, afecto y conocimientos a los padres, familiares o personas que se ocupan directa y responsablemente del ni?o, con un enfoque de tareas complementarias y comunes. Hoy en d¨ªa, la educaci¨®n infantil se plantea no s¨®lo por razones morales, desde principios religiosos y de derechos humanos, o por razones sociales, desde la equidad de la igualdad de oportunidades ante la vida, sino tambi¨¦n por razones cient¨ªficas, econ¨®micas y pol¨ªticas.
El argumento ¨¦tico y moral es esencial. Los ni?os son seres inocentes y tiernos que merecen disfrutar de sus derechos sin distinci¨®n de origen, raza, nacionalidad, sexo o religi¨®n. Para su desarrollo requieren techo y entorno sano, seguro y acogedor, que reconozca su identidad como personas y les ofrezca servicios de salud, educaci¨®n, vivienda y ocio infantil. Los ni?os que tienen necesidades educativas especiales deben disponer de atenciones adecuadas suplementarias. En caso de emergencia, los ni?os deben tener prioridad para cualquier ayuda y en ning¨²n caso deben sufrir discriminaci¨®n, malos tratos o explotaci¨®n.
Estos derechos fundamentales son expresi¨®n de una conciencia moral universal que es reforzada adem¨¢s por los motivos ¨¦ticos o religiosos de cada cual. El ni?o puede ser visto como un don, como el protegido de Dios, o bien como la versi¨®n humana de lo eterno, es decir, como el eslab¨®n de una larga cadena familiar, a trav¨¦s de la cual participan los padres con ilusi¨®n del futuro de sus descendientes.
La ciencia tambi¨¦n ha puesto de relieve la importancia de factores externos a la educaci¨®n infantil para lograr un desarrollo integral y arm¨®nico de la persona en todos sus aspectos y, con ello, poner las bases para el acceso al conocimiento avanzado de la persona adulta en sociedad, desde la salud y la madurez ps¨ªquica. En particular, la medicina, la fisiolog¨ªa, la nutrici¨®n, la psicolog¨ªa y las ciencias sociales han puesto de manifiesto la atenci¨®n global necesaria del ni?o y a¨²n del feto para lograr una adecuada estructura neuronal durante el periodo formativo que garantice la habilidad de aprendizaje, la estimulaci¨®n sensorial y el desarrollo psico-social, entre otros.
Iniciativas escasas
La atenci¨®n integrada del ni?o para su desarrollo f¨ªsico, social y psicol¨®gico, gracias a programas de nutrici¨®n y de desarrollo psico-social en su respectivo entorno familiar y comunitario, se viene proclamando a lo largo de la ¨²ltimas d¨¦cadas, dada la condici¨®n omnievolutiva del ni?o, pero a¨²n son muy escasas las iniciativas integradas de servicios educativos, asistenciales y sanitarios, y muy excepcional su aplicaci¨®n sistem¨¢tica en el espacio cotidiano de las familias, as¨ª como el deseable ¨¦nfasis en el desarrollo mental, social y emotivo del ni?o, gracias a acciones combinadas.
Estas limitaciones se ponen de manifiesto en la mayor¨ªa de los centros de atenci¨®n y educaci¨®n infantil, con un vac¨ªo evidente en los dedicados a, los ni?os de 0 a 2 a?os de edad, pero incluso en los de 0 a 4 y, desde luego, en todo cuanto se refiere a la educaci¨®n prenatal. La escasez de programas de formaci¨®n espec¨ªfica de los padres como parte del sistema educativo, para que puedan ejercer su potencial derecho de paternidad y maternidad, cumpliendo adecuadamente su deber moral personal y ciudadano, se agrava por la falta de programas masivos de difusi¨®n de principios y pr¨¢cticas, tarea en la que los medios de comunicaci¨®n de masas pueden hacer una extraordinaria contribuci¨®n futura.
Las investigaciones m¨¢s recientes prueban que el proceso de cambio que aporta la educaci¨®n infantil, durante la cual el ni?o aprende a manejar niveles m¨¢s complejos para moverse, pensar, sentir y relacionarse con otros, conlleva la modificaci¨®n, estructuraci¨®n y perfeccionamiento de las c¨¦lulas del cerebro hasta adquirir una funci¨®n espec¨ªfica en el ser adulto, proceso cuya calidad depende, a su vez, decisivamente de las condiciones de salud f¨ªsica y mental del ni?o.
Bien es cierto que los seres humanos estamos caracterizados por la herencia gen¨¦tica, pero lo que llegamos a ser lo adquirimos a trav¨¦s de la experiencia, del aprendizaje y del entorno o circunstancia vital particular. Por ello, ante los extraordinarios avances de la ingenier¨ªa gen¨¦tica y de la formulaci¨®n de los genomas, que pueden revolucionar tambi¨¦n muchos aspectos de la futura pedagog¨ªa, hay que insistir en la primac¨ªa de la acci¨®n educativa en la formaci¨®n y el desarrollo integral del ni?o, frente a un posible resurgir del determinismo gen¨¦tico y considerar a los ni?os, en cambio, sujetos de educaci¨®n internacional desde su concepci¨®n o nacimiento.
De todas estas razones que aporta la ciencia se desprenden tambi¨¦n razones econ¨®micas que debieran favorecer las inversiones en salud, nutrici¨®n y educaci¨®n infantil, por su rentabilidad econ¨®mica social y dom¨¦stica, dado que contribuyen directamente a reducir posteriormente a lo largo del sistema educativo, el n¨²mero de repetidores y abandonos escolares; a convertir en marginales los programas de educaci¨®n compensatoria; a aligerar la dependencia familiar, y a ahorrar en gastos m¨¦dicos, sobre todo si se ha llevado a cabo una adecuada medicina preventiva durante los primeros a?os.
Tambi¨¦n se reduce as¨ª considerablemente la delincuencia y no se requiere tanta ayuda social entre la poblaci¨®n adulta, la cual se siente m¨¢s estable gracias a la atenci¨®n dada a sus hijos, reduciendo consecuentemente su absentismo del trabajo y facilitando que la mujer atienda a su deseable desarrollo como persona. En otras palabras, la educaci¨®n infantil contribuye al bienestar familiar y, en los pa¨ªses industrializados con crecimiento demogr¨¢fico muy bajo, puede ser un aliciente eficaz para recuperar ¨ªndices de natalidad razonables. ?stas y otras consideraciones sobre la rentabilidad econ¨®mica, social y dom¨¦stica deber¨ªan contribuir a otorgar una m¨¢s alta prioridad a las futuras inversiones en la educaci¨®n infantil.
Por ¨²ltimo, las razones pol¨ªticas en favor de la educaci¨®n infantil, cada vez m¨¢s extendidas, se apoyan entre otros en el hecho de que esta educaci¨®n temprana permite contribuir muy eficazmente a la futura convivencia y cooperaci¨®n en sociedades multiculturales que incluyen grupos importantes de poblaciones de inmigrantes y marginados. La compensaci¨®n de desigualdades sociales y la funci¨®n preventiva contra la marginalidad e inadaptaci¨®n de padres e hijos en las zonas urbanas de bajos ingresos y en las bolsas de pobreza, hacen de la educaci¨®n infantil un tema del mayor inter¨¦s pol¨ªtico. La pol¨ªtica tambi¨¦n debe valorar los positivos efectos sin¨¦rgicos de la interacci¨®n nutrici¨®n-salud-educaci¨®n con el desarrollo econ¨®mico y psico-social de la respectiva sociedad.
Todos los ni?os tienen derecho a la felicidad y a un futuro con igualdad de oportunidades. Todos los ni?os del mundo: los nacidos en la mayor miseria o en la mayor opulencia; los blancos, los negros, los amarillos; los hijos de los amigos o de los m¨¢s ac¨¦rrimos enemigos; los sanos, los enfermos, los tullidos o los mentalmente m¨¢s retrasados; todos, sin excepci¨®n, deben poder ejercer sus derechos, empezando por una atenci¨®n y educaci¨®n infantil, para que el d¨ªa de ma?ana cumplan tambi¨¦n sus deberes y honren as¨ª a sus futuros descendientes. La educaci¨®n infantil es, por tanto, una de las m¨¢s nobles tareas humanas y expresi¨®n de los m¨¢s altos valores ¨¦ticos y morales.
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