El Sev¨ªlla ech¨® al Atletico a la cuneta de la Liga
El Atl¨¦tico vio anoche reducida a la m¨ªnima expresi¨®n su opci¨®n al t¨ªtulo liguero. S¨®lo una p¨¢jara del Real Madrid y un despiste del Barcelona se la incrementar¨ªan. Pero, de momento, lo presumible es que Jes¨²s Gil se rasgue de nuevo las vestiduras al considerar a su equipo v¨ªctima de una despiadada confabulaci¨®n arbitral. El hecho de que el Sevilla, fuese superior en general quiz¨¢ le traiga sin cuidado. Sin embargo, la agresi¨®n a Merino Gonz¨¢lez desde los grader¨ªos, que amenaza con volverse contra su club, deber¨ªa hacerle reflexionar.El presidente rojiblanco no estuvo en el palco. Sus negocios en Gibraltar le pusieron a salvo de las posibles manifestaciones en su contra de esos socios que, a partir de enero, habr¨¢n de rascarse un 65% m¨¢s sus bolsillos si quieren seguir si¨¦ndolo en v¨ªsperas de la conversi¨®n del club en sociedad an¨®nima. Pero su ausencia acaso no le impida pregonar a los cuatro vientos los supuestos errores del colegiado canario. Moya fue el objeto en el ¨¢rea de una aparatosa acometida de Diego y de una aparente zancadilla de Martag¨®n. Este mismo defensa intercept¨® en ella con su brazo derecho un pase de Futre. Cualesquiera de esas acciones, las dos primeras menos claras que la tercera, podr¨ªan haber dado origen a la igualada a un tanto. Pero no se sancionaron y el Atl¨¦tico, que andaba al copo de puntos en su terreno, concluy¨® siendo goleado al contraataque por un Sevilla que, eso s¨ª, tambi¨¦n se encontr¨® con una diana de Suker anulada por un discutible fuera de juego.
Lo innegable, no obstante, es que el t¨¦cnico uruguayo V¨ªctor Esp¨¢rrago le gan¨® la partida en esta oportunidad a Luis Aragon¨¦s. Entre otras razones, porque supo adoptar una t¨¢ctica valiente al principio al apoyar a Zamorano y Suker con Conte y Andrades, que reten¨ªan de paso a Soler y Tom¨¢s, e incluso con Ram¨®n. El cuadro rojiblanco, nervioso tanto por la insolencia de su rival como por el ambiente cargado por su m¨¢ximo dirigente, tard¨® demasiado en reaccionar ante lo que se le ven¨ªa encima. Luego, cuando pretendi¨® hacerlo, se hallaba ya con un gol de desventaja tras un par de amagos de Suker y un certero cabezazo de Zamorano y con el h¨¢ndicap de la apresurada retirada de un Schuster quejoso de unas molestias en la pierna izquierda. En esas circunstancias, se desenvolvi¨® con un poco de precipitaci¨®n, al buscar en exceso sorprender a Unzu¨¦ con tiros lejanos, y un mucho de obsesi¨®n por forzar el penalti, sobre todo en el especialista Futre, que fue amonestado por el ¨¢rbitro al recriminarle que no lo decretara en una baza en la que, en realidad, era ¨¦l quien se hab¨ªa abalanzado sobre Marcos.
El colmo de los males del Atl¨¦tico se produjo en los compases in¨ªciales del segundo periodo. Encelado como estaba, se desquici¨® cuando Merino no apreci¨® falta en una ca¨ªda de Moya ni intencionalidad en la mano de Martag¨®n. No fue entonces capaz de guardarse la espalda y el Sevilla se aprovech¨® de ello para cazarle gracias a la rapidez de Zamorano, cuyo repertorio goleador es muy amplio. Desde ese instante a Futre y sus compa?eros ya s¨®lo les restaba prodigarse a la desesperada. Pero tambi¨¦n la fortuna fue esquiva con ellos. Un remate a la media vuelta de Manolo se estrell¨® en el larguero y otro de Toni lo hizo en el poste derecho del marco de Unzu¨¦. No hab¨ªa manera, pues, de que pudieran asirse siquiera a la tabla del empate. Pero, por si un casual, a¨²n Suker tuvo la suficiente serenidad en otra r¨¦plica para brindar a Andrades una ocasi¨®n pintiparada para ensanchar una derrota que parece echarlos definitivamente a la cuneta de esa Liga que pierde a Gil.
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