Fil¨®sofos italianos y espa?oles debaten el desconocimiento de las dos culturas
Las jornadas de N¨¢poles continuar¨¢n el a?o pr¨®ximo en Madrid
El laberinto, s¨ªmbolo barroco por excelencia, es tambi¨¦n el punto de encuentro natural entre la filosof¨ªa espa?ola y la italiana, que, equidistantes del racionalismo cartesiano, han desarrollado las dos culturas europeas capaces de incorporar toda la complejidad de la vida real, conviviendo con la duda sistem¨¢tica. Historias paralelas que, durante 300 a?os, apenas se cruzan hasta que Italia descubre, a comienzos de este siglo, a Unamuno y a Ortega. Fue un encuentro ocasional que tampoco tuvo mayores consecuencias, sobre todo en lo que respecta al inter¨¦s italiano por la filosof¨ªa espa?ola.
?ste fue el marco trazado por Francisco Jarauta y Remo Bodei al presentar, el pasado martes en la Academia Espa?ola en Roma, unos debates organizados por el Instituto de Estudios Filos¨®ficos napolitano y el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid que comenzaron ayer en N¨¢poles. Adem¨¢s de los dos citados, participan en el encuentro Fernando Savater y ?ngel Gonz¨¢lez, por parte espa?ola, y los italianos Massimo Cacciari, Giacomo Marramao, Maurizio Calvesi y Francesco Dal Co. Est¨¢ previsto que el encuentro prosiga el pr¨®ximo a?o en Madrid.Jarauta, catedr¨¢tico de Est¨¦tica y Filosof¨ªa en Murcia, ilustr¨® su intervenci¨®n con referencias a Am¨¦rico Castro -"la historia de Espa?a es la historia de una inseguridad"- y a Ortega -"Espa?a nunca ha dejado de dialogar con sus fantasmas"-. Tres de los cuatro grandes arquetipos europeos, Don Quijote, Don Juan y Segismundo, record¨® glosando a Ortega, son de factura espa?ola y representan otras tantas facetas de la duda: racional, moral e hist¨®rica. "Ser espa?ol", concluy¨®, "consiste en acumular las figuras que resuelven la experiencia en funci¨®n de una dificultad, de una duda".
Bodei, catedr¨¢tico en Siena, caracteriz¨® a la filosof¨ªa italiana como "un pensamiento de vocaci¨®n civil que ha tenido que realizar funciones de suplencia de unos Estados demasiado d¨¦biles y una Iglesia demasiado fuerte", lo que, por razones diversas, le ha llevado a nadar en aguas muy similares a las de la filosof¨ªa espa?ola.
Cacciari, catedr¨¢tico en Venecia y autor de Krisis, puso en cuesti¨®n desde el marco de encuentro elegido por los relatores -"el laberinto no es eterno", se?al¨®, "tiene siempre un centro y ah¨ª termina. Lo dem¨¢s es desorden italiano"- hasta el peligro de una homogeneizaci¨®n cultural excesiva, ya que, afirm¨®: "No dejar¨¢ de haber pensamientos nacionales mientras se sigan hablando lenguas distintas. El problema es que cada vez son m¨¢s los que piensan en ingl¨¦s-esperanto, como Alberoni".
El tema de estos encuentros, a?adi¨®, deber¨ªa ser mas bien "la grave ignorancia" de los italianos sobre Espa?a. En Italia, dijo, se ha le¨ªdo poco a Unamuno, algo de Ortega, nada de Machado ni de los metaf¨ªsicos espa?oles, como Zubiri, y ha habido un silencio de 20 a?os sobre Mar¨ªa Zambrano, que vivi¨® largo tiempo en Roma, roto el pasado verano con la publicaci¨®n de sus Claros del bosque. Las jornadas, afirm¨®, ser¨ªan ¨²tiles si sirvieran para que se publicara algo de lo que los italianos s¨®lo conocen "de oreja".
Savater incidi¨® lateralmente en el argumento de la homologaci¨®n cultural y la diversidad ling¨¹¨ªstica, al recordar que su fil¨®sofo predilecto es Jorge Santayana, "que escribi¨® toda su obra en ingl¨¦s y muri¨® cuando sub¨ªa las escaleras de la Embajada de Espa?a en Roma para renovar su pasaporte".
Pero sobre todo, Fernando Savater se declar¨® "inquieto y escalofriado" ante la perspectiva de ir por el mundo como "fil¨®sofo espa?ol", esp¨¦cimen que considera "tan raro como un torero alem¨¢n". "Muchas veces preferir¨ªa hablar de Pascal o de Montaigne, pero me dicen que no soy franc¨¦s y me hacen hablar de Don Quijote, de la guerra civil o de santa Teresa. No creo que ning¨²n franc¨¦s ni ning¨²n ingl¨¦s tenga que sufrir su etiqueta nacional de esa manera". El otro participante espa?ol, ?ngel Gonz¨¢lez, glosando a Ortega, se present¨® como "el est¨²pido de la reuni¨®n, en tanto que portador de estupor", por ser catedr¨¢tico de Historia del Arte y no de Filosof¨ªa.
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