Buena, nueva y f¨¢cil
Con direcci¨®n esc¨¦nica de Peter Sellars, el pol¨¦mico enfant terrible, se ha estrenado en la Maison de la Culture de Bobigny, en Par¨ªs, la ¨®per¨¢ Nixon in China (1987), del compositor estadounidense John Adams, que asume adem¨¢s la direcci¨®n musical. La accesibilidad no es la mejor ni la primera de las cualidades de una ¨®pera, pero, habida cuenta de lo mal que suelen ir en este punto las relaciones entre ¨®pera contempor¨¢nea y p¨²blico, quiz¨¢ lo primero que se deba subrayar de Nixon in China es la comunicaci¨®n con el p¨²blico.Sellars (escena), Goodman (libreto) y Adams (m¨²sica) han creado con Nixon in China una verdadera obra de arte total seg¨²n la normativa wagneriana; todo est¨¢ bajo control y responde a una idea. El trabajo de Sellars es sensacional, y, si en su tratamiento de un cl¨¢sico como Las bodas de F¨ªgaro cab¨ªan serias objeciones, aqu¨ª no s¨®lo no hay nada que objetar, sino que se le debe reconocer como una de las inteligencias teatrales-oper¨ªsticas con m¨¢s fuerza del panorama internacional. Su s¨®lida direcci¨®n es lo que da una de las dimensiones fundamentales de la obra: el camino que va de lo social, concreto y descriptivo (primer acto) hasta lo individual, abstracto y reflexivo (tercer acto).
Nixon in China
De John Adams sobre libreto de Alice Goodman. Int¨¦rpretes principales: Sanford Sylvan, James Maddalena, Thomas Hammons, John Duykers, Paula Rasmussen, Stephanie Friedman, Stephanie Vlahos. Orquesta: London Sinfonietta. Coro del Festival de Saint-Denis. Direcci¨®n musical: John Adams. Direcci¨®n esc¨¦nica: Peter Sellars. Maison de la Culture de Bobigny. Par¨ªs, 19 de diciembre.
A la sensibilidad de Alice Goodman se debe un libreto oper¨ªstico mod¨¦lico y con fuerza. En el primer acto renuncia con gran oportunidad a practicar una parodia que ser¨ªa excesivamente obvia -?son tan f¨¢ciles de satirizar los pol¨ªticos!- y mantiene un tono totalmente ¨¦pico: la parodia de aquel encuentro imposible entre Nixon y Mao en 1972, en el que lo ¨²nico que importaba era la foto, nace sola en la mente del espectador. En el tercer acto, con cada personaje enfrentado a su soledad, el libreto sube de tono de un modo impresionante.
Para crear Nixon in China, el compositor John Adams ha metido en la olla a presi¨®n su adscripci¨®n m¨¢s o menos fiel al minimalismo en forma de pulsaci¨®n r¨ªtmica constante y evoluci¨®n gradual de peque?as c¨¦lulas mot¨ªvicas. Otros ingredientes son el tonalismo estricto con acordes perfectos, un gran trabajo de orquestaci¨®n sobre una formaci¨®n oper¨ªstica habitual a la que a?ade percusi¨®n jazz band, sintetizador, pianos ac¨²sticos y sax¨®fonos y un tratamiento de la voz sin exigencias insalvables que a menudo se mantiene en arioso y que no es ajeno a la tradici¨®n del musical americano.
El conjunto se ali?a con citas wagnerianas (se identifican f¨¢cilmente el Oro del Rin y Sigfrido) y alguna chinois¨¦rie un poco ingenua. El resultado es un producto totalmente accesible con unos c¨®digos de descifrado f¨¢cil y que funciona perfectamente y al que s¨®lo cabe objetar la estrecha gama de matices y recursos desplegados para profundizar en las diversas situaciones dram¨¢ticas. Porque, en Nixon in China, como pasar, no pasa exactamente nada; no hay ni amores ni muertos, pero evoluci¨®n dram¨¢tica s¨ª la hay, y es s¨®lida.
De los actores-cantantes hay poco que decir: son extraordinarios y est¨¢n absolut¨¢mente comprometidos con su trabajo. De James Maddalena (Nixon) y Sanford SyIvan (Zhou Enlai) funcionan de maravilla. Los dem¨¢s, Thomas Hammons (Kissinger), John Duykers (Mao Zedong) y Carolan Page (Pat Nixon), est¨¢n a su altura. A Trudy Ellen Craney (Chiang Ch'ing, esposa de Mao) habr¨ªa que destacarla por sus prestaciones vocales superiores si Nixon in China fuera una ¨®pera de repertorio.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.