Archifonemas de oclusivas
(El 16 de diciembre en EL PA?S apareci¨® un art¨ªculo titulado Esplicando trasgresiones de ost¨¢culos subcoscientes, de Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo; el siguiente es una reflexi¨®n sobre dicha opini¨®n).Estoy sumamente alarmado. Mi vecino, a quien ocasionalmente saludo, me espet¨® ayer la siguiente parrafada: "Le ruego a usted aPstenerse de traNsgredir en medio de la oPscuridad rnis predios, o de lo contrario ordenar¨¦ a mis canes su eKsterminio". Ah¨ª va, me dije de inrnediato, el habla de los esbirros, copia fiel de la escritura culterana de sus amos, ha permeado la cabeza del pobre hombre.
Alertado por un reciente art¨ªculo de opini¨®n, en el que se afirmaba que locutores y locutrices de TV y radio se empe?an en hacer una pronunciaci¨®n "ortogr¨¢fica" del espa?ol, y que esto es la transmisi¨®n del discurso del Amo, puesto que ¨¦ste pretende imprimir al habla la naturaleza de la escritura, arte que el Poder controla, quise ponerme del lado del habla llana llamando a la primera cadena para insultar a los locutores. Oportunamente alguien me hizo reflexionar, y me oblig¨® a repetir el discurso del vecino. "Vamos, lo que te ha dicho es que no merod¨¦es su parcela". ,S¨ª, era eso. Por un instante hab¨ªa perdido el sentido de su mensaje, por la mera ira que su entonaci¨®n y pronunciaci¨®n Pseudoculterana me hab¨ªan despertado.
Ya m¨¢s tranquilo y a la vista de que s¨®lo se trataba de una elemental defensa de la propiedad privada, volv¨ª a mis cavilaciones, habitualmente in¨²tiles. Aunque el fantasma del incidente no me abandonaba. Fue as¨ª como navegu¨¦ por sus aguas. ?Se puede confundir la forma del mensaje con el mensaje? Habr¨ªa cambiado acaso radicalmente la situaci¨®n si mi vecino me hubiera dicho: "La pr¨®Sima vez que te vea pisar mi parcela te parto la cara". Aparentemente no. De donde deduje que hay Amos que hablan en ortograf¨ªa y Amos que no, pero que los hermana la defensa de su condici¨®n.
Entre el Amo Pseudoculterano y el Amo basto, puede quiz¨¢ haber el matiz de diferencia entre quien manda a sus canes a exterminarte y quien decide hacerlo por propia mano. Es como con locutores y locutrices de radio y TV. Tengan o no una pronunciaci¨®n ortogr¨¢fica, sea o no correcta su dicci¨®n, el problema empieza cuando el jefe de informativos de Sevilla recibe la orden de no informar sobre ciertas incidencias (en el supuesto que ello hubiera ocurrido) del caso Guerra. No informar, o relegar informaci¨®n, como forma de mantener el dominio. La ausencia de palabra, esto es, el silencio, como forma del discurso, del Amo.
Fue a estas alturas cuando me pregunt¨¦ por qu¨¦ habr¨ªamos de culpar de todo esto a la Escritura. ?Quiz¨¢ porque la letra hace trazo? y al hacerlo fija en el escrito las estructuras de la lengua. Pero, as¨ª como fija dichas estructuras, fija contenidos que no est¨¢n sujetos o condicionados a esas estructuras. Suponer que el escrito es s¨®lo del orden de la Ley, es un desatino. El poder subversivo de la palabra escrita es tan feroz que los movimientos sociales de rebeli¨®n contra el Amo se han sustentado hist¨®ricamente en ella. El problema no es la escritura, sino el escritor. Es decir, qui¨¦n organiza la lengua y para decir qu¨¦ cosas.
?Qu¨¦ tiene la escritura del orden de la ley? La misma lengua se usa para escribir la ley y para transgredirla, es a un tiempo el orden y su transgresi¨®n. En la misma lengua son escritas las leyes de las Cortes franquistas y los manifiestos de la oposici¨®n democr¨¢tica. Algo que la sabidur¨ªa popular ha acrisolado como "hecha la ley hecha la trampa".
La lengua carece de cuerpo y d¨¦ amo. Desde las formulaciones de la l¨®gica aristot¨¦lica hasta el discurso del psic¨®tico son formas reales de la lengua en su desplegarse. Ella est¨¢ all¨ª como parte de la voluntad de existencia de los hombres asociados entre s¨ª, que le dan vida a diario. Pero no se ense?orean de ella. Est¨¢n imposibilitados de ser sus amos. S¨ª pueden serlo del discurso, cuyo material es la lengua. Nada m¨¢s. Para la lengua, ni dios ni amo.
?Pero y la escritura? No parece temerario afirmar que una lengua sin amo se somete en la escritura a todo ser que le d¨¦ cuerpo. Con lo cual la escritura viene a tener tantos amos como seres dispuestos a organizar la lengua en trazo y por lo tanto a darle cuerpo. Y tanto est¨¦ el trazo dentro de la ley, como fuera de ella, es Escritura. Habla y escritura son formas constitutivas de la lengua, aunque la escritura no sea mero reflejo del habla. Si en todo caso la ortograf¨ªa de nuestra lengua es un lastre por poco fon¨¦tica, porque preserva en su estructura la filogenia, ese lastre s¨®lo refuerza su diferencia con el habla. Diferencia que una reforma ortogr¨¢fica en el sentido fon¨¦tico no borrar¨ªa. La poes¨ªa seguir¨ªa siendo poes¨ªa, algo que el autor del Serm¨®n del ser y no ser sabe de sobra.
Supongamos por un momento que "en estas escaramuzas en que la escritura trata de invadir la lengua y la lengua se rebela contra la escritura" tal como plantea Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo desde estas p¨¢ginas el 16 de diciembre, se impusiera una reforma de la ortograf¨ªa para que ¨¦sta sea fiel al habla. Una concesi¨®n que, en realidad, al poder no le costar¨ªa nada. Estar¨ªamos, desde su ¨®ptica, ante un triunfo de los dominados sobre los dominadores. Al d¨ªa siguiente del gran triunfo, la ley Corcuera cambiar¨ªa de redacci¨®n, quedar¨ªa convertida en trazo de acuerdo con las nuevas formas ortogr¨¢ficas. Tambi¨¦n cambiar¨ªan de fisonom¨ªa los escritos que los parados dirigen al IMAC. ?Acaso ser¨ªamos m¨¢s libres, y habr¨ªa menos desempleo?
Finalmente, s¨ª es cierto que los grandes medios de comunicaci¨®n audiovisuales -y escritos- juegan de hecho un papel normativizador de la lengua que no juega ni siquiera la Academia. En el pr¨®logo al Esbozo de una nueva gram¨¢tica de la lengua espa?ola, en su edici¨®n de 1989, la Real afirma: "El presente esbozo carece de toda validez normativa".
Me asalta una duda angustiosa. ?Es que acaso la amplia difusi¨®n de esos medios les ha entronizado como amos del discurso audible en la sociedad contempor¨¢nea espa?ola? Y, de ser as¨ª, creen esos medios que ser amos del discurso audible, lo que supone ocluir el discurso de otros, les erige en amos de la lengua. Quiz¨¢ sea bueno recordarles que la lengua no tiene ni dios ni amo, y que el suyo, aunque suene, no es el ¨²nico discurso.
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