Tan europea y tan flamenca
Madrid prepara todo un a?o de actuaciones de jondo como capital cultural de Europa
Durante todo 1992, desde el 14 de enero al 15 de diciembre, Madrid va a convertirse en el gran centro de atracci¨®n para los amantes del flamenca. El Consorcio Madrid 92, en colaboraci¨®n con el Centro de la Villa, programar¨¢ entre 30 y 40 espect¨¢culos bajo el significativo t¨ªtulo Madrid jondo, jondo. Capital cultural de Europa, Madrid ha tenido siempre una relaci¨®n privilegiada con el Arte Flamenco, y en este sentido puede considerarse una aut¨¦ntica ciudad andaluza. La pasi¨®n de los madrile?os por el jondo est¨¢ en las ra¨ªces culturales de la capital.
Ya Chac¨®n, el gran Chac¨®n, hab¨ªa cantado aquello de "viva Madrid que es la Corte...", y aqu¨ª sac¨® del semiolvido en que se hallaba el cante por caracoles, injertando motivaciones madrile?as a la letra tradicional: "C¨®mo reluce / la gran calle de Alcal¨¢".Madrid consagr¨® no s¨®lo a don Antonio Chac¨®n, sino tambi¨¦n a otros muchos flamencos. Hubo un tiempo, no muy lejano, en que se lleg¨® a decir que esta ciudad era la primera del flamenco. No hay que tomarlo al pie de la letra, pero, s¨ª es cierto que Madrid se ha mostrado siempre particularmente receptiva a todo lo jondo. Nada m¨¢s, tampoco menos. En rigor no hay un flamenco madrile?o, como lo hay levantino o extreme?o. Madrid ha sido, y es, subsidiario del flamenco ajeno, porque aunque es cierto que ha habido, y hay, notables artistas madrile?os, no es -menos cierto que aqu¨ª nadie cre¨® gran cosa.
La excepci¨®n, la formidable excepci¨®n, fue un guitarrista universal: don Ram¨®n Montoya (1880-1949). Fue quien dio un nuevo rango a la guitarra flamenca, que hasta ¨¦l hab¨ªa permanecido en un segundo plano de acompa?ante al cante y el baile. Fue creador de una escuela cuya influencia se mantiene viva hasta ahora mismo. Tocaor fijo durante a?os de Chac¨®n, form¨® con ¨¦l una pareja irrepetible, que se cita como ejemplo y paradigma del perfecto entendimiento que debe existir entre cante y toque. En sus tiempos de gloria Montoya nunca dej¨® de sentirse orgulloso de su madrile?ismo, afirmando siempre que la gente se equivocaba al pensar que s¨®lo los andaluces eran capaces de sentir el flamenco. Ha habido, por supuesto, otros grandes genios de la guitarra, pero Montoya fue el primero en dar al toque una dimensi¨®n y una profundidad hasta ¨¦l no conseguida por nadie.
Declaraba Enrique Morente que ¨¦l se hab¨ªa formado en Madrid, como casi todos los artistas del flamenco. "Desde la ¨¦poca de Antonio Chac¨®n a ac¨¢", eran sus palabras, "se form¨® un n¨²cleo profesional del flamenco en Madrid que hace inevitable el pasar por aqu¨ª".
Historia
Pero la historia del flamenco en Madrid data de mucho antes ¨¢e los tiempos de Chac¨®n. En 1853 la prensa madrile?a daba ya noticias sobre conciertos gitanescos, m¨²sica flamenca y gente del bronce. Por esas mismas fechas comenzar¨ªa en Madrid el auge de los caf¨¦s cantantes, etapa que coincide cronol¨®gicamente con la llamada Edad, de Oro del Cante, aproximadamente el medio siglo que va de 1860 a 1910. La primac¨ªa de Madrid en cuanto al n¨²mero de tales establecimientos a lo largo de la historia es absoluta: m¨¢s de 50, cifra a la que ni se aproxima cualquiera de las ciudades andaluzas.
Algunos de esos caf¨¦s fueron capitales en el desarrollo del arte flamenco. El de la Marina, por ejemplo, en la calle de Jardines, en el que Baroja situ¨® una escena de su novela La busca, reflejando un ambiente no en verdad amable. Y sin embargo por ¨¦l pasaron casi todos los artistas estelares de su tiempo, desde la Macarrona y la Malena hasta Antonio el de Bilbao. Y Montoya, desde luego, durante a?os tocaor oficial de la casa. Otro famoso caf¨¦ madrile?o fue el de La Magdalena, cuya clientela ha sido descrita como "gente de dudoso vivir", que formaba "un mundo desgarrado y decadente". El mundo com¨²n a todos los caf¨¦s cantantes de la ¨¦poca, cuyos ambientes s¨®rdidos reflejan los autores.
A los caf¨¦s cantantes sucedieron los colmaos, las ventas y otros establecimientos propicios a las reuniones de pocas personas en el cuarto o el reservado. Tres de ellos han quedado en la historia con la aureola de haber sido testigos de acontecimientos realmente memorables: Fornos, Los Gabrieles y Villa Rosa, los tres situados en el que fuera considerado barrio flamenco de Madrid, en torno a la plaza de Santa Ana. En Fornos oy¨® Gayarre cantar a Chac¨®n, y qued¨® tan impresionado que fue cuando le dijo al cantaor aquello de que part¨ªa un tono en cuatro.
Pero en Madrid no todo fueron fiestas de se?oritos adinerados. Hubo otros ambientes m¨¢s miserables y vergonzantes. Contaba Pepe el de la Matrona, al respecto, c¨®mo hab¨ªa conocido al Chato de Jerez ya muy viejo y sin recursos, en una taberna que le dec¨ªan del Farra, en la calle Encomienda, que estaba toda la noche abierta con un brasero, a cuyo abrigo se quedaban quienes no ten¨ªan para dormir. Uno de ellos era el Chato, a quien algunos que le conoc¨ªan ped¨ªan que cantara una coplita. "Y *echaba una coplita como pod¨ªa y le daban un real, una pesetilla, y a veces juntaba pa irse a la carna'y otras all¨ª se quedaba. Hasta que cay¨® tan malo que se meti¨® en el hospital y ah¨ª muri¨®".
En los a?os cincuenta se produjo el arranque de una etapa del Arte Flamenco considerada de renacimiento. Recordemos la hist¨®rica primera Antolog¨ªa de Hispavox, o el auge de los tablaos, como el Zambra, del que el cantaor Juan Varea dijo: "No pod¨ªas hacer ruido porque te echaban: quien entraba, era para escuchar con conocimiento".
Una muestra por ciclos tematicos
La direcci¨®n de Madrid jondo, jondo corre a cargo de Pedro Atienza, quien se ha apoyado en la asesor¨ªa t¨¦cnica de un profesional, el cantaor Vicente Soto, y asimismo en la asesor¨ªa art¨ªstica de Ricardo Crist¨®bal.La idea que preside la muestra consiste en mostrar el panorama del flamenco a trav¨¦s de ciclos tem¨¢ticos, con especial referencia a la relaci¨®n ya hist¨®rica de los artistas con Madrid. Est¨¢ previsto que se inviertan en el proyecto unos 30 millones de pesetas.
La programaci¨®n transcurrir¨¢ de enero a diciembre, con par¨¦ntesis en Semana Santa y el tiempo vacacional del verano. En total habr¨¢ entre 30 y 40 espect¨¢culos, que tendr¨¢n lugar los martes en la sala mayor del Centro Cultural de la Villa.
Se ha buscado agrupar los recitales en siete grandes ciclos, cada uno de los cuales ser¨¢ abierto por conferencias de especialistas sobre los temas correspondientes. Se editar¨¢ asimismo un libro con ensayos de diversa ¨ªndole -historia, gastronom¨ªa, memorias, filosofia, etc¨¦tera- sobre el peculiar mundo que rodea a las mani festaciones flamencas en Madrid.
Los siete grandes ciclos de referencia quedan enunciados as¨ª: Caf¨¦ de la Corte, que ser¨¢ el m¨¢s extenso (siete sesiones) y evocar¨¢ en cierta manera la Edad de Oro del flamenco en Madrid, la de los caf¨¦s cantantes; Sonidos negros, es decir, el cante puramente gitano, racial; Armon¨ªas, que de, alg¨²n modo se pretende que constituya el contrapunto al ciclo anterior, y consistir¨¢ por tanto en el cante mel¨®dico, dulce; Alborear, el cante de la gente joven, el que podr¨ªamos llamar neoflamenco, pero por derecho; Impulsos, cuyos protagonistas ser¨¢n cantaores que ocupan un lugar -de segundo plano, aun mereciendo un relieve mayor; Sombra y tac¨®n, dedicado al panorama del baile, y por fin Jondo capital, que protagonizar¨¢n grandes figuras del cante y de la guitarra.
En todo el proyecto se advierte un sentido unitario bien espec¨ªfico, que busca ante todo que cuantos en ¨¦l intervienen sean artistas que hayan tenido o mantengan una relaci¨®n muy concreta con la vida madrile?a. Este hincapi¨¦ en Madrid viene justificado porque ya otros ¨¢mbitos urbanos espa?oles estar¨¢n plenamente cubiertos en 1992 en lo que al flamenco se refiere, puesto que tanto Sevilla como Barcelona van a desarrollar sus propios programas.
Madrid jondo, jondo arranca el pr¨®ximo 14 de enero, con la primera sesi¨®n del ciclo Caf¨¦ de Corte, en la que podremos o¨ªr el cante de Manuel Soto Sordera, Chano Lobato y Chato de la Isla, con el toque a la guitarra de Juan Habichuela y Curro de Jerez.
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