El a?o de la verdad para Boris Yeltsin
El a?o 1992 no va a ser precisa mente un camino de rosas para Bor¨ªs Yeltsin, el presidente de una Rusia que se acaba de declarar heredera de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica y que empieza a caminar en solitario por el mundo. A lo largo de 1991, Yeltsin ha culminado su proyecto de acabar con las viejas estructuras comunistas y de desplazar del poder a Mija¨ªl Gorbachov, el hombre que siempre le hab¨ªa impedido brillar con luz propia. Cumplidos los objetivos iniciales y carente ya de cualquier excusa o cortapisa, el presidente ruso se encuentra ante la ineludible tesitura de gobernar, que en estos momentos significa tratar de sacar el pa¨ªs de una crisis global y absoluta, adem¨¢s de evitar a toda costa que cualquiera de los conflictos planteados degenere en enfrentamientos violentos. Al tiempo que afronta la grav¨ªsima situaci¨®n econ¨®mica con la reforma radical que hoy pone en marcha, Yeltsin tiene que empezar a resolver, todos a la vez, unos cuantos problemas que cada uno por s¨ª mismo ser¨ªa capaz de desalentar a casi cualquier gobernante: ha de hacer posible el control real de 27.000 armas nucleares, en el marco de la Comunidad de Estados Independientes o fuera de ¨¦l; tiene que conducir con tino la pr¨¢ctica disoluci¨®n del Ej¨¦rcito Rojo, compuesto por unos 3,5 millones de hombres; y adem¨¢s ha de ser capaz de articular pol¨ªticamente su propio pa¨ªs, Rusia, que corre el peligro de desintegraci¨®n que ya ha experimentado el conjunto de la URSS.La descripci¨®n que el propio Yeltsin hizo de la situaci¨®n, concretamente la econ¨®mica, en su mensaje de fin de a?o es muy ilustrativa: "La herencia que hemos recibido es simplemente deprimente. Parece como si un enemigo hubiera estado gestionando muestro pa¨ªs".
Reforma econ¨®mica
Ahora que Yeltsin inicia la compleja reforma econ¨®mica vale la pena echar una ojeada a algunas cifras para valorar las dificultades que afronta. En oto?o, cuando te¨®ricamente los precios a¨²n estaban controlados en su mayor parte, el aumento de la inflaci¨®n fue de entre el 2% y el 3% mensual. El d¨¦ficit de las administraciones p¨²blicas en el conjunto de la ex URSS se, calcula qu¨¦ en 1991 ha alcanzado el 25% del Producto Nacional Bruto (PNB). Y el PNB mismo no s¨®lo no ha crecido, sino que ha ca¨ªdo con respecto a 1990 entre el 10% y el 20%, seg¨²n las fuentes.
Colocar en manos privadas la mayor parte de las empresas gestionadas por el Gobierno, impulsar realmente la tantas veces postergada reforma agraria siempre boicoteada por las estructuras burocr¨¢ticas que siguen dominando el campo y lograr que la red de distribuci¨®n y venta de los bienes de consumo funcione de manera m¨ªnimamente fluida no son tareas f¨¢ciles, como tampoco lo es desplazar a las mafias de su relevante papel en la actual econom¨ªa rusa.
Pese a lo dif¨ªcil que es la situaci¨®n econ¨®mica, el presidente ruso confiesa tener una preocupaci¨®n mayor. Cuando hace unos d¨ªas se le pregunt¨® qu¨¦ le quitaba el sue?o por las noches, respondi¨® que lo que m¨¢s le preocupaba era c¨®mo conducir la transici¨®n de la vieja Uni¨®n a la nueva Comunidad de Estados Independientes (CEI). No parece que le faltara raz¨®n, porque la primera cumbre de presidentes de la CEI celebrada despu¨¦s del desplazamiento de Gorbachov se sald¨® el lunes en Minsk con un fracaso rotundo, especialmente estruendoso en el tema militar. Bor¨ªs Yeltsin ha sabido cuidar siempre sus relaciones con los militares y ahora, tras la creaci¨®n de la CEI, ha sabido ganarlos para su causa haci¨¦ndoles algunas concesiones, como doblar los sueldos y prometer la construcci¨®n r¨¢pida de viviendas para los oficiales que regresan de la Europa del Este. Los jefes de la CEI no fueron capaces de llegar a un acuerdo en Minsk y se dieron dos meses de plazo para tratar de resolver el problema militar, al insistir Ucrania en formar un Ej¨¦rcito propio sin esperar unos a?os, c¨®mo pretende Rusia.
Relajo de la disciplina
La cumbre de Minsk s¨ª ratific¨® los acuerdos sobre el control unificado de las armas nucleares, pero dada la endeblez de la CEI, este aspecto no ha podido dejar de ser una preocupaci¨®n para Yeltsin. La ex Uni¨®n Sovi¨¦tica se calcula que posee nada menos que 27.000 cabezas nucleares, lo que viene a ser una por cada 110.000 ciudadanos de la ex URSS. Tama?a cantidad plantea serias dificultades para su control, m¨¢xime en un momento en que la disciplina se est¨¢ claramente relajando, en parte por la descomposici¨®n general de la sociedad y en parte por el desmembramiento del pa¨ªs en 12 partes.
El desmembramiento, no ya de la URSS, sino de la propia Rusia, es el otro de los grandes problemas que debe afrontar Yeltsin en este dif¨ªcil 1992. El Congreso de los Diputados del Pueblo de Rusia ha de aprobar en su reuni¨®n prevista para marzo o abril una Constituci¨®n democr¨¢tica para el pa¨ªs, cuyo principal problema es precisamente la articulaci¨®n de las diferentes nacionalidades que conviven en un territorio de 17 millones de kil¨®metros cuatrados (m¨¢s de 30 veces Espa?a) habitado por 150 millones de personas.
Un total de 16 rep¨²blicas aut¨®nomas forman parte de la Federaci¨®n Rusa, a las que se suman un n¨²mero mayor de territorios que gozan de diferentes grados de autonom¨ªa. Desde hace casi dos meses, el Gobierno de Mosc¨² no controla en absoluto la Rep¨²blica de Checheno-Ingushetia, que gobierna totalmente a su manera el general Yodar Dud¨¢iev. Un segundo conflicto grave se sit¨²a en Tatarst¨¢n, cuyo Parlamento aprob¨® el jueves pasado una resoluci¨®n por la que la rep¨²blica se proclama independiente y muestra su voluntad de integrarse como tal en la CEI Rusia tiene pendientes nada menos que una treintena de conflictos ¨¦tnicos.
Ante tal c¨²mulo de problemas, esta frase de la alocuci¨®n de fin de a?o suena como si Yeltsin la hubiera pronunciado para darse ¨¢nimos: Rusia est¨¢ gravemente enferma, pero no hay en fermedades incurables". En otro momento, el presidente ruso advirti¨®: "No debemos permitir bajo ninguna circunstancia que prevalezcan las pasiones y vuelva la violencia". Evitar que corra la sangre es el gran reto de Yeltsin en 1992.
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