Por fin la paz
LA FIRMA del Acta de Nueva York por el Gobierno salvadore?o y el Frente Farabundo Mart¨ª de Liberaci¨®n Nacional (FMLN), unas horas antes de concluir el a?o 1991, es un motivo de satisfacci¨®n para todos los dem¨®cratas. Se trata de un acuerdo de paz que anuncia el fin de una guerra civil de 12 a?os, la m¨¢s larga conocida en Am¨¦rica Latina. Los sufrimientos y destrucciones que ha causado son indescriptibles. El n¨²mero de muertos, seg¨²n el arzobispado de San Salvador, supera los 80.000. Y no s¨®lo en combates. Los cr¨ªmenes de las bandas paramilitares o de los propios -altos mandos del Ej¨¦rcito -como los asesinatos de monse?or Romero en 1980 y de los seis jesuitas de la UCA en 1990- causaron el repudio de la opini¨®n mundial. Con el alto el fuego decidido en Nueva York, a partir del 1 de febrero los salvadore?os van a poder gozar de paz y tranquilidad despu¨¦s de un largu¨ªsimo periodo de muertes y guerra.Son varios los factores que han permitido que se plasme el acuerdo de Nueva York. Los cambios que el mundo ha conocido en los ¨²ltimos a?os, el fin del enfrentamiento Este-Oeste y el derrumbamiento de la URSS han sido fundamentales para vaciar de contenido una batalla en la que un Gobierno aliado de FE UU se enfrentaba a unas guerrillas animadas por ideales marxistas. La nueva situaci¨®n de Nicaragua, con el fracaso de los sandinistas en las elecciones y su paso a una pol¨ªtica de oposici¨®n legal, ha influido tambi¨¦n a favor del acuerdo de paz. Pero el momento decisivo ha sido, probablemente, el asesinato de Ella cur¨ªa y de otros cinco jesuitas de la Universidad de Am¨¦rica Central. Despu¨¦s de ese crimen, EE UU ha modificado su pol¨ªtica al comprender que no pod¨ªa seguir apoyando a un Ej¨¦rcito culpable de tales horrores. Su presi¨®n sobre el presidente Cristiani ha sido esencial para convencerle de que ten¨ªa que pactar con la guerrilla.
Al mismo tiempo es preciso subrayar -como hace con acierto la nota del Gobierno espa?ol sobre el acuerdo de paz- la obstinaci¨®n con la cual el secretario general de la ONU, Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar, apoyado por tres pa¨ªses latinoamericanos -M¨¦xico, Colombia y Venezuela- y por Espa?a, ha trabajado hasta el ¨²ltimo momento para lograr la firma del acuerdo. La ONU ha demostrado una vez m¨¢s que es el instrumento m¨¢s eficaz -si existe un m¨ªnimo de buena voluntad de las partes interesadas- para poner fin a los conflictos armados, incluso cuando ¨¦stos no son espec¨ªficamente de car¨¢cter internacional, como ocurr¨ªa, obviamente, en este caso.
El Salvador entra en una nueva etapa de su historia, si bien quedan todav¨ªa serios problemas pendientes. Hasta el 16 de enero -fecha fijada para la firma en M¨¦xico del texto completo-, nuevas negociaciones deben concretar los puntos sobre los cuales existen a¨²n diferencias. Pero si ¨¦stas no se superasen, ambas partes se han comprometido a aceptar lo que proponga el nuevo secretario general de la ONU. Entre el 1 de febrero y el 31 de octubre se desarrollar¨¢ el complejo proceso de puesta en pr¨¢ctica de los puntos acordados, que incluyen la disoluci¨®n de las guerrillas, cuyos miembros deber¨¢n integrarse, "dentro de un marco de plena legalidad, en la vida civil, pol¨ªtica e institucional del pa¨ªs".
El gran valor del acuerdo patrocinado por la ONU es que incluye medidas para cambiar los aspectos m¨¢s antidemocr¨¢ticos del r¨¦gimen que hoy impera en El Salvador. La existencia de la guerrilla ha sido en cierta medida una respuesta a unas condiciones impropias del mundo contempor¨¢neo. Ahora su disoluci¨®n deber¨¢ ayudar a la modernizaci¨®n del pa¨ªs. Entre los puntos del acuerdo figuran la reforma del sistema judicial y la reducci¨®n del Ej¨¦rcito, con la eliminaci¨®n de los grupos paramilitares. Se crear¨¢ una nueva polic¨ªa civil para sustituir a unas fuerzas de seguridad hoy manejadas por el sector m¨¢s tenebroso del Ej¨¦rcito. En el plano social se prev¨¦n medidas que permitan el asentamiento de los campesinos en las tierras que cultivan en las zonas controladas hoy por la guerrilla.
Para que estas transformaciones -cuyo detalle se precisar¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas- se lleven a cabo es obvio que Cristiani deber¨¢ meter en cintura al sector duro del Ej¨¦rcito, como condici¨®n previa y esencial para que. pueda pensarse en una verdadera paz.
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